La fosa de los milicianos del cementerio de El Espinar arroja los primeros restos
Arqueólogos de la Asociación para la Recuperación de la Memoria ya han encontrado huesos de cuatro republicanos enterrados en julio del 36
La búsqueda de los restos de al menos diecisiete milicianos muertos en El Espinar en los albores de la Guerra Civil española ya ha empezado ... a dar resultados. Hasta la fecha, los arqueólogos de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica han dado con los huesos de cuatro personas en el interior de la fosa común donde fueron enterrados, situada en el cementerio espinariego. La tarea no está resultando fácil. Sepulturas construidas con posterioridad y posibles vaciados complican sobremanera la búsqueda de los restos, aunque los primeros hallazgos mantienen viva la esperanza de recuperar todos los cuerpos. «Empezamos a excavar el lunes. En un primer momento localizamos los restos pertenecientes a tres individuos y ahora estamos trabajando en el hallazgo de una cuarta persona y puede que de una quinta. No parece que vayamos a encontrar a los diecisiete. Es probable que la fosa se haya visto afectada por nuevos enterramientos o posibles vaciados posteriores. Trabajar en un cementerio siempre es difícil», explica el arqueólogo que dirige los trabajos, Serxio Castro.
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Sea cual sea el resultado final de la intervención, que al menos se prolongará hasta los días 7 u 8 de septiembre, la excavación acabará arrojando más luz sobre los hechos históricos acaecidos en El Espinar durante los primeros días de la contienda civil. El 25 de julio de 1936, una columna de milicianos pertenecientes al Círculo Socialista del Oeste de Madrid, en la que también marchaban algunos trabajadores de la Casa de la Moneda, conseguía entrar en El Espinar. «Habían partido de Peguerinos, en la provincia de Ávila, y desde las alturas del Boquerón se introdujeron por el camino de Santa Quiteria, hasta llegar al centro del pueblo. En la plaza de la Corredera tuvieron lugar los primeros choques armados, que posteriormente se trasladarían a la plaza del Ayuntamiento y a la calle Marqués de Perales. Como consecuencia de este combate, se produjeron veinte bajas en las filas republicanas», cuenta Jesús Vázquez, investigador de San Rafael. En su libro 'La iniciación en Segovia del Movimiento Nacional' (1938), Juan de Contreras escribe que los milicianos, alrededor de 800, llegaron a dominar la villa durante unas horas, hasta la irrupción de militares y falangistas.
Entre las víctimas de aquella aciaga jornada figura Eugenio Insua Alós, de veintinueve años, trabajador de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre. Sus nietos llevan años rastreando archivos con el fin de reconstruir la historia familiar y localizar el lugar donde fueron inhumados los restos de Eugenio. «La colaboración de Mariano Maricalva, sepulturero del cementerio, me permitió en el año 2002 localizar el enterramiento. Entonces ya había interés en este tipo de inhumaciones, pero las sucesivas intentonas se fueron aplazando. Afortunadamente, Eugenio López Villa, quien fuera concejal de IU, ha mantenido el contacto con la única familia que ha acreditado la identidad de uno de los fallecidos, Eugenio Insua», explica Jesús Vázquez, convencido de que son veinte los cuerpos que yacen en el fosa común que ahora excava la Asociación para la Recuperación de la Memoria. «Así consta al menos en la ficha de la parcela correspondiente al cementerio de El Espinar», añade.
«Merecen una sepultura digna y una reparación moral»
«Fueron mis hermanos Alejandro y Ángela quienes empezaron a hablar con historiadores e investigadores, pero todo empezó muchos años atrás. Irene, mi abuela, que murió en 1983, tenía indicios de que el cuerpo de Eugenio, su marido, estaba enterrado en el cementerio de El Espinar. Ya en democracia, visitó el cementerio en varias ocasiones», relata Irene Herrera Insua, nieta de Eugenio Insua Alós. La trágica muerte del abuelo siempre ha estado presente en la familia. Madrileño de nacimiento y empleado de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, Eugenio respondió al llamamiento que se hizo a los trabajadores de la fábrica para defender la República tras la sublevación del 18 de julio de 1936. «Hubo un llamamiento a los trabajadores de la Casa de la Moneda para movilizarse, y se alistó. Debía de ser una persona muy comprometida y con una conciencia social definida. La aventura le duró poco. El golpe fue el 18 de julio y a él lo mataron el 25. Una prima de mi madre que entonces era adolescente le contó que lo recordaba vestido de miliciano», apunta Irene.
Eugenio estaba casado y tenia dos hijos, Juan y Rosa María. Juan, afincado en Francia, murió en los ochenta, pero Rosa María, la madre de Irene, tiene ochenta y cuatro años. «Cuando mataron a su padre, era un bebé de seis meses. Lo que sabe de él se lo contó mi abuela, que no quiso hablar de ello durante muchos años, como ha pasado en tantas familias. Eugenio, mi abuelo, era una persona alegre y jovial. Estaba a punto de cumplir treinta años, pues había nacido el 3 de agosto de 1906. Hemos estado en la fosa y hemos visto los cuerpos que han ido emergiendo. Estaban colocados de cualquier manera. Merecen una sepultura digna y una reparación moral».
La Asociación para la Recuperación de la Memoria es la entidad que finalmente esta promoviendo la exhumación. Irene Herrera Insua, una de las nietas de Eugenio, recurrió a ella hace dos años. Ahora, junto a sus hermanos, asiste emocionada al rescate de los huesos de su abuelo y sus compañeros. «Mi madre, hija de Eugenio, todavía vive, y no nos deja de preguntar si se sabe algo. Es un proceso largo. Primero, el dolor y el silencio; después, la esperanza de localizar el enterramiento y colocar en él una lápida; ahora ha llegado el momento de recuperar los restos y cotejarlos con una prueba de ADN. Esperemos que todo vaya bien y aparezcan todos», dice Irene.
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El vicepresidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria, Marco Antonio González, también se muestra esperanzado, aunque reconoce la dificultad que entraña excavar en el interior de un camposanto. «No es lo mismo que trabajar en campo abierto. En los cementerios suele haber muchos movimientos de tierra, a lo largo de los años, y no se trata de tumbas a perpetuidad. Pero poco a poco van saliendo. No sé si conseguiremos localizar todos los cuerpos. Es difícil, porque la numeración que el cementerio tenía en 1936 ha cambiado. Al lado hay un panteón construido con posterioridad... Bueno, al final, hemos abierto. Si no abres nunca sabrás lo que hay», señala González. La asociación busca diecisiete cuerpos. «Es el número que aparece en el libro de enterramientos que nosotros manejamos», puntualiza.
Curiosamente, la fosa de los republicanos linda y se solapa con la que acoge los restos de quienes lucharon por el bando franquista. Es la historia de España misma.
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