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Alfamir Castillo, ayer, en el campus universitario María Zambrano.
«Estuve cinco años sin poder salir ni para hacer la compra por miedo»

«Estuve cinco años sin poder salir ni para hacer la compra por miedo»

La activista Alfamir Castillo recuerda en el campus de Segovia de la UVA la violación de derechos en Colombia

diana gil

Sábado, 12 de diciembre 2015, 12:53

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La vida de Alfamir Castillo dio un vuelco total el 8 de febrero de 2008. Desde entonces ya nada ha sido como antes. Su hijo, Davey Mosquera Castillo, fue asesinado a manos del Ejército colombiano en uno de los denominados falsos positivos. Desde que conoció la fatídica noticia no ha cesado en su empeño de buscar a los responsables, pero sobre todo en lograr justicia para todos aquellos jóvenes que han sido víctimas de lo que ella denomina «decreto macabro». Castillo es miembro del Movimiento de Víctimas de Crímenes de Estado (Movice), que calcula que más de 5.000 jóvenes, sobre todo de entre 16 y 17 años, han sido asesinados a manos del ejército nacional de Colombia.

El expresidente del país Álvaro Uribe impulsó un decreto que establecía que por cada guerrillero asesinado a manos de los soldados se les pagaría 3 millones de pesos (mil euros) y los militares que estuvieran al frente de ese batallón serían recompensados con un ascenso. Este «decreto boina» originó los falsos positivos, en los que miembros del ejército presentaban a los civiles como guerrileros de las FARC muertos en combate.

Mediante esta actividad fue como el hijo de Alfamir Castillo apareció muerto en febrero de 2008, junto con otro joven. La activista colombiana, que estuvo presente en una charla organizada por Amnistía Internacional en el campus María Zambrano, explicó cómo actuaron los militares aquella noche en la que otro joven logró escapar de la muerte gracias a que el arma quedó encasquillada, momento que aprovechó para huir lanzándose por una pendiente.

Dado que cada vez era más complicado encontrar a los verdaderos guerrilleros, Castillo aclaró que los soldados acudían a los pueblos y allí analizaban a los chavales que se encontraban sin trabajo. Bajo esa premisa, la de un puesto de trabajo, les conducían a otro distrito para luego asesinarles a sangre fría.

Caso único

El asesinato de Davey Mosquera Castillo y el otro joven, Álex Hernando Ramírez, no ha quedado impune, de ahí que Castillo reconociera que es un «caso único». Las presiones han logrado que siete militares sean condenados por lo hechos a más de 40 años de prisión y han logrado poner en jaque a dos altos cargos del ejército. Pero no en todos los asesinatos ha habido justicia y muchos militares han quedado impunes.

Las familias de Davey Mosquera y Álex Hernando lograron conseguir testigos que probaran los hechos, entre los que se encuentran el otro joven que logró escapar y un soldado que era familiar de Castillo que pertenecía al mismo batallón que perpetró los asesinatos que se encontró la ficha del joven que acreditaba la actuación de sus compañeros, lo que ha permitido encontrar a los culpables. Sin embargo, otras muchas familias no han corrido con la misma suerte.

Desde que denunciaron los hechos, los familiares y testigos han sido víctimas de continuas advertencias de muerte. «Ha sido una amenaza constante, tuvimos que cambiar de pueblo y no poder salir de casa. Estuve cinco años sin poder ir a hacer la compra o a comer un helado porque vivíamos con el miedo a que nos asesinaran», denuncia Alfamir Castillo, quien además tuvo que huir junto con su marido y con su hija de ahora 18 años. Logró entrar en un programa de protección de testigos que la permitió esconderse de quienes querían hacerles pagar la valentía de plantar cara a los asesinos de su hijo.

Por eso, para hacer llegar a la sociedad y concienciarla sobre lo que sucede con los derechos humanos en Colombia recorre varios puntos del país. El objetivo que pretende Alfamira Castillo y Amnistía Internacional es concienciar que la violación a los derechos humanos en patente en países como Colombia.

También lo hace para animar a que se denuncien casos como este y para alertar que la sociedad internacional puede ayudar a la suspensión del decreto. Ya que Alfamir Castillo denuncia que la actual situación en Colombia no ha cambiado a pesar de que el presidente del país, Juan Manuel Santos, asegura que el decreto ha sido abolido y ya continúan con estas prácticas dentro del ejército.

Volver con miedo

Ha llegado a España por un año gracias al programa de acogida de los defensores de los derechos humanos de Amnistía Internacional. Aún le quedan unos meses para decidir qué hacer. Tiene dos opciones, o bien pedir el asilo o bien volver a sus país. Castillo argumenta que es una decisión muy difícil porque en las dos casos ha de «empezar de cero». Aquí se enfrentaría a una nueva cultura y alejada de los suyos puesto que en Colombia viven tres hijas.

Por el contrario, si regresa a su país «no puedo decir que no tengo miedo» . Además tendría que comenzar una nueva vida alejada del pueblo en el que vivía antes de denunciar los abusos del ejército. Entiende que es un «riesgo» regresar a Colombia, pero reconoce que junto con su marido ha barajado la opción de volver porque es allí donde se encuentra su gente y su país, es decir «el terruño» en el que ha vivido desde siempre.

Con dolor recuerda lo que le sucedió a su hijo porque «uno como padre piensa que son sus hijos quienes tiene que enterrarle»; por eso todavía no se hace la idea de lo que sucedió. Ocho años después del asesinato de su hijo no lo ha asimilado y asegura que cada día se hace preguntas sobre lo que sucedió pero no encuentra la respuesta.

En Colombia cada mes de diciembre los familiares de las víctimas se concentran en una marcha que según explica Castillo sirve «para recordar al Gobierno que nuestros hijos fueron asesinados».

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