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mónica rico
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Miércoles, 12 de junio 2019, 19:29
Aire puro, agua limpia y comida sana. Eso es lo que se necesita para vivir, porque «de eso viven nuestras células». Sin embargo, les ... damos «aire contaminado y comida llena de herbicidas y pesticidas». Y de ahí vienen muchas de las actuales enfermedades ambientales, cada vez más numerosas y más conocidas. Así lo aseguró Pilar Muñoz Calero, doctora en Medicina, especialista en Pediatría, Neonatología, Estomatología y Adicciones. En la charla que impartió en el colegio Santa Clara, dentro de la Semana de la Actividad Física y la Salud, alertó de «la contaminación química que nos acecha». La doctora Muñoz puede hablar de estos temas en primera persona, pues padece sensibilidad química.
«Hace veinte años mi organismo era un depósito de desechos», explicó, con altos niveles de mercurio y una salud muy deteriorada. Incluso le obligaba a desplazarse en silla de ruedas. «Solo podía estar al aire libre», señaló. No pudo tratarse en España, pues los médicos desconocían su dolencia, por lo que viajó a Estados Unidos, donde le realizaron un diagnóstico y «volví a conocer una serie de factores que afectan a nuestra salud, que lo que respiramos y comemos nos puede enfermar».
Le sirvió para retomar sus estudios de medicina, «pero de otra manera». Se preocupó más por la bioquímica y la medicina ambiental, cuyos principales conceptos y principios básicos detalló durante su charla. Entre ellos la 'carga corporal total', la cantidad a la que estamos expuestos y el organismo tiene que aceptar; o la 'bipolaridad': «Cuando me expongo a un tóxico al principio aparece como una euforia, pero luego como una depresión, lo que pasa con cientos de tóxicos». O la 'individualidad bioquímica', teniendo en cuenta que no todo el mundo procesa cada producto de la misma manera y cada uno responde de una forma diferente.
Muñoz Calero, que también es directora de una cátedra de Patología y Medio Ambiente en la Universidad Complutense de Madrid, explicó que hoy día «todo el mundo conoce la contaminación de los coches y de las industrias», pero también la tenemos en casa. De hecho, mostró algunos artículos que señalan cómo el uso de determinados productos de limpieza afecta tanto como fumar veinte cigarros al día y que perfumes o colonias contribuyen a la contaminación más que los coches.
Los efectos de esta contaminación y su aplicación clínica son estudiados por la medicina ambiental, que ya se reconoció en la asamblea parlamentaria del Consejo de Europa en 2009 como una nueva disciplina médica transversal, entonces se aprobó la recomendación de reformar y asegurar la implementación general en conexión con el problema de polución dentro de las casas o edificios, además de apoyar activamente a asociaciones que trabajan en el campo de la salud ambiental y de las enfermedades asociadas con el ambiente, entre otras cuestiones.
Entre sus conclusiones, Muñoz Calero advirtió que el cáncer ya se considera una enfermedad ambiental, y que muchos de los tóxicos ambientales son también origen de cáncer. A su juicio, el ser humano ha sido «ingenuo» al pensar que tras contaminar «el aire, el agua, la tierra y los alimentos, transformar el clima, destruir bosques y selvas», nada de eso influiría en su salud.
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