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A las 13:07 horas del 26 de enero de 1995, un Alfa Romeo rojo matriculado en Madrid cruzaba la recién estrenada calle de Coronel Rexach. Era el primer vehículo privado que lo hacía después de la reapertura de la vía. El conductor no esperó a que los mandos de la Academia de Artillería permitieran el paso de los coches, anunciado para las dos y media de la tarde, y se coló entre las autoridades presentes una hora y veintitrés minutos antes de lo previsto, lo que dio pie a que lo siguieran otros conductores. Tampoco esperaron mucho para pasearse por la 'nueva' calle las numerosas personas que se habían concentrado en la plaza del Alto de los Leones de Castilla (hoy Universidad), y que aplaudieron tímidamente cuando el secretario de Estado de Administración Militar, Julián Arévalo Arias, cortó la cinta que abría oficialmente el paso. Verdaderamente, los segovianos tenían muchas ganas de disfrutar de una calle que muchos de ellos ni conocían.
Acaban de cumplirse, pues, treinta años de la devolución a la ciudad de Coronel Rexach, medida que el Ayuntamiento de Segovia llevaba años persiguiendo, especialmente desde que decidiera el cierre del tráfico bajo los arcos centrales del Acueducto. Poder circular por ella era una clara alternativa al paso por el monumento romano, cuya prohibición había partido la ciudad en dos. «Llegó tarde, pero llegó. Antes de prohibir el tráfico en el Azoguejo, el Ayuntamiento debería haber abierto Coronel Rexach. Hubiera sido lo lógico. Pero tuvieron que pasar dos años y medio hasta que se llegó al acuerdo con el Ministerio de Defensa. El tiempo ha demostrado que fue una medida acertada», señala Luis Peñalosa, entonces concejal de Izquierda Unida.
El Ayuntamiento de Segovia acordó la cesión al Ejército de la parte baja de la calle Coronel Rexach en 1923, aunque su cierre definitivo al tráfico no llegó a hacerse efectivo hasta 1943, a causa de la falta de planificación de la Academia y del estallido de la Guerra Civil. Aunque antes había habido voces que lo pidieron, no fue hasta el cierre del tráfico bajo el Acueducto, decretado en julio de 1992, cuando el Ayuntamiento comprendió que la devolución de ese tramo de Coronel Rexach se había convertido en una necesidad para facilitar la fluidez de la circulación en el casco urbano.
En mayo de 1993, El Norte de Castilla se hacía eco de las opiniones de la asociación Colectivos Ciudadanos, que reclamaba la apertura al tráfico y la devolución a la ciudad de la citada calle. «Está situada en el ombligo de la ciudad y es la única posibilidad para sustituir el tráfico transversal que pasaba bajo los arcos del Acueducto, uniendo dos importantes vías», señalaba su portavoz, Ignacio Tapia. Colectivos Ciudadanos anunciaba la presentación de un requerimiento por vía notarial para que el Ayuntamiento abriera el expediente destinado a conseguir la reapertura. Ese mismo año cristalizaron las negociaciones que el municipio había entablado con el Ministerio de Defensa en el convenio que preveía la cesión a la ciudad de los terrenos de las instalaciones militares de Casaquemada y Alto de los Leones de Castilla a cambio de veinticinco hectáreas en el polígono de Baterías y 560 millones de las pesetas de entonces.
La reapertura de los apenas trescientos metros de calle tuvo tintes de momento histórico. Lo era. Los encargados de cortar la cinta fueron el secretario de Estado de Administración Militar, el citado Julián Arévalo Arias, y el jefe del Estado Mayor del Ejército, José Faura Martín. Lo hicieron en presencia del alcalde de Segovia, Ramón Escobar, que estaba pletórico. Los tres, acompañados de otras autoridades, subieron el tramo andando. «Bueno, esto ya es mío», suspiró Escobar en tono de broma, al concluir el paseo. «Estoy muy impresionado y muy emocionado -dijo- porque es un hecho muy importante que demuestra que la Academia de Artillería, cuya permanencia queda asegurada, y Segovia han mantenido una unión y una colaboración muy fuertes. Es algo que estábamos esperando todos los segovianos desde hace cincuenta años y que hoy se realiza».
La reapertura de la calle Coronel Rexach exigió la realización de una serie de obras que el Ayuntamiento realizó los días anteriores. Al fin al cabo, había que adecuarla para el tráfico de vehículos y peatones. Quince millones de pesetas costó. «No es dinero -concluyó el alcalde- en comparación con la ventaja que se tiene. La calle ha quedado bonita, aunque no es la infraestructura ideal hasta que se pueda ensanchar, pero de momento da un buen servicio a la ciudad».
Defensa cumplió y acabó llevándose las instalaciones militares a Baterías. El Ayuntamiento cedió después los terrenos a la Universidad de Valladolid para la construcción del campus María Zambrano, pero habían de pasar más de quince años para ello. La ampliación de la calle a la que se refería Escobar todavía no ha llegado porque los terrenos que se extienden al lado sur siguen sin el desarrollo urbanístico deseado.
En el recuerdo de los segovianos que vivieron aquel momento quedará para siempre la puerta de la calle, con los dos leones de piedra situados sobre las jambas y el soldadito de turno subiendo y bajando la barrera cuando los vehículos militares accedían al interior.
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