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Alberto Valverde, segoviano que vive en Escocia.

El 'Brexit' vivido por un segoviano

El segoviano Alberto Valverde reside y trabaja en Edimburgo, Escocia

Alberto valverde

Jueves, 1 de septiembre 2016, 20:20

Tengo una fea costumbre de irme a dormir con la radio, o en su defecto algún podcast puesto, esa noche deje la sección de último minuto de The Guardian abierta en el ordenador. Para mi sorpresa al abrir los ojos 4 de la mañana estaba el golfo, ya exlíder del UKIP Nigel Farage dándose un baño de masas, esto pintaba a que a los ingleses se les había ido de las manos.

Alberto Valverde presente. Segoviano de cuna, camino de los cinco años por la gris y encantadora Escocia.

Lo primero que sentí el viernes 24 de junio al ver los resultados fue vergüenza, un fuerte sentimiento de querer irme de esta isla, de no pertenecer a una sociedad que en el siglo XXI ha votado por que yo, y otros tantos ciudadanos emigrados como yo nos vayamos de su país. Brexit no era tanto pertenecer o no pertenecer a la Unión Europea, el camionero de Sunderland no pensaba en esto sino en castigar al establishment político británico.

En el trabajo, el día anterior al referéndum, la señora de la limpieza, una de esas madre coraje escocesas rezaba para que la gente «votase con cabeza». Nada mas llegar me vino a dar un inusual abrazo y me dijo: «¡Que vergüenza!». Lo segundo fue el jefe, nada mas entrar por la puerta vino directo hacia mí, a darme la mano bien fuerte, mirarme a los ojos de manera casi intimidatoria y decirme que «nosotros no hemos votado esto, aquí somos todos iguales». Y hace lo mismo con Pawel el otro no británico en el equipo que llevamos la web de publicaciones de Scottish Government. Esa es la frase que más he escuchado desde entonces, de la boca de ingleses, escoceses, CEOs, señoras de la limpieza, gente joven, gente mayor, «bochornoso, que vergüenza».

¿Cómo me afecta el Brexit?

Acabo de terminar un máster aquí en Política Europea, tengo abiertas candidaturas que se resuelven en unas semanas para trabajar con el Parlamento y la Comisión Europea. Desde 2013 trabajamos en CinemaAttic por mostrar cine español en Escocia y el Creative Europe es un fondo crucial para la industria del cine. Entiendo la cultura como motor importante hacia una mejor Unión Europea de la cual me siento perteneciente. Y de repente un día te levantas y un pueblo se ha equivocado de elecciones en las que castigar a su casta política.

Escocia sentía vergüenza el viernes 24 de junio. Ese viernes se empezó a desmontar mi teoría de que en realidad escoceses e ingleses comparten mucho más de lo que les hace distintos.

El mapa de los resultados ponía de manifiesto una isla partida en dos perfectas mitades. Así lo han demostrado los representantes de estas naciones. Nicola Sturgeon, primera ministro escocesa salió a reclamar rápidamente el papel de los emigrantes en la sociedad escocesa; Alyn Smith enfatizó que Escocia es abierta, tolerante y europea en el Parlamento Europeo. Por el contrario, en Westminster cada día se tira un nuevo político por la borda, los dos partidos principales viven guerras civiles internas. El sur es un caos, el norte se une en torno a una idea de nación distinta a sus vecinos de abajo, moderna, inclusiva y sobre todo una sensación de estar lista para los desafíos del siglo XXI (medioambientales, movimientos migratorios).

Al final va a ser cierto que las gentes de Escocia y del resto de Reino Unido son distintas. No es fruto de un día, es fruto de un mensaje que ha ido calando durante años entre maestros, doctores, políticos y señoras de la limpieza. Escocia es distinta y es un orgullo pertenecer a esta sociedad escocesa en momentos históricos como los que estamos viviendo.

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