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César de la Fuente, investigador con raíces en Fuenterrebollo, ha desarrollado la aplicación para detectar la covid-19 desde el teléfono móvil. El Norte

La detección de la covid, en cuatro minutos y con el móvil

INVESTIGACIÓN ·

El profesor César de la Fuente, con raíces en Fuenterrebollo, ha desarrollado una aplicación que permite detectar a través del teléfono si una persona está contagiada

BERTA JIMÉNEZ

Domingo, 31 de enero 2021, 10:09

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El investigador y profesor en la Universidad de Pensilvania César de la Fuente ha desarrollado junto con su equipo un test que permite detectar si una persona está contagiada o no por coronavirus en tan solo cuatro minutos. Gallego de raíces segovianas, este científico lleva años trabajando en Estados Unidos en el ámbito de la biotecnología y es un referente a nivel internacional con tan solo 35 años.

El nuevo test de detección de la covid-19, que han desarrollado en cinco meses, funciona con una muestra nasal o de saliva, un chip y un móvil. «La saliva se pone directamente en el chip. Después el chip se conecta con un aparato que se llama potenciostato y ese aparato se conecta a través de un USB al móvil», detalla De la Fuente. El investigador explica que, a través de tecnología electroquímica, el potenciostato convierte esa señal química en una señal eléctrica, lo que hace que se pueda «detectar muy fácilmente». Posteriormente, una aplicación instalada en el móvil indica si la muestra está infectada o no. «Es un proceso muy rápido, se puede detectar el virus en 4 minutos», resume.

Por el momento, el invento es un primer prototipo y están intentando mejorarlo. «Hemos trabajado muy duro», declara De la Fuente. La patente ya está enviada y ahora el próximo paso es conseguir democratizarlo y que pueda ser accesible al mayor número de personas posible. Para ello, su grupo de investigación se está planteando «crear una compañía para poder manufacturar estos chips», dado que solo es posible crearlos con una impresora especial diseñada por su propio laboratorio. De la Fuente afirma que están evaluando los materiales para enviar a la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA), que es la entidad responsable de aprobar en Estados Unidos todos estos tipos de diagnóstico para su uso en la población.

El campo de investigación de César de la Fuente hasta ahora no eran los virus sino las bacterias. Se dedicaba al diseño de moléculas que pudieran combatir las superbacterias, es decir, aquellas que muestran más resistencia a los antibióticos. Recuerda que cuando empezó la pandemia del coronavirus se preguntó cómo podía contribuir a mejorar la situación. «Sentí responsabilidad como investigador en el campo de las enfermedades infecciosas», cuenta.

En estos últimos meses, su laboratorio se ha centrado en buscar soluciones que puedan ayudar a frenar la expansión de la covid-19 pero reitera que no han abandonado su tema principal: «Lo que hemos hecho ha sido expandir nuestro repertorio para aportar nuestro granito de arena a esta pandemia. Expandimos nuestras líneas de investigación para incorporar esta del diagnóstico del coronavirus, pero estamos continuando todas nuestras otras líneas».

De la Fuente ahora trabaja como profesor en la Universidad de Pensilvania, donde lidera un equipo de 12 personas. Pero fue en la Universidad de León donde realizó sus estudios. Tras doctorarse en la Universidad de British Columbia (Canadá) en Microbiología e Inmunología, trabajó durante más de tres años en el Massachusetts Institute of Technology (MIT), una de las instituciones más prestigiosas del mundo.

A lo largo de su carrera ha recibido continuos reconocimientos. Fue elegido como uno de los mejores innovadores mundiales menores de 35 años precisamente por el MIT en 2019, y la American Chemical Society le nombró Mejor Joven Investigador de Estados Unidos el pasado año. De la Fuente reconoce que recibir estas distinciones «es un honor» aunque en seguida comparte el mérito con sus compañeros: «Estoy rodeado de gente brillante. Es un placer trabajar con ellos y aventurarnos en lo desconocido cada día».

«Buen recuerdo de Segovia»

Aunque nació en A Coruña, este investigador tiene una fuerte vinculación con Segovia. Su padre era de Fuenterrebollo, localidad situada al norte de Cantalejo, a poco más de cuatro kilómetros. Relata que algunos veranos los pasó allí, donde aún tiene familiares. «De pequeños íbamos a veranear por Segovia y Fuenterrebollo, a disfrutar del cochinillo. También recuerdo ir por Cantalejo», señala entre risas, y admite que guarda buenos recuerdos: «Tengo muy buenas memorias de esa tierra».

La última vez que visitó el pueblo fue hace tres años. «Es una tierra muy bonita, con buena comida y buena gente», declara. Y ante la pregunta de si querría volver a trabajar en España algún día, duda («nunca sabes lo que va a ocurrir en el futuro»). Eso sí, no descarta venir de visita cuando sus obligaciones laborales le den un respiro. «Obviamente, me encanta España y me encanta volver para estar con mi familia y mis amigos. Y me encanta la calidad de vida que hay allí», asevera el biólogo con raíces en Fuenterrebollo.

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