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Tres mujeres de origen musulmán pasean por una céntrica calle de la capital segoviana.

El padrón extranjero en la provincia pierde en diez años más de 4.500 residentes

La comunidad búlgara, a pesar de la tendencia a la baja, se mantiene como la más numerosa

César Blanco Elipe

Jueves, 27 de abril 2017, 13:42

Quédense con esta cifra: 154.041 Son los habitantes de la provincia de Segovia al empezar este año. Solo, sin más aderezos ni otros datos con los que asociar comparaciones, quizás no les diga mucho. Y si les cuento que son 1.611 ciudadanos empadronados menos que doce meses antes... Sí, el fenómeno voraz e insaciable de la despoblación continúa dando dentelladas al padrón que publica periódicamente el Instituto Nacional de Estadística. Las alarmas prosiguen disparadas porque el remedio no llega. Administraciones públicas, partidos políticos, el empresariado, los sindicatos, el comercio, las organizaciones profesionales agrarias... todos han alertado de una u otra forma, con más o menos ahínco, de que la demografía de Segovia se desangra.

Por poner sobre la mesa otro dato que llama la atención, la inmigración ya no sustenta los censos. La que fue una de las locomotoras del crecimiento durante un buen tramo del trayecto por el pasado decenio, ahora también pierde fuelle y se une a la fuga de ciudadanos autóctonos. Hay que remontarse diez años atrás para comprobar que la comunidad de extranjeros empadronados en la provincia no era tan baja.

Uno de cada diez segovianos

Otro número a retener. A 1 de enero del curso actual, ese censo foráneo lo componían 15.918 personas. En la misma fecha del ejercicio 2007, el padrón de otras nacionalidades estaba formado por 15.729 ciudadanos. La diferencia entre aquella época y esta es la tendencia. Mientras entonces la provincia vivía un auge como tierra de acogida (basta ver que de 2007 a 2008 la población extranjera se disparó en más de 4.000 unidades); ahora es al revés: Los extranjeros no solo no vienen, sino que también se van.

El descenso de segovianos procedentes de otras naciones es un patrón demográfico que se repite ininterrumpidamente desde el año 2012. Un lustro en el que el fenómeno de la inmigración se ha invertido para dibujar una curva a la baja. Aún así, conviene destacar que uno de cada diez censados en la provincia ha nacido fuera de España, según los datos publicados ayer por el Instituto Nacional de Estadística.

Los ciudadanos de países de la Unión Europea, y el Viejo Continente en general, ya no miran tanto a Segovia como destino para fijar su proyecto de vida. El INE revela que este origen es cada vez menos habitual dentro de la comunidad extranjera empadronada en la provincia. La población búlgara, otrora la más nutrida de los censos forasteros, sufre casi cuatrocientas bajas en los últimos doce meses, situándose al inicio del presente año en 4.956 habitantes. En 2009, esta nacionalidad superaba las 7.300 personas.

A lo largo de este decenio, otra de las poblaciones extranjeras más asentadas también ha ido perdiendo vecinos. El colectivo polaco ha pasado de rebasar los 2.100 empadronados a quedarse en prácticamente la mitad al comienzo de 2017. La comunidad rumana parece aguantar más y mejor, aunque los números también reflejan una cierta tendencia descendente en cuanto a su contingente residente en la provincia. En total, 2.749 empadronados registrados procedentes de este país al inicio del ejercicio actual, lo que supone 106 residentes menos que a 1 de enero de 2016. No conviene perder de vista que, en 2012 , esta población rondó los 3.400 censados.

África y América

Si enfocamos la lupa hacia el África, el retroceso de la inmigración proveniente de los países del continente negro no es tan acusado que en el caso europeo. Entre 2016 y 2017 se han registrado 174 bajas. De hecho, los 3.161 ciudadanos africanos empadronados a 1 de enero de este ejercicio son alrededor de un millar más que los que había diez años atrás. Entre las procedencias, Marruecos está a la cabeza con 2.909 censados, 191 menos que el curso anterior.

Mientras el descenso en la inmigración europea empezó a notarse hace siete u ocho años, el freno en la afluencia procedente de países africanos es más reciente. Va camino del cuarto año de retroceso en el global del continente. Hay excepciones de procedencias que no son muy numerosas, como la senegalesa o de Malí, que aumentan su presencia.

Uno de los focos más importantes del retroceso que padece la inmigración se localiza en América Latina. Los colectivos de ciudadanos colombianos y ecuatorianos han registrado bajas hasta quedar diezmados a la mitad de lo que eran hace diez años. Los primeros rondan ahora los 523 empadronados cuando en 2009 llegó a tener 1.148. En cuanto a los segundos. Más acusada es la bajada de la población ecuatoriana que en apenas ocho años ha pasado de 833 a 277 censados.

En definitiva, entre el inicio de 2016 y el comienzo de este 2017, la provincia se ha dejado por el camino 1.611 empadronados, es decir, un 1% de bajada.

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