San Andrés, una joya del mudéjar cuellarano
La iniciativa 'Con el patrimonio puntualmente', dirigida por el historiador local Juan Carlos Llorente, acerca a los vecinos la historia y arte del templo
mónica rico
Cuéllar
Martes, 18 de agosto 2020, 21:31
La iglesia de San Andrés, uno de los templos más bellos de Cuéllar y un gran ejemplo del mudéjar de esta tierra, fue la protagonista el pasado fin de semana de una nueva sesión de 'Con el patrimonio puntualmente', dirigida por el historiador local Juan Carlos Llorente, quien ejerció de cicerone para acercar a quince vecinos (aforo reducido por la situación sanitaria) la historia y arte del templo.
Durante este verano la experiencia ha cambiado su estructura. En lugar de alargarse durante una mañana y visitar varios puntos del patrimonio local, se ha estructurado en sesiones de una hora en las que el guía profundiza sobre algunos de los hechos históricos y artísticos de la villa y algunas de sus obras más valiosas, aunque no por ello más conocidas o suficientemente valoradas. A partir de esta premisa, uno de estos monográficos escogió el románico mudéjar de la iglesia de San Andrés, uno de los templos más expresivos del mudéjar cuellarano, en el que el profesor emérito de Historia analizó sus fachadas y decoraciones, no sin antes situar a los participantes en el momento de la historia en el que se construyó, el siglo XIII.
Tras introducir a los visitantes en el románico tradicional, Llorente focalizó su exposición en el también denominado románico de ladrillo, el arte mudéjar que llena iglesias, ábsides, torres y distintos elementos del patrimonio cuellarano, para enfocar acto seguido su disertación en la iglesia de San Andrés, iglesia que cuenta con una puerta que mira al oeste y sus ábsides al este, con una simbología especial. Consta de tres naves que se iluminan con lucernarios más bien pobres.
Portada «única en Castilla»
El recorrido guiado por Llorente comenzó en la denominada Puerta de San Andrés, una portada «extraordinaria, única en Castilla», formada por arcos peraltados, seis roscas de ladrillo mudéjar desde fuera hacia dentro que suben hasta el alero del tejado y se rompen con ladrillos en plano que quieren imitar a capiteles. El relleno se fractura con frisos de esquinilla con ladrillos horizontales para dar un juego vistoso. La parte inferior es de piedra; sin embargo, según Llorente, la primitiva puerta era también mudéjar, aunque existen distintas interpretaciones de por qué esa construcción en piedra, que está compuesta por arquivoltas con roscas. Las columnas concluyen con capiteles sencillos con motivos de palmeras y palomas. La portada, instalada tras una rehabilitación del templo, utiliza mármoles para dar luz cenital a la nave central y una gran cruz de San Andrés en madera.
El profesor continuó su explicación por la torre, también de piedra, y situada en la parte posterior de la iglesia, si bien la original se encontraba junto a los ábsides, cuyos vestigios aún se pueden apreciar en la actualidad. Su parte más alta parece ser una ampliación del siglo XIX que se construye sobre la anterior, por lo que se vislumbra incluso un pequeño desvío en la misma, que se corona con ventanas amplias.
El atrio norte, del siglo XIV, fue otro de los elementos analizados en la visita, para después llegar a la cabecera con tres ábsides con base de mampostería y el resto con decoraciones a base de ladrillos. Allí aún se ven restos de lo que fue la torre primitiva, y cuyo interior se aprovechó para realizar la sacristía, que posteriormente amplió su tamaño al avanzar por el interior del templo. Llorente entregó a los asistentes una imagen de la iglesia actual con una superposición de lo que fueron algunos elementos en su momento, como la torre, haciéndose así una idea de cómo era la iglesia en sus orígenes.
Orígenes del esgrafiado
Del ábside destacan sus cuatro registros a base de ladrillos, los dos primeros cuerpos con arcos de medio punto y los dos últimos con formas rectangulares. Llorente hizo hincapié en algunos elementos como el alero mudéjar, de ladrillos que están recortados formando una curva, lo que se aprecia tanto en los ábsides laterales como en el central. También destacó un enfoscado original que forma parte de los orígenes del esgrafiado segoviano.
Tras ahondar en los detalles sobre el tejado del templo o el muro que rodeaba el antiguo cementerio, del que aún quedan vestigios, la visita continuó indagando en la portada principal, que se supone que se levantó sobre otra anterior románica. En esta fachada, el ladrillo vuelve a ser protagonista, pero la portada principal, con cinco arquivoltas de medio punto, es de piedra. Se supone que éstas descansaban sobre columnas, aunque hoy están desaparecidas.
Entre el ladrillo de la fachada sur destacan los canecillos que pueblan toda la cornisa y en los que se pueden ver motivos muy diferentes, desde vegetales hasta animales y figuras humanas.
La riqueza arquitectónica de San Andrés también sobresale en su interior, aunque las jornadas de patrimonio se han visto limitadas al exterior del templo, que se completa con un artesonado mudéjar; frescos mudéjares en los ábsides laterales; ricos retablos barrocos, mismo estilo de su órgano; la denominada 'Sala de los Santos', con numerosas imágenes, tallas y obras propiedad de la parroquia, e imágenes de gran valor, como el 'Calvario del Cristo de la Encina', de estilo bizantino, que centró la primera de las citas del ciclo 'Con el patrimonio puntualmente'.
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