«Hay mucho respeto y responsabilidad a la hora de interpretar a un personaje real»
Daniel Grao protagoniza hoy y mañana ‘La piedra oscura’, basada en la vida de Rodríguez Rapún, el último gran amor de Lorca
Carlos Álvaro
Viernes, 22 de enero 2016, 23:19
La Sala Ex.Presa 1 de La Cárcel ha acogido esta tarde la primera de las dos representaciones de La piedra oscura, obra coproducida por el Centro Dramático Nacional y considerada una de las obras más destacadas en la cartelera teatral madrileña del pasado año. Escrita por Alberto Conejero, La piedra oscura está inspirada en Rafael Rodríguez Rapún, compañero de Federico García Lorca durante los últimos años de su vida. Daniel Grao (Sabadell, Barcelona, 1976) encarna a Rapún en la obra dirigida por Pablo Messiez.
¿Quién fue Rafael Rodríguez Rapún?
Tres RRR fue el secretario de La Barraca, el grupo de teatro itinerante creado por Federico García Lorca, y por lo visto, uno de sus últimos amores y destinatario de los Sonetos del amor oscuro. En la función hay un monólogo de Rapún en el que confiesa esa historia de amor, su gran secreto, y le dice a Sebastián, el carcelero, que era la primera vez que le había ocurrido, que había tenido novias pero que con Federico, sin saber por qué ni cómo... Básicamente ese es Rapún, que muere justo un año después que el propio Lorca, el mismo mes y el mismo día, pero en 1937.
Es una obra de ficción, pero basada en una historia real.
Rapún no murió fusilado después de una detención, sino que resultó herido en el campo de batalla y falleció, días después, en un hospital. Sebastián, el carcelero con el que conversa, es un personaje inventado por el autor de la obra, Alberto Conejero. A partir de esa ficción, ambos personajes empiezan a dialogar, y al principio son contrarios, enemigos, pero poco a poco el espectador va siendo testigo del encuentro que se produce entre Rapún y su carcelero porque al final les une mucho más de lo que les separa. Los dos tienen miedo, tienen gente querida que ha muerto, y se van encontrando. Y en esa conversación, todos los datos son reales. Conejero hizo un trabajo de investigación que contó con la ayuda de los familiares de Rapún;conoció al hermano, que no ha llegado a ver la obra porque murió hace un par de años, y por supuesto, a sus sobrinas, que le pasaron documentación, cartas, curiosidades... A partir de ahí armó la obra.
Después de haber interpretado este papel, ¿cómo cree que fue la relación entre Rapún y Federico?
Cuando interpretas a personajes que han existido, por un lado, hay mucho respeto, y por otro, intentas documentarte lo más fielmente posible. Luego, cuando tienes que ensayar, que salir a escena y meterte en el personaje, debes encararlo como a cualquier otro. No sé exactamente cómo fue esa relación, pero intuyo que difícil. El contexto era muy complicado: las habladurías, la incomprensión del propio Federico cuando Rafael volvía con alguna novieta... Imagino que no fue fácil.
¿Es complicado meterse en la piel de un personaje que existió?
No es que sea complicado, es que hay algo de responsabilidad, pero ya no solo hacia Rapún en mi caso, sino porque contamos un trozo de nuestra historia que está ahí, a la vuelta de la esquina. Va gente a ver la función y luego te dice: «Pues yo soy la nieta de...» Esto, evidentemente, lo piensas antes y después porque cuando estás en la función, en pleno viaje, interpretas a ese personaje como a cualquier otro. Hombre, con personajes reales y muy conocidos tienes además el plus de intentar parecerte, o fijarte más en sus rasgos, en su expresividad; pero en este caso, no sabemos cómo era Rapún, cómo se comportaba, y la gente, en general, no lo conoce, ni siquiera físicamente.
La obra está teniendo una crítica estupenda y además ha permitido a su autor, Alberto Conejero, recibir el Premio Ceres 2015 al mejor autor teatral.
Sí, lo que está pasando con La piedra es increíble. Nació como un proyecto pequeño, para estar un mes en la sala Princesa y hacer una pequeña gira, pero ha ido creciendo y creciendo. Pasamos una temporada en Barcelona y en septiembre volveremos a Madrid. Estamos todos muy enganchados y mientras haya interés... Yo creo que es una obra que, pese a estar en el contexto de la Guerra Civil, no va sobre eso, pero es una excusa muy buena para hablar del acercamiento al otro, incluso cuando al principio te parezca contrario a ti. No es una obra revanchista ni moralista, no va de bandos; precisamente, trata de poner de manifiesto lo absurdo que son los bandos. Y esto lo puedes trasladar a cualquier conflicto bélico o incluso familiar o social. Luego tiene algo poético que gusta a gente muy diversa. Todo hace que vaya sola.
En cuanto al montaje, ¿con qué se va a encontrar el público segoviano?
Con algo muy sencillo y muy sincero, y ahí está la magia. Es un montaje simple, de una hora, pero muy profundo. Esto es algo que el gran Pablo Messiez hace muy bien, porque apuesta por la sencillez y la verdad. Se trata de un trabajo muy de actores, una función imposible de hacer a medias porque lo que se dice en ella es muy gordo, muy profundo. Y eso es lo que conmueve al público. Es de corazón a corazón.
¿En qué otros proyectos anda?
Ahora mismo estoy rodando La sonata del silencio, una serie para TVE ambientada en la posguerra. El reparto lo encabezados María Etura, Eduardo Noriega y yo. La serie está muy bien porque deja a un lado la guerra y se centra en las personas. También estrenamos en abril Julieta, de Pedro Almodóvar. Bueno, ahí estamos, haciendo de todo.
¿Es complicado ser actor en la España de hoy?
Yo no me puedo quejar, la verdad. Quizá estamos en un momento en el que mucho apoyo a la cultura... Bueno, digamos que no es el mejor momento. Pero llevamos un par de años buenos en cuanto a público. También ocurre en el cine, que la gente está acudiendo más. Se han diversificado mucho las películas que se ofrecen y esto es muy positivo. Quizá faltaba algo así, y no es una carencia que sea culpa de los gobiernos, de la crisis o de las leyes; hay que atraerse al público, y para conseguirlo, tienes que seducirlo.