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Jorge Rodríguez posa con el cómic. Antonio Tanarro
«Hay que contar la historia de una manera cachonda»

«Hay que contar la historia de una manera cachonda»

Afincado en Segovia desde hace unos meses, este madrileño de 53 años ha creado un tebeo sobre los comuneros

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Domingo, 10 de noviembre 2019, 12:20

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Jorge Rodríguez Marcos, madrileño de 53 años aunque afincado en Segovia, es 'freelance' de la ilustración desde 1992. Estudiante de Bellas Artes, el tebeo ha sido siempre su pasión, aunque ha trabajado otros estilos. Él se define como dibujante. «Si me pudiera dedicar exclusivamente al cómic, encantado de la vida, pero hay que hacer otras cosas». La familia de su madre es segoviana y él reside en la ciudad desde hace unos meses. Así surgió su último cómic, 'Los comuneros. 500 años de una rebelión'.

–¿Cómo surgió el proyecto?

–Un poco de casualidad. Acababa de terminar un tebeo con el Ministerio de Defensa sobre la vuelta al mundo de Elcano. Tocaba de rebote el tema de la rebelión comunera, pero apenas le dedicamos media página. Me tuve que venir a vivir a Segovia por cuestiones personales a primeros de mayo y oí por la radio lo del quinto centenario. Justo coincidió que estaba la feria del libro y dije: voy a ver si a alguna editorial segoviana le interesa. Ya la primera que toqué [Derviche] me dijo que sí.

–¿Qué lenguaje había utilizado en el tebeo de Elcano?

–Contamos la gesta y la historia de España en esos años. Había que ser absolutamente fieles a la historia y contarlo de una manera cachonda para que los chavales lo leyeran, aprendieran y no se les hiciera muy ladrillo.

–¿Y cómo se cuenta de una forma cachonda?

–Primero, intentando no meter unos textos extensísimos. Hay que concretar, extractar y simplificar todo lo posible sin faltar a la verdad. Es una historia que da juego, un marino que en el siglo XVI se da la vuelta al mundo con unos barcos de mierda. No se trata de ir a un dibujo realista de grandes gestas, sino a un tono más belga o francés, de caricatura. Y un lenguaje cercano a ellos, aunque esto es más difícil porque cambia día a día.

–¿Qué expresiones 'millennials' tiene su tebeo sobre los comuneros?

–No sé si 'millennials', pero no hablan con un castellano viejo. Por ejemplo, hay un pergamino que dice: «¿Pero cómo era eso de España? ¿Dónde queda exactamente? ¿Qué tal se enrollan los nativos».

–¿Cómo se incentiva a los jóvenes con la historia?

–Ojalá lo supiera. Haciéndosela lo más amena y agradable posible. Me gustaría saberlo, desde luego. Lo usaría.

–¿Cómo ha recreado la época comunera?

–Con el tebeo de Elcano tenía reuniones con los marinos comandantes. Me pasaban toda la documentación, así que esa parte estaba trabajada. Había que adaptarlo a la Castilla del siglo XVI. Hay que leer todo lo que pillas y lo recreas con imaginación. Para la ropa, te fijas en cuadros. El paisaje no es mayor problema. Para los ambientes, todos hemos visto cine. Es inventiva, intentar no meter la pata y no colar cosas raras. Salvo que sea un chiste.

–¿Hay hueco para el humor en una historia dramática?

–Tampoco es partirse el pecho de risa, pero humor puede haber casi todo. Son tres héroes, pero al fin y al cabo eran humanos con sus miserias. No hay que buscar el punto de vista épico, sino todo lo contrario, incluso bufo. Por ejemplo, hay una parte en la que dice que la salubridad y la higiene pública no eran algo muy valorado. Sale un tío poniendo un huevo, otro aliviándose de vientre y una mujer tirando los desechos por la ventana. Y es dramático, la gente se moría de peste. O cuando viene Chievres [el cortesano que acompañaba a Carlos I] y dice: «Paquito, tío, vete desalojando el trono, que nos lo quedamos. Así que, puerta».

–¿Qué particularidades tiene la sociedad segoviana?

–Ahora mismo estamos haciendo un cómic de la sociedad segoviana desde el Big Bang hasta la actualidad. Ahí está más definido ese carácter. Imagina al rey de la época tomándose unas cañas y unos pinchos mientras comenta con un paisano el resultado de la supuesta Sego del siglo XIII.

–¿Qué trazo tiene esa identidad?

–Es una persona castellana, seria, muy malhablada. Austera, quizás. En el tebeo de los comuneros, cuando linchan a un representante, le lanzan un cochinillo.

–¿Está el sector del cómic en auge?

–Yo que sé... Llevo desde los años 80, que esto era jauja, y todo ha cambiado muchísimo. Lo del tebeo mensual murió, hay que esperar a la novela gráfica y que alguien te la publique.

–¿Qué obstáculos encuentra?

–Que no se vende lo suficiente para que quien lo edita gane pasta. Tú vendes tu trabajo a quien quiera comprarlo. Si lo consigues, bien. Si no, a otro proyecto o encargos de publicidad. Mira que en España hay dibujantes de lujo, pero no hay financieros, salvo cuatro excepciones. ¿Cuánta gente lee tebeos en España? Somos cuatro gatos.

–¿Qué efectos han tenido las nuevas tecnologías?

–A mí no me ha afectado porque yo trabajo a mano: lápiz, pincel y acuarelas. Es verdad que mucha gente se ha apuntado a ellas, yo me apaño así.

–Tras investigar a los comuneros, ¿qué lección aplicaría en el presente?

–Hombre, la rebelión ante una injusticia grande. Pero claro, no eran precisamente labradores. Se rebotan unos privilegiados, no precisamente el pueblo llano. Querían cargarse el poder flamenco, pero poniendo a un castellano afín. El pueblo iba a estar igual de puteado.

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