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El primer sacerdote que adoptó un niño en España cambia de destino

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Pedro L. Merino

El primer sacerdote que adoptó un niño en España cambia de destino

Los espinariegos llenan la iglesia de San Eutropio para despedir a Valentín Bravo, quien ha sido su párroco durante 31 años

pedro l merino

El Espinar

Lunes, 3 de septiembre 2018, 11:45

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Uno de los pilares en los que se ha basado el trabajo de Valentín Bravo como párroco de El Espinar durante estos 31 años y dos meses ha sido acordarse siempre de los que peor lo pasaban, y con esa premisa comenzó ayer sus primeras palabras en la misa de acción de gracias para despedirse de sus feligreses. Tuvo presente al público que estaba en pie para seguir la liturgia, pues desde muy pronto los bancos del templo se llenaron, y también las sillas para ampliar la capacidad. Nunca había estado tan llena la iglesia y el motivo requería tan numeroso acompañamiento.

No faltó nadie a la cita. Llegados desde cualquier rincón de la provincia, desde Madrid, familiares y amigos, el coro que siempre le acompañó en las celebraciones, una representación de la banda municipal, las catequistas, la alcaldesa Alicia Palomo y los concejales... todos estuvieron en esta misa, que también era un acto de homenaje y apoyo a Valentín. En la homilía, Bravo recordó su conversación con el obispo de Segovia, César Franco, para manifestarle en persona su contrariedad ante la decisión de apartarle de la comunidad espinariega. Pero no quiso dar más importancia a esta decisión y se centró en el reconocimiento hacia los vecinos, para destacar varias veces que ha sido «un honor, un inmenso honor, haber sido vuestro sacerdote».

La idea de su labor de ayudar a los más desfavorecidos la dejó patente también en la homilía, al evocar su visita a Perú, a los orfanatos de la región de Gómel en Bielorrusia, a los damnificados por el terremoto de Haití, y también los viajes para ayudar en las necesidades de los hospitales y colegios de Benín. Asimismo, recordó su firme compromiso para seguir liderando la recogida de ayuda humanitaria para esta zona de África, a la que cada año envían 25 toneladas de material médico, principalmente. La colecta de la misa de despedida se destinará para los colegios de esa zona.

Legado

Sin duda, este es uno de sus grandes legados. Valentín Bravo ha vivido épocas muy importantes en el municipio de El Espinar, como la inauguración de la casa parroquial hace más de veinte años, o cuando se cambió la campana de la iglesia. También deja una gran labor en la mejora de los actos religiosos, como la potenciación de la Semana Santa espinariega, en la que ha conseguido implicar a muchos jóvenes de la población para que participen como actores, logrando así una celebración más atractiva en todos los aspectos, no solo el puramente religioso. Además, las cofradías han recibido un gran respaldo con la celebración de sus fiestas, y como ejemplo hay que mencionar la de San Antón, que comenzó a celebrar después de que casi hubiera desaparecido y ahora es la primer cita obligada para todos los amantes de los animales.

Tras la celebración de la eucaristía, en la que no dejó de agradecer a todos los asistentes las muestras de apoyo y cariño, llegaron las palabras y regalos de los colectivos y espinariegos que han trabajado con él más de cerca, como el coro, las catequistas, cofradías, y también representantes municipales. Cada grupo le dirigió sus propias palabras, y la emoción se desbordó en todos ellos, para arropar en el altar a Valentín Bravo en sus últimos momentos oficiales como párroco de la localidad.

El sacerdote tuvo un especial recuerdo para sus familiares, presentes en los primeros bancos de la iglesia, pero sobre todo para dos personas: Alosa, su hijo –fue el primer cura en adoptar un niño en España–, y Nati, que siempre estuvo codo con codo ayudando en todo cuanto emprendía. Seguro que Valentín Bravo lo seguirá haciendo desde sus nuevas responsabilidades, sin dejar de ser vecino de la localidad, junto al Padre Ángel y la ONG Mensajeros de la Paz, en la que se comprometió a ser un embajador de El Espinar.

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