Fertilizantes naturales y técnicas manuales para recuperar unas viñas únicas
Los hermanos Camiruaga trabajan en Martín Muñoz de las Posadas
Cerca del límite con la provincia de Ávila, los hermanos Camiruaga se propusieron en 2016 recuperar unos viñedos que llevan plantados en la localidad de Martín Muñoz de las Posadas más de 70 años. Junto con su padre, han creado una bodega que elabora un vino de uva garnacha único en la provincia, ya que por la zona de la campiña segoviana siempre ha primado el tempranillo. «Por una cuestión histórica, la garnacha se vio apartada al considerarse una uva de menos calidad», explica uno de los socios del proyecto, Joaquín González-Herrero Camiruaga. «Pero está volviendo ese gusto por este tipo de uva y se ha visto que pueden salir unos vinos espectaculares».
Para el cultivo y cuidado de estas cepas, utilizan técnicas manuales. «Estamos intentando ser respetuosos con los métodos tradicionales de elaboración de vino», relata Camiruaga, quien explica que, más allá de la imposibilidad de mecanizar el proceso por el modo en que están plantadas las viñas, consideran que el trabajo manual favorece a la protección del medioambiente. De hecho, cree que reconvertir los terrenos dedicados a los cereales donde se encontraban las cepas «es muy positivo», porque, a diferencia del cereal, la uva no se cultiva de manera intensiva. Asegura, además, que no vierten ningún producto químicos en las viñas: como fertilizantes utilizan únicamente basura de oveja y azufre. «Todos son productos naturales y en el menor número posible», subraya.
Otro de los puntos clave de la filosofía de esta familia es, según explican, recuperar el oficio del viñador y fomentar el trabajo en el ámbito rural. Camiruaga destaca la «buena acogida» del proyecto por parte de los vecinos y declara que, «dentro de la vocación de potenciar la economía rural», han llegado a acuerdos con otros productores de garnacha de la zona para comprarles toda la uva y seguir creando alianzas provinciales, con el objetivo último de hacer frente a la despoblación. «Estamos encantados», termina.
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