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Óscar Martín de Miguel (izquierda) y Raúl Torres González.
«Lo que más se agradece después es la colaboración y el cariño de los vecinos»

«Lo que más se agradece después es la colaboración y el cariño de los vecinos»

Los dos agentes de la Policía Local a quienes se reconoce por su actuación en la explosión de la calle Coca rescataron a un bombero herido y a una de las víctimas

elena rubio

Lunes, 31 de octubre 2016, 19:23

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«No esperábamos el reconocimiento, nos sorprendió. Pero lo que más se agradece es el cariño de los vecinos, lo que más te llena, porque muchas personas piensan que la Policía Local sólo vale para poner multas, y no es verdad. Está para ayudar». Así de rotundos se muestran los agentes Raúl Torres y Óscar Martín, que estaban trabajando la noche del 28 de agosto, cuando ocurrió la explosión de la calle Coca. Fueron los primeros en llegar al lugar del siniestro, antes de que fueran alertadas otras fuerzas de seguridad. Allí fueron testigos de los primeros momentos de la desgracia. Vieron como se desplomaba una de las cornisas del edificio, cuando todavía seguía habiendo pequeñas explosiones y los nervios y la tensión se apoderaban de los que allí estaban. «Era imposible. Salía fuego por todos los lados. No podíamos entrar», comenta Torres.

En los escasos minutos que tardaron en llegar los bomberos, su labor tranquilizadora fue fundamental. Por ejemplo, con la señora Aquilina, para que esperara fuera asomada en una ventana «y que no se metiera dentro». El humo en ese momento era uno de los grandes enemigos de los atrapados en la casa. «Teníamos una gran impotencia porque vimos que no podíamos ayudarla, así que intentamos calmarla», recuerda Martín.

Tras la llegada de los bomberos, estos dos policías locales se dedicaron a desalojar los pisos de los bloques colindantes al afectado, los números 1 y 3. Puerta por puerta, fueron avisando vecino a vecino. Tenían que sacar de allí a todos. En ese momento, se desconocía si las estructuras de las viviendas estaban afectadas, y era fundamental poner a salvo a todas las personas.

Las informaciones facilitadas por los vecinos fueron esenciales para saber qué viviendas estaban habitadas. Incluso en una de las puertas, donde les habían dicho que vivía una persona con problemas de audición, «tuvimos que romper la puerta a patadas porque la señora, que era mayor, no lo oía».

El miedo no apareció en sus cabezas. «Tenías tantas cosas que hacer que no daba tiempo a pensar», aseguran los dos agentes.

Su intervención no acabó allí. Los vecinos les dijeron que en el bloque siniestrado había un bombero que no podía salir. Así que se dirigieron a un patio interior y rompieron un trozo de pared con cristales para abrir un hueco, también a patadas. Al final quedó como si fuera una ventana. Pero no fue fácil, porque «cuando entramos, no veíamos nada, había fuego, humo y escombros por todos los lados».

Óscar y Raúl fueron quienes ayudaron al bombero José Luis Benito a salir del edificio. Al caerse llevando a una de las víctimas se había roto las fibras musculares de una pierna y no podía andar. Junto a él, la persona quemada que había rescatado. El hueco que abrieron estaba a una altura de un metro y medio del suelo. Por allí, les sacaron.

Pero los policías recuerdan la inestimable colaboración de dos vecinos, Juan Manuel Prieto Callejo y Luis Javier Orejudo Docando, que les ayudaron a bajar al herido, que presentaba quemaduras en el 85% de su cuerpo. Si no hubieran contado con la predisposición de estas personas, «le hubiéramos creado más lesiones de las que tenía, estaba en un estado muy delicado».

Raúl y Óscar insisten en la especial colaboración que tuvieron de los vecinos aquella noche. «Siempre estaban muy predispuestos y se conocían todos». Afirman con rotundidad que «nos ayudaron a que no hubiera más víctimas».

Después de ese día han aprendido que siempre podrán confiar en su compañero, incluso «en situaciones límite». Como la que vivieron. Tras su actuación en el siniestro, pasaron tres horas en el hospital afectados por la inhalación de humo, hasta que recibieron el alta.

El próximo 22 de noviembre recibirán en Miranda de Ebro la Medalla de Oro de la Policía Local de Castilla y León. Por su valerosa actuación, arriesgando su vida.

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