«La sociedad europea está siendo educada en la xenofobia y el miedo»
La directora de Alianza por la Solidaridad, Ana Rosa Alcalde, aboga por el «impacto político» de la cooperación al desarrollo frente a modelos que se han quedado anticuados e ineficaces
César Blanco Elipe
Domingo, 13 de marzo 2016, 16:44
Bendición de incontinencia verbal de Ana Rosa Alcalde. Su torrencial exposición sobre la cooperación internacional al desarrollo ha inundado la Ex.Presa 1 de motivación, ilusión, positivismo y luz un sector en la que ella es un artífice también de cambio. Su interlocutora, la popular periodista Montserrat Domínguez, ha abierto con cada pregunta las compuertas de la opinión y la reflexión de la directora de Alianza por la Solidaridad. Más de trece años de experiencia profesional en la cooperación internacional han emanado a borbotones en un diálogo que ha arrojado luz sobre varias conclusiones y que, desde luego, no ha quedado en papel mojado.
Especialista en metodologías de planificación, seguimiento y evaluación de intervenciones de desarrollo, así como en procesos de cambio y fortalecimiento institucional de entidades públicas, Alcalde fue reclutada en 2008 para encabezar los proyectos de la citada ONG. Lo primero que hizo fue transformar la propia organización. Reorientó los objetivos, su actividad y su percepción de las necesidades repartidas por el planeta, y empapó la estructura interna de un enfoque de género que conllevó incluso la aplicación de procesos de «nueva masculinización», como lo ha definido este domingo la penúltima de las conversaciones del Encuentro de Mujeres que Transforman el Mundo.
Y a fe que Ana Rosa Alcalde pone su granito de arena con Alianza por la Solidaridad, una organización «pequeña pero muy combativa», tal y como la presentó Montserrat Domínguez. La premisa de esta activista es que «no podemos vivir como si nuestro mundo fuera solo nuestro país o nuestra ciudad». Piensa en global a partir de cada individuo; y «cada uno, y por lo tanto todos, tenemos la obligación de cambiar el mundo».
Las mujeres, dueñas de las tierras
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empoderamiento
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Ana Rosa Alcalde define la asociación que dirige de «feminista». Alianza por la Solidaridad trabaja en diferentes rincones del planeta «invirtiendo conocimiento y creatividad para defender los derechos de las mujeres con el fin de que puedan decidir respecto a su cuerpo, sin discriminación o violencia, y en potenciar un sistema económico justo que garantice el disfrute efectivo de éstos también por parte de la población femenina».
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«Las igualdades se ganan por procesos generales, como en el sistema productivo». Al respecto, la experta en cooperación ha puesto el ejemplo del programa dedicado a que las mujeres sean las dueñas de sus tierras. «El liderazgo feminista es transformador», ha incidido. Una lucha diaria que empieza por el propio hogar. Ha reconocido que cuando las mujeres ganan y adquieren cuotas de poder se producen cambios enormes en la sociedad y en la política que a su vez siembran confianza colectiva.
«La profesionalización de la cooperación internacional se había centrado demasiado en cómo gestionar y ejecutar los proyectos en detrimento de contactar con la sociedad y ganar legitimidad», explica. Eso se consigue mediante la consecución de «un mayor impacto político».
Esa declaración de voluntad, el empeño en entrar en las estructuras de poder colisiona con el fuerte arraigo y la institucionalización del patriarcado. Amén de la inacción de los gobiernos. Alcalde ha revelado uno de sus discursos más críticos cuando ha asegurado que «el compromiso de asignar el 0,7% del Producto Interior Bruto a la ayuda para la cooperación al desarrollo no se ha cumplido nunca, quizás en dos o tres países; pero lo peor es que no hay manera legal de exigirlo».
Esa impotencia no agota el espíritu y la vocación de la activista feminista, quien aboga por «transformar la cooperación internacional para que tenga más importancia, y de alguna forma intentar que acuerdos como el del 0,7% sean vinculantes y exigibles». Cuando llegan las elecciones, parece que esta lucha pasa desapercibida en los programas de los partidos, y es «un error no pensar en las malas decisiones que se toman a nivel global».
Al final se da un 'efecto boomerang'. Se ignora la cooperación al desarrollo y vuelve en forma de la crisis de los refugiados. Al analizar el drama humanitario, Alcalde ha vuelto a mostrar su rostro más reivindicativo dejando a un lado la pedagogía. Entre 11 y 14 millones de personas se ven obligados a huir de sus casas por la guerra en Siria. Dos países con los que trabaja de manera activa su organización, Líbano y Jordania, han asumido una parte importante de la población. Por ejemplo, dos millones de exiliados han llegado a Líbano.
El eslabón más débil
Ana Rosa Alcalde ha puesto el foco de la tragedia en que «cinco de cada seis refugiados son mujeres o niños». Son el eslabón más débil. «La primera cuestión con la que hay que lidiar es la violencia sexual brutal que sufren desde que abandonan el hogar, incluso dentro del propio seno de la familia». Los abusos también se ven propiciados por matrimonios precoces y forzosos. Calcula que el 40% de las mujeres que tuvieron que abandonar su casa han tenido que casarse antes de huir y la mayoría son menores de 18 de años.
La directora de Alianza por la Solidaridad llama también la atención sobre la situación de las mujeres que están fuera de los campamentos porque se hallan «más expuestas». Frente a este drama, la organización interviene con clínicas médicas, que también ofrecen apoyo jurídico o psicológico. Y por otro lado, promueve «el tejido colectivo» entre las mujeres porque «la ayuda mutua que se puedan prestar entre ellas es fundamental».
No se ha mordido la lengua al recriminar el acuerdo alcanzado por la Unión Europea con Turquía, país que no respeta los derechos humanos, para que abra sus fronteras a las riadas de refugiados que el club de los veintiocho no quiere en su territorio. La devolución de inmigrantes en caliente ya se conoce en España, ha recordado casos en Ceuta y Melilla, pero la reciente decisión de la Comisión «es el culmen de la impunidad porque además figura en un acuerdo de una cumbre europea».
«La respuesta de un país no basta»
Frente a la política y las instituciones, la solución que atisba Alcalde es que se pueda articular un «movimiento ciudadano global, no únicamente de un país porque esa respuesta unitaria no basta».
Las ONGs no pueden trabajar en solitario, por lo que en 2013, Alianza por la solidaridad suma intenciones con otras asociaciones, como Habitáfrica, Ipade y Solidaridad Internacional. Por otro lado, Alcalde ha aseverado convencida que «la mejor forma de generar cambios es la transformación, por justicia, de los derechos humanos referidos a las mujeres».