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Eduardo Juárez posa sentado junto a una fuente. Óscar Costa
Un chute de oxígeno para la mente y frente a la «intoxicación»

Un chute de oxígeno para la mente y frente a la «intoxicación»

Eduardo Juárez aporta en 'Diario de un cronista apestado' su experiencia como enfermo que estuvo 21 días ingresado con covid en el Hospital de Segovia durante la primera ola

Domingo, 20 de febrero 2022, 22:25

'Diario de un cronista apestado'. El título lo dice todo. Es la experiencia que vivió el escritor e historiador Eduardo Juárez durante los veintiún días que estuvo hospitalizado por covid-19 y que en la tarde de este sábado ha vestido de largo en el Ayuntamiento del Real Sitio de San Ildefonso. El libro es «un diario en el que cuento mi experiencia personal a través del coronavirus», desde una de esas fechas que queda grabada en su memoria, la del día 10 de marzo de 2020. «Es cuando empecé a tener síntomas y creo que fue cuando me contagié en Madrid, en la Universidad».

Desde aquel día hasta el 7 de abril por la tarde, «cuando me sacaron del hospital ya con el alta provisional y me llevaron a mi casa en vías de recuperación» después de pasar veintiún días, con sus horas, sus minutos, sus segundos, ingresado.

«Es una experiencia que no es que sea indescriptible porque se puede escribir un libro; pero sí que es interesante para todo el que quiera saber lo que fue pasar el horror del coronavirus en los primeros momentos». Fueron los peores días de la pandemia, llenos de confusión y con situaciones desgarradoras.

«Sacarlo de mi cabeza»

Hay varias razones por las que Eduardo Juárez se decidió a escribir este libro. «La principal tiende a sacarlo de mi cabeza; uno no puede estar el resto de su vida teniendo recurrencias en los recuerdos a los veintiún días que pasé allí, porque si bien en los últimos tres veía la calle y estaba feliz porque iba a salir, los anteriores los hubo terroríficos y no solo por lo que me pasaba a mí, que también, sino por todo lo que me rodeaba», recuerda el autor.

«Me encuentro físicamente bien, he subido todos los picos que hay alrededor de La Granja»

eduardo juárez

Escritor

Desde ese punto de vista casi terapéutico «he querido sacarlo de mi mente y dejarlo allí». Otra razón añadida. «Todo el mundo y los sanitarios cuando se enteraron de que era escritor, me decían que tenía que escribir un libro, que tenía que sobrevivir y contarlo. Era fuerte», añade el cronista. Así que hizo caso a tantas personas que le ayudaron y le pidieron que lo escribiera, «por toda la intoxicación que había en torno al coronavirus, todas las mentiras y falacias que se cuentan alrededor del lo que era el Hospital de Segovia, de la atención que tenía, de lo que hacían los médicos y sanitarios».

Eduardo Juárez revela que «conmigo probaron de todo, pero confiaba en ellos». En conclusión, «lo que trato es dar un poco de luz desde el punto de vista del enfermo, un testimonio que espero que sea válido».

Distintas fases

En esas tres semanas pasó por diferentes fases. «Hay una primera parte de miedo aterrador, tienes esa enfermedad que todos dicen como la peste negra o la peste bubónica», relata Juárez. La segunda fase es la de que «te vas, te mueres».

Posteriormente, cuenta la estabilización en la gravedad del diagnóstico y al final, «gracias al equipo sanitario del Hospital de Segovia y a la valentía de aplicar innovaciones y propuestas en el proceso de oxigenación en los pulmones que, como los míos estaban hechos polvo, empecé a salir». El escritor evoca el día que le pusieron las gafas después de haber vivido boca abajo. «Verme sentado en la cama con unas gafas de oxígeno fue la alegría de vivir», pone de manifiesto.

«Después de haber vivido boca abajo, verme sentado en la cama con unas gafas de oxígeno fue la alegría de vivir»

eduardo juárez

Escritor

Ha pasado el tiempo. «Ahora me encuentro estupendo; pensé, cuando salí del hospital que había que tomarse la vida de otra manera, trabajar menos, pero creo que incluso ahora trabajo más». Juárez comparte que no para de escribir, de hacer proyectos, de buscar cosas qué hacer. «Me encuentro físicamente bien, he subido todos los picos que hay alrededor de La Granja, Siete Picos, La Mujer Muerta, Peñalara, La Atalaya... habré perdido como quince o dieciséis kilos y me encuentro físicamente mejor y espero retomar los viajes por el Camino de Santiago», confiesa.

Mentalmente también se siente fuerte, con la deformación profesional como historiador que le hace verlo todo como pasado. «Veo esa parte de mi vida como si fuera un documento del siglo XII, algo que ya ha ocurrido y que no afecta nada más que al conocimiento del presente».

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