Dudas y advertencias en el primer día del uso obligatorio de las mascarillas en Segovia

Un señor llama la atención a una joven que la lleva en el brazo mientras apura su cigarrillo, otros dialogan sobre la forma correcta de su colocación; una pareja se las quita para hacerse un selfi junto al Acueducto (que se reconozca que han estado en Segovia); esas miradas de unos padres a unos niños que no la llevan;un vistazo a las personas que toman tranquilamente su consumición en las terrazas (el calor se deja notar desde por la mañana), a los que hacen deporte o van en bicicleta, con los agentes de la Policía Local bien atenta para advertir e informar a los más 'despistados'... Sí, está en boca de todos (también en la nariz, que no solo sirve para tapar bocas). Como si se tratara de una adivinanza, es la mascarilla.

Estas (y otras) son situaciones que se han dado en el primer día de uso obligatorio de la mascarilla también en Segovia. El grado de cumplimiento en estos primeros compases es alto en líneas generales. A pesar de que en ocasiones resulte un tanto incómoda, es cuestión de acostumbrarse a su uso y no salir de casa sin ella.

Quién iba a pensar que este elemento de protección de diferentes modas, estilos, colores... se iba a convertir en algo tan imprescindible y elemental. Y más ahora, que su uso ya se exige (para mayores de seis años) en espacios al aire libre y en lugares cerrados de uso público, con independencia de que se guarde la distancia mínima de metro y medio entre las personas.

Pocos son los casos que quedan al margen de esta obligatoriedad, además del domicilio familiar. Las excepciones habilitadas por la Junta de Castilla y León son el consumo de alimentos y bebidas, la práctica de actividad física y la estancia en espacios naturales fuera de los núcleos de población. Tampoco será obligatoria en las piscinas (las que estén abiertas), aunque en este caso siempre que se mantenga la distancia interpersonal.

Puede que llame más la atención en los bares y restaurantes y en los fumadores (no pueden hacerlo con la mascarilla puesta). Todavía sigue siendo un gesto instintivo el entrar a un establecimiento, quitarse las gomas que aprisionan las orejas (con ese alivio que supone) y retirar la mascarilla, o quitársela y ponérsela de muñequera... La mascarilla tiene que estar bien presente, que si no, multa al canto. La mayoría de los segovianos lo saben. Si uno va a comer habrá que acostumbrarse a hacerlo protegido; toda precaución es poca.

Con algún que otro criterio sobre su utilidad si se mantienen las distancias, la mayoría de las opiniones coinciden en que es una medida acertada si al final se consigue el objetivo que se persigue, que es vencer al coronavirus.

Jesús Castellanos, vicepresidente de la Agrupación Industrial de Hosteleros Segovianos (Aihs) es también de esa opinión. «Si afecta a nuestro sector, creo que nos afecta positivamente porque nosotros siempre hemos pedido las mayores garantías de seguridad y si una garantía de seguridad es llevar la mascarilla puesta pues estamos encantados», apuntó.

«Además, pensamos que es una medida que se tenía que haber tomado desde un principio porque es que no va afectar para nada. Uno está sentado en la terraza o en una barra, tiene puesta la mascarilla, se la aparta de la boca para comer o para beber y si el cliente está así más seguro, nosotros encantados de la vida. Creemos que esta medida se tenía que haber tomado desde un primer momento. Nuestra postura siempre ha sido la misma; estamos de acuerdo con todas las garantías sanitarias posibles», manifestó.