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Interpretación del Villancico de San Frutos, en la Catedral de Segovia, este sábado. Antonio de Torre

La lluvia deja un San Frutos a cubierto, íntimo en los premios y sin himno

La festividad del patrón de Segovia ha estado pasada por agua, lo que ha obligado a suspender actos al aire libre y refugiar los homenajes en el Ayuntamiento

Sábado, 25 de octubre 2025, 20:03

La categoría de milagro le viene grande. No hubo intermediación divina, ni siquiera del patrón en el día en que los segovianos veneran al eremita. ... Más bien lo que imperó fue la lógica meteorológica del calendario y de la estación otoñal. El ambiente fresco y sobre todo húmedo que tanto se había hecho de rogar con un verano prorrogado hasta bien entrado octubre, saludó las ceremonias que honran a San Frutos. Las predicciones que presagiaban unas horas pasadas por agua se cumplieron. Y eso que los nubarrones que asfaltaron de gris el envidiado cielo de Segovia se habían aguantado. Amenazaban, dejaban soltar alguna gota, pero en ningún caso osaban interrumpir los primeros compases de la jornada festiva en la ciudad, preparada para repetir la liturgia de la Venerable Cofradía del Paso de la Hoja.

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El ritual de la jornada posterior a la del prodigio y las sopas de santo empezó paso a paso, los que juntaron los cerca de medio centenar de andariegos participantes en el Marcha de San Frutos. Estos sí que se han librado de la lluvia.

También evitaron el acecho de las precipitaciones quienes una edición más han llenado la Catedral para emocionarse con la interpretación del Villancico de San Frutos, bajo la batuta del maestro Francisco Cabanillas. La obra creada en 1874 por Antonio Hidalgo. Este es uno de los actos con más predicamento y tradición en la festividad del patrón, una de las costumbres más arraigadas y artísticas en el ritual conmemorativo del santo eremita y pajarero. Los protagonistas han sido dos, los dos solistas que han cantado la composición: el alumno del Claret, Marco Rubio Rodríguez, y Laura Sanz Sanz, de la Escolanía de Segovia.

La charanga animó a los asistentes a la fiesta que se resguardaron en los soportales. De Torre

Afuera, mientras en la Catedral el obispo Jesús Vidal oficiaba la eucaristía en honor al patrón, los músicos de la Banda de la Unión Musical Segoviana, con la dirección de Guillermo Martín Rozas, tomaban posiciones en el templete y afinaban los instrumentos. Ante ellos, también cientos de personas esperaban el concierto con el que el ceremonial pasa del interior de la Catedral al aire libre de la Plaza Mayor.

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Poco después de la una y cinco, resonaron los primeros compases del pasodoble 'Fiesta en la Caleta'. A los pocos minutos, las tímidas gotas soportables se transformaron en un aguacero racheado e intenso que vació la elipse y las terrazas, lo que concentró a la gente en los soportales. La lluvia impidió finalizar el concierto, cortó de raíz los bailes de los más animados y también enmudeció otro de los momentos más esperados de la festividad de San Frutos como es el Himno de Segovia.

La Banda de la Unión Musical Segoviana suspende el concierto que acababa de empezar en el templete de la Plaza Mayor. De Torre

Los populares actos de la entrega de los reconocimientos que concede la Venerable Cofradía del Paso de la Hoja al Amigo de San Frutos, al ilustrador encargado de representar en el libro el prodigio y la lectura del romance también se vieron trastocados. Cambiaron el templete de la Plaza Mayor por el antiguo salón de plenos de la Casa Consistorial, que abrió sus puertas a la corporación municipal, con el alcalde José Mazarías al frente, a las reinas de las fiestas de los barrios de la ciudad y a la reducida comitiva de familiares y amigos de los distinguidos en esta edición de la fiesta, celebrada a cubierto.

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En la intimidad y solemnidad de esta sala, el obispo recogió el reconocimiento con el que se premia la labor que el Cabildo realiza en la gestión y conservación de la Catedral, en el marco del V Centenario de la colocación de la primera piedra de la Santa Iglesia Catedral de Nuestra Señora de la Asunción y de San Frutos, conocida como la Dama de las Catedrales por su majestuosidad y elegancia. El prelado agradeció el honor y subrayó el cuidado con el que sus responsables miman el templo, un trabajo que hace posible que «sea la joya que es y el reflejo de 500 años de historia de la fe en la ciudad». Jesús Vidal admitió que era la primera vez que escuchaba el Villancico de San Frutos. «Ha merecido la pena», confesó.

Antonio García Revilla (izq.); el obispo Jesús Vidal; el alcalde, José Mazarías, y el artista Mon Montoya, en la foto de familia de los premios. Andrea García

Por su parte, el artista Mon Montoya ha sido el encargado de la ilustración que este año ha protagonizado el prodigio del Paso de la Hoja. El pintor sí que habló con cariñosa ironía del «milagro» que obró con él San Frutos. Y es que cuando la cofradía le encomendó el dibujo que quedará estampado para la posteridad en el libro que recoge las diferentes ilustraciones realizadas en el tiempo, Montoya sufría un problema grave en el ojo derecho, No veía por él. Aún así, se puso manos a la obra y le llamaron para la intervención quirúrgica que le ha hecho recuperar la visión. «Veo hasta las arrugas de mis mejores amigos y los matices en obras mías que antes no veía», ha declarado después de recoger la distinción.

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Un pero: «no me gusta lo del lunes»

El periodista Antonio García Revilla tuvo «el honor» de leer el romance. Su vozarrón que tantas noticias y partidos ha narrado sonó más orgulloso y emotivo que nunca cuando culminó con el grito tradicional: «¡Segovianos, viva San Frutos bendito !». El reportero radiofónico, ya jubilado, dedicó este reconocimiento a su familia, su mujer, sus hijos, sus nietos, sus amigos y a todos los segovianos. Solo le pone un pero a las celebraciones de este año: que el lunes esté señalado el rojo al pasar al primer día laborable la fiesta de este sábado. «No me gusta nada esto porque se nos van a ir los segovianos a Madrid y a Valladolid».

La lluvia que ha persistido durante el día también ha dejado 'en casa' el pasacalles con los gigantes y cabezudos y guarecidas a las charangas apostadas con los instrumentos preparados para amenizar la fiesta en los soportales o en cualquier tregua. El pasacalles y el vermú quedaron deslucidos por una lluvia que, por otro lado, necesita Segovia, que desde hace unas semanas tiene prohibido el riego de jardines y parques públicos y privados con la red de abastecimiento municipal por la escasez de reservas en Puente Alta.

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