La viabilidad de 24 farmacias del medio rural segoviano se encuentra amenazada
La dispersión, las malas comunicaciones y la política tarifaria del Gobierno lastran su futuro
Aurora Martín
Miércoles, 10 de agosto 2016, 11:50
Los núcleos rurales se encuentran cada vez más despoblados. Un dato: de los 208 municipios que conforman el mapa político y demográfico de Segovia (excluida la capital), solo veintidós poseen un censo superior a los mil habitantes. Transcurre el tiempo y las medidas para frenar la sangría no han dado los frutos deseados, de ahí que la Junta de Castilla y León haya renovado sus votos para que el medio rural no se quede deshabitado. La fuga de vecinos de los pueblos hacia futuros más prometedores continúa. Y en ese movimiento no solo se resienten servicios básicos como la educación o la sanidad, también las farmacias llaman la atención sobre el precipicio al que se asoman algunas de las oficinas que operan en los núcleos más pequeños.
El modelo de ordenación territorial que promueve la Junta está diseñado para llegar a cada rincón y atender a una población especialmente envejecida y dispersa. «Algunos núcleos urbanos han perdido hasta el 60% de su población desde que se abriera la farmacia», precisa el presidente del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Segovia, Francisco Javier Alcaraz.
Estas boticas, situadas en el ámbito rural y con poca afluencia de gente, suelen coincidir con las farmacias catalogadas como de Viabilidad Económica Comprometida (VEC). Estos negocios, al tener un volumen de ganancias más reducido que el resto, se les permite obtener un mayor margen de beneficios por medicamento que los que sí cumplen la facturación mínima de 200.000 euros al año.
Despoblación y rentabilidad
En la provincia segoviana, 24 de las 68 farmacias que se pueden denominar rurales debido a su ubicación y a la población a la que prestan servicio, poseen la etiqueta de la viabilidad comprometida, señala el estudio oficial . Suelen corresponder a aquellas oficinas que se sitúan en pueblos con menos de 500 habitantes. Estas farmacias arrastran tres grandes problemas. El primero, es el ya citado de la intensa despoblación que azota a las áreas rurales y periféricas. «Los habitantes de los pueblos pequeños se van a pueblos medianos y los de los medianos a las ciudades. Así, los de este tamaño se mantienen, pero los pequeños se desocupan casi en su totalidad», apunta Francisco Javier Alcaraz.
La segunda marejada que hace zozobrar la estabilidad de estas farmacias es la política de bajada de precios del Gobierno. «De esta forma se vende a un precio cada vez más bajo», indica el presidente segoviano. Es decir, «si un medicamento es caro, no ganas más y encima la inversión que se hace es mayor», expone Francisco Javier Alcaraz la perversión del sistema.
Diversificar las funciones
El tercero y último de los problemas es la dificultad para encontrar alternativas y soluciones. «Puedes tener muchas ideas, pero sin población no hay nada que hacer», apostilla el máximo representante de los farmacéuticos en la provincia. El Colegio no toma decisiones por sí mismo. Las medidas se adoptan en conjunto con los demás entes colegiados de la región, a través Consejo de Colegios Profesionales de Farmacéuticos de Castilla y León. Aún así, desde el de Segovia se trabaja en una serie de aspectos para potenciar el papel de las farmacias en el ámbito rural y evitar su estancamiento.
En primer lugar, se busca que estas farmacias con la viabilidad económica comprometida sean asistenciales y no solo dispensadoras. Se trata de atomizar su ámbito de actuación y el abanico de prestaciones. Así pues, las farmacias realizarán servicios por los que serán pagadas, como farmacoterapia, asistencia a domicilio y residencias o atención personalizada. De esta manera su actividad se ve más diversificada y no dependerán tanto de la venta de medicamentos.
Además, Alcaraz lanza un mensaje a la administración: «Queremos que nos tengan en cuenta, no solo como gasto farmacéutico, sino también como el servicio que ofrecemos a la sociedad. Hay mucho que ofrecer».
«La política de bajada de precios deja un margen de beneficios muy pequeño»
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Paloma Calvo regenta una de las 24 farmacias catalogadas como de viabilidad económica comprometida que hay en la provincia. Situada en Torre Val de San Pedro, municipio de la falda de la sierra cuyo censo apenas 200 habitantes, es uno de los enclaves que más sufre la sangría demográfica. «Aparte de la despoblación, frente a la que no podemos hacer nada, estamos muy afectados por la política de bajada de precios», se queja la farmacéutica. Por ejemplo, por una caja de ibuprofeno que vale 1,97 euros hay que pagar a las empresas farmacéuticas, el transporte, almacenamiento y a las farmacias. «El margen de beneficios que nos queda es muy pequeño», lamenta.
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Calvo también llama la atención sobre las carencias en las comunicaciones. «Los teléfonos no funcionan, tenemos problemas de cobertura que en invierno con el mal tiempo se intensifican». Además, la profesional considera que al llevar la misma operadora que el resto de farmacias de Castilla y León paga más de lo que debería. «El tema de las comunicaciones nos cuesta 45 euros al mes teniendo ofertas más baratas que se adaptan mejor a nuestras necesidades», pone de relieve. La adaptación a la receta electrónica tampoco ha sido fácil para ellos, ya que la implantación y todo el coste que conlleva lo tuvieron que hacer las farmacias solas. «Recibimos una ayuda de 100 euros por parte de la Diputación, cuando en provincias como la de Soria se dieron 1.000 euros», aclara Paloma Calvo, quien sostiene que si la implantación de la receta es obligatoria, se debía se haber subvencionado una gran parte.
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En cuanto a las guardias, Torre Val de San Pedro cubre la zona junto con otras tres farmacias, la de Arcones, Prádena y Navafría. De tal forma, que se reparten estos extras entre ellas haciendo prácticamente dos por semana, muchas más de las que se hacen de media en la provincia. «Desde mi punto de vista la solución sería que en determinadas horas en las que no viene nunca nadie se cerrara y la primera dosis la suministraran desde el centro de salud», subraya Calvo.
Las necesidades electrónicas de estas farmacias rurales son las mismas que el resto, aunque a menor escala. «Mientras una farmacia de un pueblo grande o de la capital utiliza tres ordenadores, éstas necesitan solo uno», aclara. Con el tema de la receta electrónica, al principio, en los núcleos rurales más pequeños, se registraron algunos problemas de implantación, pero desde que se hizo obligatoria las farmacias con la viabilidad económica comprometida están en igualdad de condiciones. De hecho, los colegios hicieron la instauración del sistema desde los núcleos con censos mayores a los más pequeños, con el fin de no dejar desatendidas estas zonas.
Conexión solidaria
En cuanto a las comunicaciones, estas oficinas se han beneficiado de la solidaridad del resto de farmacias de Castilla y León. Al estar situadas en lugares peor conectados que las urbanas deberían de pagar más, pero no ha sido así gracias al modelo de implantación. De esta forma, los gastos derivados de la instalación de la red de conexión se repartieron entre todas las farmacias de la comunidad, así ningún establecimiento se vería perjudicado especialmente.
Otro de los temas que causó mucho revuelo cuando se decidió ponerlo en marcha fue el copago farmacéutico. «En su día fue un poco trauma, pero la cosa ya se ha estabilizado», señala el presidente del Colegio de Farmacéuticos de Segovia. Desde el primer momento, el mayor problema para las farmacias fue la falta de información por parte de la administración. «Saltó la noticia y en un mes ya estaba instaurado». Desde el propio sector se llevó a cabo una labor divulgativa muy intensa. «Al principio se notó una reducción en las ventas de determinados medicamentos, como los preventivos, pero luego esto cambió», pone de relieve Alcaraz.