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Elisa Martínez, en el gimnasio. Antonio de Torre

La lesión que vació el bolsillo y la ilusión de Elisa Martínez

La jugadora se rompió el cruzado y los meniscos de la rodilla en un entrenamiento, pero tiene que pagar 10.000 euros por la operación y la rehabilitación

Jueves, 14 de marzo 2024, 20:14

Una aseguradora ha retirado del baloncesto a la mejor jugadora segoviana de su generación. Elisa Martínez (18 de junio de 2000), con experiencia en Liga ... Femenina 2, ha tenido que pagar de su bolsillo su operación en la rodilla izquierda, un proceso entre 8.000 y 10.000 euros, tras lesionarse en un entrenamiento con El Cochinillo Segoviano en Primera Nacional. Un supuesto de libro, no se lo hizo precisamente en una pista de baile. Pero la empresa contratada por la Federación de Baloncesto de Castilla y León no lo cubre y ella no volverá a una pista de baloncesto profesional ante el riesgo de que una mala pisada le cueste no solo la salud, sino los ahorros.

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El periplo de Elisa en El Cochinillo Segoviano empezó con mal pie, una rotura parcial del ligamento cruzado de la rodilla izquierda en octubre de 2022, tras apenas un mes de temporada. Su médico apostó por un tratamiento conservador, sin cirugías, y le dio el alta en marzo del año pasado. «Decidió que no se operaba porque tenía estable la rodilla y yo la sentía así cuando entrenaba, no se me iba». Jugó los últimos partidos, sin molestias, y pasó página.

Tras una pretemporada sin incidentes, en octubre del año pasado volvió a romperse completamente ese mismo ligamento, además de los dos meniscos. «Estábamos haciendo unos ejercicios de uno contra uno en el entrenamiento. Mi compañera me da un toque con el pecho y la rodilla se me va de sitio; el fémur va para dentro y la tibia se va para fuera. Es muy desagradable. No se sale la rodilla, pero notas cómo se mueve, el crujido». Un dolor constante, mucha presión en la articulación. «Como si te fuese a estallar». Aquel día ya sabía que aquello era grave: «¡Otra vez!» Intentó no paralizar la pierna para poder andar y se puso hielo en casa. «Hacía ejercicios para poder ir a trabajar». Lo hace en control de calidad de una fábrica.

«Si solo jugase al baloncesto, pues sí, me arriesgaría, pero tengo mi trabajo, que es con lo que me gano la vida»

Porque una lesión no exime de sus responsabilidades a una jugadora de Primera Nacional. «Vas coja, pero tienes que ir». Volvió al traumatólogo y asumieron el remedio ineludible de pasar por quirófano y escogieron fecha en enero. «Pero en diciembre me llama la gestora del seguro y me dice que no me lo cubren porque tengo una lesión crónica. Que me busque la vida. Ahí empieza la odisea de operarme o no». Han pasado tres meses y el seguro no ha argumentado por qué la lesión de Elisa es crónica cuando ella entiende que son dos lesiones distintas, aunque coincidan en la misma rodilla.

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El paso de los días decidió por ella. «Me tenía que operar porque para una vida normal ya me dolía. Al conducir, como es la pierna del embrague, me cascaba todo el rato. O al subir y bajar escaleras. O andar. Para hacer casi todo, la verdad». Buscó la mediación de su club y de la Federación de Castilla y León, pero el seguro no dio el brazo a torcer. «No teníamos respuesta por ninguna parte. Te quedas sola, no sabes qué hacer, se te viene el mundo encima. Y no podía esperar dos años a que me opere la seguridad social». El patrocinio de Recoletas al equipo segoviano agilizó plazos: sus padres pagaron la intervención y ella costeará la rehabilitación.

«Es muy desagradable; el fémur va para dentro y la tibia para fuera. Notas cómo se mueve, el crujido, como si fuese a estallar»

«Yo me opero pensando en tener una vida normal, salir a correr cuando quiera, jugar al frontón en mi pueblo y poder trabajar sin dolor». Su rehabilitación irá orientada a volver a jugar, pero no asumirá riesgos. «Si me pasa algo, en teoría no estoy asegurada. Y no quiero poner en peligro el esfuerzo que han hecho mis padres por mí. Jugaría con miedo. Si solo jugase al baloncesto, pues sí, pero tengo mi trabajo, que es con lo que me gano la vida». Un problema que podría afectar a otras jugadoras del equipo. «Tengo compañeras operadas de rodillas o tobillos que no estarían aseguradas». Hasta cuatro han sufrido la misma lesión que ella.

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Habla de tristeza e impotencia. Elisa razona que todo seguro tenga una cláusula de lesiones preexistentes. «No puedes ir allí a tratarte un reuma, pero yo he estado jugando con un alta médica y es una lesión que me hago estando asegurada en un entrenamiento durante la liga». Además de que un deportista tiene más probabilidades de lastimarse una zona ya afectada precisamente porque es un punto más frágil. «Y estás cuatro días a la semana entrenando no sé cuántas horas más el partido. Es normal que haya molestias en muchos sitios del cuerpo». El seguro tampoco cubre la lesión de una jugadora burgalesa que ha tenido una lesión de rodilla ocho años después de la anterior al considerarla preexistente.

«Te quedas sola, se te viene el mundo encima. Y no podía esperar dos años a que me opere la Seguridad Social»

Se operó el 8 de enero –recogieron 20 centímetros de tendón de los isquiotibiales para utilizarlo como ligamento– y está de baja laboral. Un mes después empezó a estirar y doblar la rodilla. «La rehabilitación es lo más doloroso». Está empezando a andar sin muletas y espera hacer una vida normal para mayo. El baloncesto queda más lejos, calcula nueve meses. Pero pachangas, salvo que cambien las cosas. Así que se consuela con ver en la grada cómo sus compañeras empiezan este sábado a partir de las 19:00 horas en el Emperador Teodosio la fase por el título de la Primera Nacional ante Patatas Hijolusa. «Lo echo mucho de menos. Lo vives con envidia, pero muy contenta por ellas». Va cuando puede a los entrenamientos y hace bici o piscina. «Ellas han pasado por ello y te entienden».

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