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El sacerdote Valentín Bravo, ayer, en El Espinar. Pedro L. Merino
El expárroco de El Espinar, codo a codo con el padre Ángel para asistir a los 'sin techo'

El expárroco de El Espinar, codo a codo con el padre Ángel para asistir a los 'sin techo'

Valentín Bravo, el primer sacerdote que adoptó un niño, ha superado la enfermedad: «Creo que tuve coronavirus, pero ya estoy bien»

Carlos Álvaro

Segovia

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Viernes, 8 de mayo 2020, 11:37

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A principios de siglo, don Valentín se hizo famoso porque fue el primer sacerdote que adoptó un niño en España, y después ha tenido siempre un lugar en los 'papeles' como promotor del envío de un contenedor entero de alimentos no perecederos a la República de Benín, en África. En El Espinar, donde ejerció como párroco durante más de treinta años, sienten auténtica veneración por él. Desde que dejó la parroquia de San Eutropio, en octubre de 2018, trabaja codo con codo con el padre Ángel y su organización, Mensajeros de la Paz, en la iglesia de San Antón de Madrid. Valentín Bravo (Madrona, Segovia, 1953) ha superado el coronavirus, aunque le resta importancia y prefiere hablar de las personas desfavorecidas, ahora todavía más vulnerables por mor de la crisis sanitaria. «Fue hace ya un mes y no revistió gravedad. Imagino que tuve el coronavirus porque, como a tantas personas, no me han llegado a hacer la prueba, por lo que no puedo afirmarlo con rotundidad. Desde luego, los síntomas eran de ello, aunque se limitaron a cinco o seis días, nada más», cuenta. Fue a mediados de marzo, cuando la pandemia estaba causando verdaderos estragos entre la población tanto de Madrid como de Segovia, provincias entre las que vive Bravo. Afortunadamente, no necesitó ingreso hospitalario. «Tenía fiebre y llamé a la doctora. Bueno, me dieron lo que a todo el mundo –Gelocatil, creo– y permanecí en casa hasta que me fue remitiendo la fiebre. Pero ha pasado ya mucho tiempo, un mes largo, y estoy muy bien, pendiente de quienes lo necesitan».

La crisis sanitaria ha puesto patas arriba la tarea del cura segoviano y acrecentado sus preocupaciones. El cierre de las fronteras ha impedido enviar el contenedor de alimentos a Benín y sufre día a día por ello. «Me tiene el corazón en vilo. Hablo con ellos continuamente. Estamos a la espera y deseando que abran para poder mandarlo, porque las necesidades, en Benin, son de vida o muerte. Espero que pronto los aliviemos con esa pequeña ayuda que nosotros les mandamos», señala.

Mensajeros de la Paz, la ONG del padre Ángel, es la encargada de distribuir los alimentos en la república africana. Ahora, Valentín Bravo se deja la piel en San Antón, una iglesia del centro de Madrid que a diario acoge a personas con necesidades extremas. El coronavirus también ha interrumpido una labor ahora más imprescindible que nunca. «Con el padre Ángel llevo colaborando catorce años. Cuando terminó mi misión en la parroquia de El Espinar, me ofreció trabajar en San Antón y allí estoy. La experiencia está siendo única. Por ello estoy dando las gracias constantemente. No sé cómo quedará todo a partir de ahora. San Antón es una iglesia donde se celebran la eucaristía y algunos sacramentos y se acoge a personas que están sin techo, sin hogar. Otras acuden a pedir consejo y escucha. Bueno, mi vida se desarrolla en esos parámetros y es realmente rica. A partir del lunes retomaremos el culto, una eucaristía al día y, poco a poco, imagino que iremos haciendo otras actividades. A quienes lo necesitan no se les ha dejado de repartir alimento, pero de otra manera. Antes, en la iglesia se daba el desayuno a más de 120 personas, en los propios bancos, pero ahora eso no es posible. Sí se lo damos en unas bolsas y en los restaurantes de Robin Hood, que son también de Mensajeros de la Paz. Así hasta que podamos volver a la normalidad».

Valentín Bravo ha estado al tanto de la polémica suscitada con la supuesta carta que el padre Ángel envió al vicepresidente del Gobierno y líder de Podemos, Pablo Iglesias, dándole la bendición, y no puede evitar enfadarse cuando habla de ello: «Hay gente muy sinvergüenza, y los medios de comunicación tienen muchas cosas buenas, pero cuando se da una noticia hay que contrastarla. El padre Ángel ha escrito esa carta a cientos de personas, entre ellas Pablo Iglesias. Quienes lo publicaron de esa manera sabían que no era así. La mentira y los bulos corroen la sociedad. Se ha querido tergiversar para hacer daño. Yo también bendigo a todo el mundo».

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