El bus búho de Segovia cumple cinco años sin paradas a demanda por acoso sexual
La hostelería da cuenta de casos de violencia de género muy aislados en un ocio nocturno en declive por los nuevos hábitos de los jóvenes
Ninguna mujer ha utilizado la parada a demanda del bus nocturno, una herramienta disponible desde 2018 que permite parar el vehículo en un punto específico ... de la ruta para que solo pueda bajarse ella como medida de protección ante una situación de acoso. «Yo lo tomo como algo positivo», subraya la concejala de Igualdad del Ayuntamiento de Segovia, Ana Peñalosa. «Lo cierto es que vivimos en una ciudad segura en la que no se producen este tipo de agresiones, más allá de algún caso aislado», reflexiona en voz alta. La anécdota del transporte atestigua que la noche segoviana no supone por sí misma una amenaza, como lo atestigua la ausencia de denuncias en este sentido, según datos de la Subdelegación del Gobierno.
La mera existencia de la parada de bus a demanda ya cumple su función para un regreso a casa condicionado por otros factores como la iluminación. Peñalosa defiende que las zonas transitables cuentan con iluminación suficiente y que no hay ninguna cuestión planteada por ningún área específica. «Se han ido mejorando las luminarias de la ciudad, entre otras cosas con el fin de evitar este tipo de problemas», pone de manifiesto la edil.
El Servicio de Atención Social (SAS) de la Policía Local se encarga, entre otras atribuciones, de asuntos relaciones con la violencia de género en patrullas de noche. El año pasado atendieron cien casos. La mayoría de los incidentes fueron por agresiones múltiples, una estadística que no diferencia si ocurrieron en el ámbito doméstico o público.
Ana Peñalosa incide en la parte educativa como el gran campo de batalla. Habla de sensibilización y de prevención. «No tendríamos que estar hablando de este problema si no cabe en la cabeza de ninguna persona que una mujer puede ser agredida. Lo fundamental es la educación en igualdad», subraya. La concejala valora la información de la que disponen hoy en día los jóvenes. «Hay que valorar muy positivamente el trabajo que se hace en los centros educativos, es fundamental interiorizar conceptos desde edades tempranas», incide la representante municipal.
A las campañas de los días señalados –el 25 de noviembre y el 8 de marzo– se suman acciones como el Punto Violeta, un lugar al que recurrir para pedir ayuda ante situaciones de acoso que ya funcionó en las anteriores Fiestas de San Juan y San Pedro de la capital segoviana. «Por suerte no hubo ningún caso grave, fue un punto de información al que se acercó la gente y acudió una persona en busca de ayuda», expone Peñalosa.
El combate contra la violencia de género es multidisciplinar. Por ejemplo, el Consejo de Igualdad ha planteado recientemente, a raíz del caso del futbolista Dani Alves, la opción de elaborar un protocolo de actuación con los hosteleros.
«Se han ido mejorando las luminarias, entre otras cosas con el fin de evitar este tipo de problemas»
ana peñalosa
Concejala de Igualdad de Segovia
El representante de ocio nocturno en la patronal hostelera Hotuse, Gabriel Cobos, subraya que ese 'protocolo' viene de atrás. «Siempre hemos tenido un trato de protección a la mujer en el ámbito nocturno debido a la pérdida de facultades por el alcoholismo», asevera. Ante el caso de una mujer sola, desorientada o con un estado evidente de embriaguez, el establecimiento llama a la policía. «Muchas veces es a la puerta de la discoteca, ves a una chica sentada en el parque», apunta el hostelero. De nuevo, estos casos son la excepción. Habla de un par de ellos cada tres meses. «No son muchos, en estos casos normalmente están acompañadas», agrega.
Dentro del local, la tarea está repartida entre todo el personal de la discoteca, desde el deejay hasta el camarero: todos los ojos son buenos para ver. Cuando se detecta un caso, llaman a la policía si la víctima lo consiente. «A veces no quieren y lo dejan pasar, nosotros estamos con ella hasta que la policía actúa; tenemos las herramientas que tenemos y lo único que hacemos es colaborar para que las mujeres se sientan de fiesta lo más seguras posibles», pone de relieve el hostelero segoviano.
Los problemas más habituales son que algún hombre las moleste. «Que las siga, esté observando demasiado o se acerque mucho a ellas; no estoy hablando de tocamientos, porque ahí llamamos directamente a policía, son miedos que la hacen sentirse incómoda», especifica Cobos. Con todo, el hostelero argumenta la naturaleza del ocio nocturno para explicar que el riesgo cero no existe. «En lugares con tanto aforo en los que a la gente le gusta pegarse, no estar cada uno en una esquina, es imposible de controlar –afirma–, estamos muy pendientes de los baños porque allí alguien puede sobrepasarse sin nuestra vigilancia». También están ojo avizor a la zona de los sofás, donde los clientes se arriman más, más que en la pista de baile incluso.
Gabriel Cobos subraya que no hay trucos. «Es estar pendiente, en tu puesto de trabajo, observando. Yo inculco a los trabajadores que este es un tema importante, pero por tener más personal no significa que lo vayas a evitar», matiza el empresario. Su valoración es que hay suficientes efectivos para gestionar una noche segoviana en declive tras la pandemia del coronavirus.
En su opinión, atrás quedan los tiempos en los que se incentivaba la entrada de las mujeres en los locales con descuentos o con pases gratis. «Es verdad que se ha hecho muchos años porque la noche está asociada a ligar; pero ya se ve mucho menos, en mi local el precio es el mismo para todos», afirma.
«Estamos muy pendientes de los baños porque allí alguien puede sobrepasarse sin nuestra vigilancia»
Gabriel Cobos
Representante de ocio nocturno de Hotuse
Pero esto también está en desuso. Las aplicaciones de citas como Tinder hacen que ligar en una discoteca sea algo 'extraño', una tendencia amplificada por la pandemia pese a una pequeña burbuja de cinco o seis meses que explotó. «Antes veías a mucha gente enrollándose; ahora eso ya no pasa, quedan en un parque o en una casa», cuenta el hostelero. «Hemos notado un bajón muy grande en cuanto a volumen de gente porque estas generaciones son más de estar en pisos, de irse muy pronto», añade.
Los usos sociales también han cambiado, como el deporte. «El domingo por la mañana ves a uno en bici, a otro corriendo, los que se van a la montaña o los que juegan al pádel. La vida sana se ha abierto paso», resume Cobos, que recupera la frase de un compañero: hay más gente un domingo por la mañana en un gimnasio que un sábado por la noche en una discoteca. Esa desmasificación de la noche redunda indirectamente en seguridad: menos gente, menos riesgo, en cualquier ámbito. «También hay menos peleas, aunque no esté relacionado directamente con la noche, en un sitio con mil personas es más probable que haya encontronazos que en otro con cincuenta», concluye Gabriel Cobos.
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