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Instalaciones del Servicio de Agricultura y Ganadería de la Junta. Al fondo, el campanario de la iglesia de San Lorenzo. A. de Torre
El campo en la ciudad
De Calle en Calle

El campo en la ciudad

La Unión de Campesinos tiene su sede en la calle de Santa Catalina desde el año 2008

claudia carrascal

Segovia

Lunes, 23 de octubre 2017, 13:59

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Esta calle descendente del barrio de San Lorenzo todavía conserva casas y muros de construcciones antiguas, mezclados con edificios más modernos de tres alturas. Es una vía residencial de una sola dirección para el tráfico y decenas de plazas de aparcamiento a ambos lados de la calzada. No obstante, también tienen la sede en esta calle algunos negocios, entre los que se encuentran una peluquería, hostal, asesoría, farmacia, gimnasio o cafetería.

Tiene su entrada por la Vía de Roma y salida a la plaza de San Lorenzo. Se llama así por la iglesia románica de Santa Catalina, que se hallaba al lado del puente sobre el Eresma. De hecho, los cimientos de este templo existieron hasta la construcción del puente.

Desde febrero de 2008 tiene en este emplazamiento su oficina el sindicato agrario Unión de Campesinos de Castilla y León en Segovia, que cuenta con en torno a 1.500 afiliados. La organización lleva funcionando desde 1977 aunque al principio era conocida como Unión de Labradores y Ganaderos de Segovia y nació a raíz de los problemas y disconformidades existentes con el suministro de remolacha.

La misión de la UCCL es la defensa de los intereses de los agricultores y ganaderos de Segovia ante las administraciones y ante las situaciones del mercado. Su coordinador provincial, Juan Manuel Palomares, destaca también la importancia del sindicato para el fomento del desarrollo cooperativo. Hay dos organizaciones cooperativas en la provincia, la del campo, Glus I, con cerca de mil socios a los que suministra materias primas y herramientas para llevar a cabo su actividad. También recoge su producto para la comercialización. En la misma línea pero para la el trabajo de los ganaderos está Mesenor, que cuenta con unos 300 socios. Este modelo de comercialización de productos a través de cooperativas es, según Palomares, el más recomendado porque permite negociar precios más interesantes, facilita la comercialización y permite trabajar directamente con los consumidores, sin mayoristas intermediarios, por lo que se ahorran costes importantes.

No solo es una organización de defensa del sector agrario y ganadero, sino también de los intereses del medio rural en el que se realizan estas actividades. Un objetivo que desarrolla a través de Iniciativa Social de Mujeres Rurales (Ismur) que trata de fomentar la presencia y participación de las mujeres del medio rural en todos los ámbitos: económico, laboral, cultural y social.

Ismur dirige sus acciones, en especial, a las mujeres, pero también a hombres, niños, jóvenes, inmigrantes, personas mayores o dependientes vinculados o no al sector agrario y ganadero. Además, atiende las necesidades y denuncia los problemas que afectan a los pueblos en materia de transportes, mejora de comunicaciones, acceso a Internet y banda ancha, formación para el empleo, ocio, revalorización del territorio y nuevas tecnologías.

Este sindicato independiente, y sin lazos con ninguna organización política, según destaca Palomares, atribuye a la falta de relevo generacional, pero sobre todo a los limitados niveles de rentabilidad los problemas más serios del sector. «La renta agraria se diferencia cada vez más de la renta general española. El agricultor recibe los mismos precios desde hace 40 años, mientras que los consumidores pagan por ellos entre cuatro y seis veces más», explica.

Además, en su opinión, las ayudas de la Política Agraria Común, destinadas a paliar esta situación, no compensan las diferencias. Esto está consolidando «unas diferencias de distribución brutales y perversas que han permitido que unos pocos acaparen los beneficios en lugar de repartirlos» y deja como partes más perjudicadas al productor y al consumidor.

La drástica sequía y las heladas que han tenido lugar este año en la provincia han agravado la situación del sector y han potenciado los problemas habituales. Las pérdidas en herbáceos y pastos han superado el 80 por ciento, mientras que en los viñedos de la Denominación de Origen Rueda alcanzan el 90 por ciento. «Muchas explotaciones se encuentran al borde de la quiebra y la mayoría de los jóvenes que se han incorporado en los últimos tres años al campo se encuentran en una situación financiera muy complicada, ya que esta pésima campaña no les permite devolver los préstamos». Ante esta incertidumbre UCCL lleva varios meses pidiendo auxilio a las administraciones que han puesto en marcha medidas, en su opinión, «insuficientes» que solo han beneficiado a los agricultores con solvencia.

En el caso de los ganaderos, su principal miedo se debe a las medidas de saneamiento que ha puesto en marcha la Junta de Castilla y León, ya que, según Palomares, «no solo están acabando con las enfermedades sino también con la ganadería». Los protocolos empleados inmovilizan las explotaciones durante periodos que en muchas ocasiones no pueden asumir y llevan a la quiebra a los ganaderos.

La Unión de Campesinos achaca a las instituciones la responsabilidad de apoyar e impulsar el sector para evitar el riesgo que corre el modelo de explotación familiar y de pequeña escala, que ha servido de base para el desarrollo agrario. Este sistema está desapareciendo y derivando en un modelo de integración, cada vez más desarrollado en explotaciones de pollos, porcino, vacuno, e incluso, en cultivos como la remolacha. El agricultor pone su trabajo y medios a disposición de una industria que le provee de las materias primas y los insumos. El problema es que esta línea no es beneficiosa para el medio rural porque no dejan los beneficios en los pueblos, sino en los lugares en los que las industrias tienen su sede social.

A pesar de los obstáculos a los que se enfrentan la agricultura y la ganadería las acciones formativas y de asesoramiento emprendidas por los sindicatos agrarios y la reducción de oportunidades laborales en las ciudades han atenuado la bajada de afiliados en el sector. De hecho, en Segovia a finales de 2009 había 3.456 afiliados a la Seguridad Social en la rama agraria y en septiembre de 2017 esta cifra era de 3.429, por lo que se mantiene más o menos constante.

En el número 15 de esta misma calle se encuentra el Servicio Territorial de Agricultura y Ganadería de la Junta de Castilla y León en Segovia. En enero de 1977, se traslada a las oficinas de la calle Santa Catalina la sede de la antigua Delegación Provincial del Ministerio de Agricultura. Años más tarde, con la puesta en marcha de las comunidades autónomas, se mantienen en esta sede las dependencias del antiguo Instituto para la Conservación de la Naturaleza (Icona), que fue sustituido en 1991.

En 1997, con el traslado de la sede de la Delegación Territorial de la Junta desde su antigua ubicación en la Plaza de la Merced a la actual en la Plaza Reina Doña Juana, se traslada también a este emplazamiento el Servicio Territorial de Medio Ambiente que compartía el edificio del número 15 de la calle Santa Catalina con el Servicio Territorial de Agricultura y Ganadería.

Actualmente, se encuentran en este bloque, en el que trabajan 102 empleados, las dependencias de la Jefatura de Servicio y Secretaría Técnica y las unidades de Asuntos Económicos y Personal, la de Estadísticas y la de Régimen Jurídico del Servicio Territorial de Agricultura y Ganadería. Además, se encuentran las secciones de Sanidad y Producción Animal, Producción Vegetal, Ayudas Agrícolas y Ganaderas, Industrias Agrarias, Asistencia Técnica Agraria, el Área de Estructuras Agrarias y la Sección de Modernización de Explotaciones. En las oficinas de Santa Catalina también tiene su sede la Sección Agraria Comarcal de Segovia (SAC).

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