Garcillán se queda sin farmacia y tendrá que esperar a noviembre para un botiquín
La boticaria ha tenido que trasladarse por motivos personales a un pueblo de Valladolid y deja la oficina tras varias décadas de servicio
«Cuando me lo comentó hace ya unos días es como si me hubieran echado un jarro de agua fría, me quedé helado». El alcalde ... de Garcillán, Javier Gómez, todavía le da vueltas a cómo podrán organizarse sus vecinos sin la farmacia «de toda la vida». El regidor ni se acuerda de cuánto tiempo llevaba la boticaria de servicio y atención a cuantos acudían a la que ha sido su oficina y prácticamente su hogar durante décadas. La pena y la tristeza por la marcha de la ya añorada farmacéutica –que ayer por la tarde cerró la puerta por última vez del bajo en el número 15 de la calle Pontón– se mezcla con la zozobra ante cómo queda el municipio desprovisto durante unos meses de este servicio esencial, reflexiona el alcalde.
«Va a ser un trastorno», aventura Gómez, que anticipa también el vericueto administrativo que le espera a la corporación para restituir el cierre de la veterana farmacia por un nuevo servicio de botiquín, al menos al principio y mientras no haya nadie que quiera la concesión de la oficina clausurada. Lo más inmediato y urgente es convocar un pleno, reunir a la corporación municipal del Ayuntamiento de Garcillán y sacar adelante, algo que el alcalde no cree que sea difícil, la petición que formulará el municipio segoviano ante la Junta de Castilla y León para obtener la prestación de un botiquín que supla en parte el vacío que deja el cierre.
Motivos personales
Y es que «no es lo mismo», apunta el regidor. «Sabemos que un botiquín tiene unas limitaciones de horas y quién sabe si con cumplir el mínimo ya vale», comenta mientras echa de menos la predisposición y disponibilidad que la población encontraba en la farmacéutica. Su marcha no ha sido un capricho. «Desde hace ochos meses se ha ido por motivos personales a vivir a un pueblo de Valladolid y ha estado ese tiempo viniendo y yendo, todos los días 150 kilómetros, la situación era insostenible y no ha podido continuar», explica.
Javier Gómez hace sus cuentas y diseña el calendario que queda por delante. Por una parte, el pleno; por otra reunir la documentación que deberán aparejar a la solicitud. Hasta ahí bien, pero la urgencia se topa con una administración que «en agosto es inhábil». Luego está el periodo de información pública para ver si hay farmacias interesadas en adquirir la licencia. La tramitación se coloca en finales de septiembre, principios de octubre. Pero hay que añadir un mes para la instalación del servicio, desgrana el alcalde.
«Así que hasta finales de octubre o noviembre no vamos a tener a nadie físicamente que atienda» las necesidades de los vecinos en lo que se refiere a expedición de medicamentos. Se tendrán que ir a Valverde del Majano, a unos seis kilómetros, pero con el trastorno que supone el desplazamiento para gente mayor o dependiente. «Estos meses se nos van a hacer eternos», suspira preocupado el regidor. Gómez recuerda que a raíz de la pandemia, el municipio tampoco cuenta con consultorio presencial. Asimismo, intuye que toda la atención que se ha dejado de prestar en Garcillán desembocará en los equipos de Primaria de Valverde, por lo que no descarta que «pueda haber algún colapso». En verano, el censo se duplica y llega a los 800 vecinos.
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