Una ruta descubre la historia fortificada de la provincia
La Diputación propone un recorrido que incluye el Alcázar o los castillos de Turégano, Coca, Sepúlveda, Castinovo o Pedraza de la Sierra
el norte
Lunes, 15 de agosto 2016, 12:04
Dentro del patrimonio monumental que ofrece la provincia de Segovia, uno de los elementos característicos los constituyen los numerosos castillos que se diseminan por el territorio. Por eso, la Diputación ofrece una ruta pensada para conocer estas fortalezas. El itinerario se fija en el Alcázar de la capital como primera referencia. Un edificio que se eleva sobre los valles de los ríos Eresma y Clamores, lo que le confiere el aspecto que recuerda a un navío. Su construcción se remonta a la época de la ocupación musulmana, en el siglo XII. Luego, además de su uso palaciego, ha servido como prisión, colegio de artillería y academia militar.
La ruta abandona la ciudad para dirigirse a Turégano, villa episcopal donde el castillo domina desde un alto el casco urbano. El primer recinto de la muralla que rodeaba la fortaleza casi ha desparecido. El segundo muro presenta mejor estado, gracias también a las restauraciones. El patio de armas fue cubierto en 1474, cuando Juan Arias Dávila ocupaba la cátedra episcopal. El objetivo fue ampliar la capilla. Parte del carácter del castillo, que data de tiempos celtíberos, se debe a la espadaña, que recuerda cómo ese centro del inmueble quedó convertido en iglesia, dedicada a San Miguel.
Prisión de los hijos de Francisco I
La siguiente parada lleva hasta Pedraza de la Sierra, una villa medieval, que se mantiene amurallada y con un único acceso al caserío. Más allá de los muros y de la torre del Homenaje, poco se conserva. Esa torre es de planta cuadrada y presenta tres alturas, en las que se guardan algunas obras de Ignacio Zuloaga, a cuyos descendientes pertenece la fortaleza.
Como curiosidad, en este castillo estuvieron presos los hijos del rey de Francia, Francisco I, a quienes el monarca galo tuvo que enviar como parte de las garantías fijadas en el Tratado de Madrid, firmado con Carlos I el 14 de enero de 1526, tras la Batalla de Pavía, librada el 24 de febrero de 1525 entre el ejército francés y las tropas germano-españolas del emperador en las proximidades de la ciudad italiana.
El siguiente tramo de la ruta es corto, hasta alcanzar el castillo de Castilnovo, ubicado en el condado del mismo nombre. Se levanta entre arbolado, su planta es cuadrada y presenta un amplio patio central. Los reyes de Aragón ordenaron su construcción y, posteriormente, ha pertenecido a don Álvaro de Luna, condestable de Castilla, y también a los Reyes Católicos. El origen de esta fortaleza es árabe y su edificación se sitúa entre los siglos XI y XV.
Lecciones de arquitectura
A menos de diez kilómetros se encuentra la villa de Sepúlveda, en la que solo quedan algunos restos del antiguo castillo sobre la muralla de la localidad. Una fortaleza que estaría orientada hacia la plaza de España. Cerca se localiza también el paraje de las Hoces del río Duratón, con los restos del monasterio de la Hoz y la ermita de San Frutos.
Esta ruta de los castillos continúa hasta Cuéllar, donde se encuentra la fortaleza de los duques de Alburquerque. Las sucesivas restauraciones también han coincidido con sucesivas usos del espacio, incluidos los de prisión o, actualmente, como centro de enseñanza. Su edificación se debe a Beltrán de la Cueva, favorito de Enrique IV, y presenta un amplio patio central y doble galería, recoge Europa Press.
La ruta de los castillos finaliza en Coca, con la visita a la fortaleza edificada por el obispo Alonso de Fonseca a principios del siglo XV y que se levanta entre los cauces de los ríos Eresma y Voltoya. Se trata de un ejemplo destacado de la arquitectura militar mudéjar, es de ladrillo y está rodeado de un gran foso.