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La Base Mixta avanza a un mantenimiento más técnico y con menos personalLos más de dos siglos de la Base Mixta, el nombre reconocido en el imaginario segoviano del actual Parque y Centro de Mantenimiento de Sistemas ... Acorazados número 2, ilustran la relevancia de lo militar en la ciudad. Muchos vecinos no saben que tras los muros de la avenida de la Constitución está uno de los grandes talleres del Ejército, responsable de unos 1.500 vehículos desplegados por doquier, desde las misiones internacionales en Letonia o Eslovaquia a maniobras peliagudas en la montaña. Un periplo que agota sus últimos años tras la decisión de llevar a Córdoba la Base Logística del Ejército de Tierra, algo que no condiciona por ahora, a falta de fechas firmes, su día a día. El de una instalación que ha reducido los efectivos humanos según los avances tecnológicos han especializado al extremo un trabajo que décadas atrás era más manual: el sino de los agricultores llega también al ámbito militar. Por eso su personal no llega en estos momentos a los 200, aproximadamente la mitad que a principios de siglo.
El PCMASA 2 es desde 1998 la denominación de la Base Mixta, que surgió en 1942 y mantuvo hasta 1987 ese nombre que responde a su mantenimiento tanto de carros de combate como de tractores. Es el máximo escalón de mantenimiento del Ejército, uno de los 13 órganos logísticos centrales –el PCMASA 1, el otro que se encarga de los vehículos acorazados, está en Villaverde (Madrid)–, un acuartelamiento que se remonta a 1802, cuando el edificio tuvo su primer uso como Maestranza de Artillería. La actual función se remonta a la llegada de ayuda militar desde EE UU tras la Segunda Guerra Mundial. Así empezaron a llegar sus carros de combate a España y Segovia se encargó de su mantenimiento. No solo repartían los vehículos, sino que el diseño de la nave central fue estadounidense, al modelo de otras repartidas por Europa.
El parque está dividido en dos unidades principales. Por un lado, la de abastecimiento, la encargada de recibir los suministros –piezas de repuesto, motores o transmisiones– necesarias para reparar los vehículos. «Decimos que es el punto de entrada», subraya el coronel José Manuel Puyuelo, director desde febrero del complejo. Hay más de 35.000 referencias mecanizadas –cuyo acceso está informatizado– distribuidas a lo largo de unos 17.000 metros cúbicos de estanterías. El material viene de proveedores contratados a través de concursos públicos –principalmente empresas españolas, pero cada vez hay más marcas europeas, como la italiana Iveco–, de logística estadounidense a través de agencias de la OTAN o del propio material que el parque da de baja. «Que el vehículo deje de tener utilidad no quiere decir que muchos componentes dejen de tener provecho para nosotros».
Cada vez hay piezas más distintas porque los vehículos, con sus constantes actualizaciones, se han hecho más complejos –cada vez hay más electrónica–, algo que también obliga a una formación más específica del personal de mantenimiento, la otra gran pata de la Base Mixta. Su organigrama lo completa el Centro de Coordinación del Apoyo Logístico, el «cerebro» del parque, pues es el que controla el estado de cada vehículo, desde los desplegados fuera de España a los que están en mantenimiento o no se encuentran operativos. Y, por último, la Unidad de Ingeniería, que controla la calidad de todo el material que ingresa en el parque, certifica las reparaciones o estudia mejoras en los vehículos.
El ámbito militar se ha sumado a las máximas de una economía sostenible y un enclave como la Base Mixta es clave para alargar la vida de los vehículos a través de diferentes procesos de modernización. Actualizar un acorazado tiene varios enfoques, desde vehículos analógicos que requieren de una digitalización a mejorar la protección del personal a través de un mejor blindaje, pasando por aumentar su autonomía o su capacidad de combate con más potencia de fuego o alcance. Se busca movilidad, aunque no siempre se encuentra; hace unos años se planteó cambiar las cadenas mecánicas del TOA, el vehículo de transporte de infantería más importante del parque, pero resultó demasiado caro.
Hay que dar respuesta a los pormenores de cada modelo: si es viable implementar una protección balística o extraer un depósito de combustible para ganar espacio dentro del vehículo. Los ingenieros hacen el estudio y es el Estado Mayor quien decide si se implementa en la flota, como también determina cuándo un vehículo ya no resulta útil. Su edad media oscila entre los 25 y 50 años, pero siguen siendo operativos. De hecho, Israel sigue usando los TOA en su invasión en Gaza. El problema es que hay muchas piezas que ya no se fabrican, por eso una de las tareas del parque es recuperarlas cuando se dan de baja: las usan bien para un consumo interno o para vendérselas a otros países aliados.
Un concepto que integra la estrategia del Ministerio de Defensa ante el reto del cambio climático. «Estamos intentado aplicar políticas de economía circular a todos los procesos que realizamos en el parque y generar una logística inversa», subraya Puyuelo. Ese motor se extrae, se repara, va al almacén y 'revive' a otro TOA inoperativo. «Y en unos días hemos hecho una reparación de motor que nos podría llevar dos o tres semanas». También emplean nuevos componentes como las planchas de aluminio, valiosas porque proceden de aleaciones especiales con magnesio y manganeso que no se encuentran fácilmente en el mercado.
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Por eso el trabajo de un parque como el de la Base Mixta es cada vez más técnico. El nuevo tipo de trabajo ha reducido el personal a la mitad respecto a principios de siglo, igual que las cosechadoras sacaron a muchos agricultores del campo. «Cuando el trabajo es más especializado, exige más formación y, por el contra, una persona puede ejecutar más tareas. Antes levantabas los motores a mano y ahora tienes los puentes-grúa». La realidad es que hay más trabajo porque la durabilidad de los materiales electrónicos es más limitada. «A lo mejor a los cinco o seis años ya están obsoletos. Con la modernización de estos vehículos, la tarea es más compleja, pero a la vez tenemos más ayudas mecánicas y electrónicas para ejecutarlas. Tareas que antes necesitaban un número elevado de gente hoy las puede acometer un equipo reducido». El taller de los acorazados sigue en plena forma.
El jefe del Parque y Centro de Mantenimiento de Sistemas Acorazados número 2, conocido en Segovia como la Base Mixta, el coronel José Manuel Puyuelo, asume la estrategia nacional de cara a 2035 de organizar la base logística del Ejército: «Es una realidad, la idea es que vaya asumiendo el mantenimiento». Con todo, no hay directrices sobre la transición: «No lo sabemos. Nosotros seguimos trabajando con el mismo ritmo y con la misma visión que hace tres años». Sin un calendario de salida, pone en valor el legado, una cronología de dos siglos que enseñan a los estudiantes de colegios e institutos que la visitan en un miércoles caluroso. «La Base está muy integrada en la ciudad, es una parte más. Las relaciones con todas las instituciones son fenomenales y yo creo que tiene que ser así. Intentamos que esté abierta a la ciudad, es bueno que se vea el trabajo que se hace».
Segovia sigue siendo un destino muy apreciado para los militares de la zona centro, especialmente con la agilidad en los medios de transporte de los últimos años como el AVE. Personal de procedencias diversas con un perfil fundamentalmente técnico: especialistas de automoción, informática, electrónica o armamento. Una edad media en torno a los 50 años y en torno a un 10% de mujeres.
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