La dulzaina y el tamboril nunca pasan de moda
En los últimos años se ha apreciado un repunte de matriculados en las escuelas que imparten clases de instrumentos tradicionales en la provincia de Segovia
En estos tiempos de Inteligencia Artificial, de reguetón y trap, pudiera parecer que la música tradicional, que en esta tierra tiene como estandarte la dulzaina, ha pasado de moda; pero en los últimos años el número de alumnos inscritos en los centros que imparten estas enseñanzas por la provincia ha experimentado un repunte.
La Escuela de Dulzaina de Segovia se creó en 1982 con el apoyo de la Diputación, a lo que suma desde 1995 el convenio suscrito con el Ayuntamiento de la capital. Tras una gran acogida inicial, ha tenido diversos altibajos en cuanto al número de matriculados, pero se ha mantenido activa durante estas cuatro décadas, destacando que en 2016 se constituyó como asociación cultural.
En este curso cuenta con la cifra más elevada de inscritos del último lustro, con 63 matriculados, de los que 29 cursan dulzaina, 29 percusión y cinco optan por ambas modalidades. Comparativamente con los datos que tenía la escuela en el ejercicio 2018-2019, supone un crecimiento del 70% al pasar de 38 matriculados entonces a los más de sesenta de hoy en día.
«Espero que este año se publique un cancionero que era un antiguo proyecto de la escuela que se retomó hace un par de años»
Miguel Ángel Nogales
Presidente de la Asociación Cultural de la Escuela de Dulzaina
El incremento se sustenta básicamente en los menores y en la disciplina de percusión, como indica Miguel Ángel Nogales, presidente de la asociación cultural: «Estamos a tope en percusión, desbordados. A los niños para venir les resulta más sencillo y solemos tener una media de cinco estudiantes nuevos por curso», comenta. Tanto es así que el año pasado tuvieron que dejar a seis candidatos sin plaza porque no había sitio para todos, ya que el espacio del que disponen para las clases es reducido.
Este es precisamente uno de los problemas que tiene la escuela, que antes de la pandemia impartía las enseñanzas en el colegio Villalpando, y previamente, en el Diego de Colmenares; pero con las medidas impuestas a causa de la covid-19 no pudieron continuar en los centros escolares y se tuvieron que trasladar a la antigua Fábrica de Borra, en la Alameda del Parral.
Desde los ocho hasta los setenta años
La Escuela de Dulzaina está formada por un grupo heterogéneo que va desde los ocho años hasta los septuagenarios. Algunos de los alumnos veteranos ya han formado sus propios grupos y actúan en fiestas y eventos a lo largo y ancho de la provincia. La directiva se está valorando poner en marcha una iniciativa para dar cabida a las personas que ya tienen más rodaje y que podrían seguir vinculados al centro, no acudiendo a las clases ya que algunos llevan muchos años, sino ensayando regularmente para una nueva agrupación musical propia de la escuela.
Tras la suspensión de las clases por el estado de alarma decretado por el Gobierno el 13 de marzo de 2020, el curso siguiente fue el más complicado y hubo un bajón importante, quedándose en 37 alumnos; pero a partir de ese momento fueron recuperando poco a poco la matrícula aumentando en dos cursos un 50%.
«Estamos a tope en percusión. A los niños para venir les resulta más sencillo y solemos tener una media de cinco estudiantes nuevos por curso»
Miguel Ángel Nogales
Presidente de la Asociación Cultural de la Escuela de Dulzaina
La Escuela de Dulzaina cuenta con tres profesores: José María Andrés y Diego Barreno en dulzaina, mientras que Javier Gonzáles da las clases de percusión. Recientemente han celebrado el cuadragésimo aniversario y Nogales se marca un objetivo. Indica que, «con mucho trabajo, espero que este año se publique un cancionero que era un antiguo proyecto de la escuela que se retomó hace un par de años».
Además de la de la capital, la provincia cuenta con otras entidades que recibieron ayudas de la Diputación para mantener viva la tradición musical: Cuéllar, Cantalejo, Carbonero el Mayor y el Real Sitio de San Ildefonso. En el caso de Carbonero el Mayor cuentan con cerca de 150 matriculados. El crecimiento desde 2020 ha sido constante con alumnos de la localidad y de otro pueblos que reciben las clases y con edades diversas, como indica el profesor de percusión Gerardo Muñoz. «A partir de los cuatro años empiezan con el tamboril, aunque luego también cuentan con gente de distintas edades, desde los más pequeños hasta mayores». En percusión son en torno a cien matriculados; y en dulzaina, con el profesor Miguel Mayo, ronda el medio centenar.
También cantares y percusión
Otra localidad muy vinculada a la música tradicional es San Pedro de Gaíllos, que cuenta con el Centro de Interpretación del Folklore y el Museo del Paloteo. En este municipio, que ronda los 300 habitantes, cuentan con 25 matriculados, que van desde niños de ocho años hasta jubilados que se han asentado en el pueblo recientemente. El curso pasado se incorporó una nueva opción al margen de dulzaina y redoblante (tamboril). Se trata de la clase de cantares y percusión, que ha tenido buena acogida copando la mitad del total de la matrícula. En este caso se centran en instrumentos tradicionales. A la escuela también acuden alumnos de otras localidades como Villafranca del Condado, Sebúlcor, Ribota, etcétera.
No todos los centros han experimentado esos incrementos de inscripciones. En Cantalejo, que lleva funcionando desde 2002, en total hay casi cien alumnos repartidos en las distintas especialidades, aunque únicamente hay uno en dulzaina y otro en tamboril. La matrícula en estos instrumentos ha ido bajando en los últimos años. Llegó a haber media docena de aprendices en cada modalidad. Además, este año la categoría de canto tradicional no tiene ningún alumno.
Al margen de estas escuelas, el Conservatorio Profesional de Segovia imparte desde el curso 2009-2010 enseñanzas oficiales de dulzaina, el único en Castilla y León. Este curso hay trece matriculados, de los que el 60% son adultos. El profesor de esta especialidad es Ricardo Ramos. Sobre el perfil de los estudiantes señala que en parte provienen de las escuelas repartidas por la provincia, por lo que ya cuentan con unos conocimientos del instrumento y su objetivo es perfeccionarse y obtener una titulación oficial.
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