La familia de la Residencia Provincial
Antiguos alumnos del Hospicio de Segovia vuelven a reunirse para compartir recuerdos y anécdotas
quique yuste
Segovia
Domingo, 30 de junio 2019, 21:28
Los últimos domingos de junio están marcados en rojo en el calendario por aquellos que hasta la década de los setenta fueron criados y educados ... en el Hospicio de Segovia, situado en el Convento de Santa Cruz la Real. Al igual que las navidades son una época que se caracteriza por las reuniones familiares, para los niños que vivieron en 'La Resi' la reunión organizada cada año por la Asociación de Antiguos Alumnos de la Residencia Provincial es una cita ineludible que requiere de su asistencia para recordar, junto a su otra familia, las primeras etapas de sus vidas.
«Fue una postguerra dura, pero estábamos a cubierto»
Nacida en Escarabajosa de Cabezas, entró en el Hospicio con tres años y salió con más de veinte. «Entré en 1938. Mi padre se fue a la guerra y murió. La mayoría de la gente que estábamos ahí habíamos perdido a nuestros padres. Era el sitio donde podíamos ir», afirma Adela San José, quien recuerda como en el torno de la puerta dejaban a muchos niños. «En esos tiempos tan difíciles las madres tenían que trabajar y no nos podían mantener. Yo lo pasaba bien, tanto que en Navidad, cuando mi madre me iba a buscar, quería quedarme con mis compañeras».
Su unión con la gente del Hospicio fue tan fuerte que era frecuente verla por allí, una vez salió de la residencia con su carrera, para pedir consejo a las monjas sobre el modo de criar a sus hijos. Sus recuerdos positivos prevalecen sobre los negativos, entre los que destaca el frío y el hambre. «Fue una postguerra muy dura y muy larga, pero al menos estábamos a cubierto», afirma Adela. «Yo estoy muy contenta por haber estudiado allí. Todo el mundo sabía leer y escribir, algo que fuera no era habitual», señala.
El encuentro se celebra desde 1963. Han pasado ya 56 años desde la primera edición, en la que los antiguos alumnos colaboraban con los niños que en aquel momento residían en el Hospicio. Con el cierre de la residencia a finales de la década de las setenta, la reunión se mantuvo como un evento para compartir y recordar todos aquellos momentos, malos y buenos, que marcaron su formación en el edificio situado junto al Paseo de Santo Domingo. «Es una alegría reunir a más de 200 personas. La gente cada vez se integra más. Nosotros estamos muy orgullosos de que la gente se apunte. Antes quizás eran más reticentes a venir», afirma Chema Muñoz, presidente de la Asociación de Antiguos Alumnos de la Residencia Provincial. «El objetivo de la asociación es mantener unido el grupo», añade.
«Pasábamos hambre
Miguel María Cabrera llegó al Hospicio de Segovia en 1964. «Me faltó mi madre y mi padre no me podía tener. Me tenían que operar de la garganta y no había dinero para ello. A través del alcalde de El Espinar entré allí», recuerda sobre su llegada a la Residencia Provincial, en la que permaneció catorce años. «Es algo que no cambiaría», afirma Miguel.
Aunque con los años considera que la experiencia ha sido positiva para su evolución como persona, su primera impresión de 'La Resi' no fue tan buena. «Me pareció una casa tremendamente fea y mala. Me quería ir de allí. Le pegué un puñetazo a un cristal y me tuvieron que vendar la mano», recuerda de sus primeros días allí. «Luego ha sido una experiencia muy buena en la que he conocido a mucha gente. Los últimos años eran muy buenos». Entre sus peores recuerdos destaca el frío, «con pantalones cortos hasta los catorce años», y el hambre «de calidad y no de cantidad» que se pasaba. Su mejor recuerdo, además de su aprendizaje de música, el día que tomó la comunión, en el que estrenó ropa y le regalaron bombones.
Actos como el celebrado ayer ayudan a mantener ese vínculo que se forjó durante su estancia en el Hospicio. La jornada comenzó con una reunión de voluntarios y una misa en el Santuario de la Fuencisla oficiada por Teodoro Martín, compañero del Hospicio. A su conclusión, los asistentes pudieron disfrutar de un vino español en el que las anécdotas y los recuerdos que compartir fueron abundantes. Posteriormente llegó la comida tradicional, tras la cual –y aprovechando la presencia de la mayoría de socios de la asociación–, se realizó una asamblea ordinaria sin grandes asuntos que tratar.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión