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Alberto Reguera muestra la exposición a las autoridades, durante la inauguración.
Alberto Reguera abre el año en el Esteban Vicente

Alberto Reguera abre el año en el Esteban Vicente

El museo inaugura la exposición ‘El aura de la pintura’, primera retrospectiva del pintor segoviano en España

Carlos Álvaro

Jueves, 4 de febrero 2016, 22:03

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El aura de la pintura, con todos sus colores y matices, luce ya en las salas del Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente. Se trata de la primera gran retrospectiva de Alberto Reguera en España, un paseo muy completo por la evolución y la transformación que, a lo largo de los últimos veinticinco años (1990-2015), ha experimentado en su creación este artista segoviano (Reguera nació en Segovia y vive a caballo entre París y Madrid, aunque últimamente ha incrementado sus estancias en el continente asiático).

La exposición es excelente. A través de una selección de 48 obras que Reguera ha realizado durante ese periodo de tiempo, el espectador puede ver la evolución de un artista que, si bien hunde sus raíces en su admiración por los pintores de la abstracción lírica francesa de los años 50 (Scheneider, Tal-Coat, Olivier Debré), también dirige la mirada al expresionismo abstracto americano especialmente a la corriente Color Field Painting y a referencias estéticas como Monet, Turner y Claudio de Lorena.

El leit motiv de la muestra es la particular manera que tiene el artista de concebir el paisaje a través de las distintas vertientes de su trabajo: la pintura, la instalación pictórica, la pintura expansiva, la fotografía y el vídeo. «Reguera concibe las obras con el objetivo de transmitir profundidad visual y volumen. La superposición de pinceladas y de cromatismo pretende crear distintas instantáneas visuales en una misma obra, en un mismo espacio, moviendo al espectador a bucear en unas zonas más que en otras», señaló ayer, durante la inauguración, la directora del museo, Ana Doldán de Cáceres.

«Responsabilidad»

La apertura oficial de la exposición tuvo lugar este jueves en las salas del museo. Alberto Reguera estuvo acompañado por las autoridades, en especial por el presidente del patronato del museo y de la Diputación, Francisco Vázquez, y el director artístico del Museo Thyssen, Guillermo Solana. Era, además, la puesta de largo de la programación de la pinacoteca segoviana para 2016. «Agradezco mucho la oportunidad que me han dado para llevar a cabo este proyecto que me llena de satisfacción por dos cosas: la primera, porque el museo está dedicado a Esteban Vicente y eso ya implica una responsabilidad; y la segunda, por el hecho de estar en Segovia», manifestó el pintor, que ha dedicado la exposición a sus padres y a su hermano. Reguera habló de su obra, convenientemente agrupada en una retrospectiva que dejará huella en la historia del museo segoviano: «A primera vista, quien se acerque a ella verá que se trata de una obra abstracta, pero, a poco que se detenga, podrá vislumbrar algunas pistas que dejan ver un paisaje. Eso es mi obra: un paisaje abstracto».

El aura de la pintura ocupa tres salas del museo. Un primer espacio acoge piezas de gran contundencia, con autonomía propia por su marcada intensidad lumínica y por la fuerza de su textura. En las otras dos salas se establecen relaciones entre las obras, de manera que se combinan piezas muy opuestas cromática y formalmente, generando contrastes y relaciones de fuerza entre ellas. Jugando con la asimetría en el montaje, se pretende llamar la atención del espectador. En otros casos, la combinación de obras se logra creando una secuencia, a modo de paisaje de pinturas, donde una obra dirige la mirada a la siguiente, en un juego de unidad visual, de ritmo armónico y lineal. Así, la pintura, desprendida del muro, encuentra un lugar donde convertirse en instalación pictórica e interactúa con el espectador, que puede rodearla físicamente.

También hay una parte dedicada a la faceta del artista como fotógrafo. Alberto Reguera concibe la fotografía como un «boceto mental», un reflejo del paisaje externo que él reconstruye, con su trabajo, en paisaje interior. La parte fotográfica se completa con un vídeo en el que el pintor, situado frente a un paisaje, selecciona un instante para convertirlo en pintura en movimiento.

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