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Medio año después la plaza Aurelio Hernández, en el barrio de San Millán, ha vuelto a la normalidad. Tras seis meses de trabajos para ... reparar el socavón surgido la noche del 26 de agosto después de una intensa tormenta, la plaza lució ayer por primera vez su nuevo aspecto, ya sin vallas de obra y con una tapa de hierro fundido que revela el punto por el que cedió el suelo y cayeron dos vehículos aparcados en la zona en ese momento.
Ha sido medio año de trabajos para completar una primera fase de la intervención que continuará durante las próximas semanas con una inspección de los cuatro kilómetros de trazado del colector del arroyo Clamores que discurren por debajo de la ciudad, estudio que permitirá al Ayuntamiento disponer por primera vez del trazado exacto del colector para en el futuro programar nuevos trabajos de mantenimiento y restauración.
Pero para abordar nuevas intervenciones primero ha sido necesario acometer lo más urgente. Una vez se produjo el socavón, las primeras actuaciones se centraron en retirar los vehículos 'tragados' por la tierra y sanear los bordes del hundimiento para poder evaluar la estabilidad del edificio y la magnitud del hundimiento producido. Una vez los técnicos municipales constataron que el bloque de viviendas más cercano al socavón no había sufrido daños –en parte, y según el concejal de Obras, Miguel Merino, a que el constructor del inmueble en su día redimensionó la estructura del edificio para salvar la bóveda del Clamores–, se preparó la zona para que maquinaría pesada pudiera acceder al interior de la bóveda.
Al mismo tiempo que avanzaban los primeros trabajos los Bomberos de Segovia y técnicos municipales realizaron una primera inspección visual de los cuatro kilómetros de la bóveda, estudio superficial que permitió una primera valoración del estado del colector, afectado por el paso de los años. «Los mayores daños estaban motivados por el transcurso del tiempo y no tanto por la tormenta», afirma Miguel Merino. Se revisaron los paños laterales de la bóveda, los hastiales y en algunos puntos concretos la propia bóveda en sí. Además se abrió un pozo complementario en la plaza del Doctor Gila y se abordaron tareas de reparación a lo largo de los 400 metros del tramo comprendido entre dicha plaza y la calle del Puente de Sancti Spiritu, donde hace años se produjo otro hundimiento.
Una vez realizadas las primeras intervenciones de reparación de la bóveda se empezó a tapar y rellenar el socavón. «Para quedarnos más tranquilos se aseguró y se reforzó el piloto del edificio que quedó al aire, así como parte del forjado de uno de los garajes que también sufrió alguno de los desperfectos, no con el hundimiento sino con las propia realización de los trabajos», señala el responsable de Obras, Servicios e Infraestructuras. Rellenado el socavón se cambiaron los adoquines, se sustituyen los árboles afectados y se colocó una tapa de hierro fundido de algo más de siete metros cuadrados justo en la zona en la que se produjo el hundimiento la noche del 26 de agosto. De hecho, ha sido su instalación la que ha retrasado la primera fase de las obras un par de meses debido a la complejidad de la tapa, hecha a medida y con doce módulos distintos que se podrán levantar en el futuro para que tanto personas como maquinaría puedan acceder al socavón «dependiendo de las necesidades».
La primera fase de las obras acometidas en el tramo de 400 metros del colector situado entre la plaza de Doctor Gila y la calle Puente de Sancti Spiritu han tenido un coste de entre 450.000 y 500.000 euros, según el concejal Miguel Merino. Decretada en su momento por emergencia, finalmente fue costeada con remanentes de tesorería y otras partidas del presupuesto de 2019 que no se ejecutaron. «A ver que Ayuntamiento modesto como el nuestro se puede permitir el 'lujo' de abordar unas obras de emergencia por ese importe. La obra podría haber sido simplemente rellenar el agujero y tapar, pero hemos querido ser responsables con la situación y hacer un repaso estructural de la bóveda en San Millán», indicó el edil, quien espera que el Gobierno central abone el 50% de la inversión una vez el Ayuntamiento justifique el gasto de una obra incluida en el fondo de intervenciones de emergencia aprobadas por el ejecutivo de Pedro Sánchez tras los daños del temporal.
Completada la primera fase de las obras comenzará una segunda que todavía no tiene fecha prevista y que permitirá al Ayuntamiento de Segovia contar por primera vez con una documentación técnica que describirá las características de toda la bóveda del Clamores. El informe con las particularidades del colector se realizará a través de un georadar que ya ha alquilado la Concejalía de Obras por unos 15.000 euros y que identificará el estado de las paredes y del hastial de la bóveda, siempre y cuando no haya agua en su interior. La presencia de agua es, precisamente, el condicionante que impide a la Concejalía de Obras fijar una fecha para comenzar la inspección. «El colector se anega de agua en la zona de San Millán a los diez minutos de empezar a llover en Nueva Segovia. Hay que hacerlo con prudencia y con un equipos personales capacitados para trabajos en confinamiento», explica Merino. Se ha decidido que los trabajos se realicen de noche, ya que «es el momento en el que menos agua hay», ya que la inspección pretende determinar el estado de la base del Clamores. Por lo tanto, se realizará durante cuatro noches en los que se tenga la seguridad de que no habrá agua en el colector que impida al georadar identificar el estado de toda la bóveda.
La georeferenciación permitirá conocer el trazado exacto del colector, su profundidad en cada punto y sus heterogeneidades en cuanto a profundidad, diámetro y materiales. Recuerda Merino que el colector se empezó a construir a finales del siglo XIX y se terminó a mediados del XX, por lo que su estructura será diferente en función del momento en el que fue construida. El georadar permitirá analizar cómo están y cómo se encuentran esas estructuras con imágenes en 3D y a color.
Con todos esos datos, que requerirán de un mes para ser analizados correctamente, el Ayuntamiento realizará un programa de mantenimiento del colector con inspecciones periódicas y con intervenciones que primero se llevarán a cabo en aquellas zonas que puedan tener un mayor riesgo. «Nos encantaría abordar el colector entero para dejar la infraestructura en perfecto estado de funcionamiento, pero no puede ser así», comenta el edil.
En este sentido señala que tras la primera inspección realizada tras el socavón se observó que el tramo de la bóveda que se encontraba en peores condiciones era el situado en el barrio de San Millán. «Era una zona que ya había generado problemas durante las últimas décadas», declara Miguel Merino, quien subraya que «un encauzamiento en casco urbano y en estas condiciones hay que abordarlo poco a poco y con un plan ordenado de actuación». Algunos de esos planes serán explicados a los vecinos de San Millán esta tarde, en una reunión prevista a las 20:30 horas para detallar los trabajos ejecutados, el estado actual del colector y los planes de futuro.
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