Esther Peñalva, ganadera: «Las ovejas deben salir todos los días y no hay pastor que quiera sacarlas»
Un matrimonio segoviano lidia a diario con las restricciones en el transporte y unos precios a la baja
Esther Peñalva y José Antonio Martín, alias 'Pititi', siguen paseando a sus más de 700 ovejas entre carreteras y naves. Es el sustento de vida de este matrimonio segoviano desde hace 26 años y luchan por adaptarse a una rutina más restrictiva, con cada vez más dificultades para contar con un pastor y hasta algunos insultos.
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El matrimonio tiene ovejas en la carretera de Palazuelos de Eresma, La Lastrilla o en Zamarramala. El itinerario habitual incluye pasear a los animales por una zona trasera a La Albuera conocida como Los Polvorines, pero hay un problema añadido: «Según se han puesto las cosas, el pastor no quiere ir», relatan, por riesgo sanitario y por miedo a multas si van tres personas en la misma furgoneta. «¡Y las multan son de 1.000 euros!».
Pese a las directrices de las autoridades sanitarias, a nivel ganadero es importante que vayan tres personas. «Necesitamos que alguien suelte al ganado mientras nosotros hacemos el trabajo en las naves». El pastor se ha convertido en un lujo para que atienda a las ovejas mientras ellos cuidan a los corderos más pequeños. El resultado es más carga de trabajo. «Tienes que estar hasta muy tarde, levantarte muy pronto y uno no está ya para tantos trotes», coinciden Juan Antonio, de 55 años, y Esther, de 45.
El pastoreo es clave para las ovejas y para la economía familiar. «Estando estabuladas viven peor y suben los gastos, salvo que te dediques a ordeñarlas y saques una producción más. Solo con corderos es imposible tenerlas cerradas». La raza castellana da leche, pero no tanto como otras, así que el principal ingreso del matrimonio es destinar su actividad ganadera al consumo de carne. Aun así, la crisis del coronavirus ha complicado sus cuentas. «No se vende todo y baja el precio. Los corderos están más baratos y no se venden tantos kilos para que nos compense. Y cuesta más llevarlos porque la gente ya no quiere venir a por ellos».
Esther se encontró esta semana con un incidente desagradable: un conductor de autobús le insultó cuando bajaba andando desde su casa a la nave. «Empezó a llamarme zorra y me dijo que me fuera a mi puta casa. Claro, yo me quedé atrás, porque iba a trabajar. Primero tienes que preguntar, sobre todo si ves a una mujer con una mochila y un mono puesto. Lo más normal es que vaya a trabajar, digo yo».
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La Guardia Civil paró el viernes al matrimonio. El mensaje es claro: nada más puede ir uno en el vehículo. Pero Esther no tiene carné de conducir. «Tenemos que ir los dos, es que no nos queda otra. Sobre todo si no hay pastor».
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