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Plaza Mayor de Segovia, con el teatro Juan Bravo al fondo, hacia los años veinte.

Aquellos primeros años del teatro

La primera obra interpretada fue 'La alcaldesa de Hontanares', escrita por el poeta segoviano José Rincón Lazcano

carlos álvaro

Lunes, 24 de agosto 2015, 12:02

En el frontispicio del Juan Bravo hay escrito un año, 1917, que no se corresponde con el de la inauguración del teatro, sino con el del comienzo de su construcción. Hace, pues, la friolera de noventa y ocho años que el edificio del Juan Bravo emergía, majestuoso, según los planos del arquitecto Francisco Javier Cabello Dodero. La obra daba carpetazo a uno de los asuntos municipales más polémicos del último tercio del siglo XIX: el solar del Mesón Grande. Expropiaciones, burocracia y objetivos contrapuestos fueron demorando la reforma, y las casuchas desvencijadas que se alineaban a lo largo de la acera del antiguo mesón aguantaron hasta 1917, año en que acabaron desapareciendo.

El empresario Timoteo Villoslada veía así cumplido su viejo sueño de construir un teatro que había de heredar el legado del Miñón el teatro decimonónico de la calle de la Victoria que cerró para siempre en febrero de 1918, así como las energías casi telúricas que en el solar había dejado el teatro de la Zarzuela, un barracón de madera que el industrial Manuel Manzanares regentó con mucho éxito casi cuarenta años atrás en el terreno que dejó libre el Mesón Grande tras su demolición en 1878. Al teatro de la Zarzuela, cerrado en 1892, le sucedió, ya a comienzos del siglo XX, otro teatrillo provisional que acogió el cine Reina Victoria.

La construcción del Juan Bravo terminó en 1918, y Villoslada, el empresario, fijó la fecha del 26 de octubre para su inauguración. Había verdadera expectación a pesar del momento de depresión colectiva que se vivía por la epidemia de gripe, que causaba a diario decenas de muertes, también en Segovia, donde el mortífero virus acabó con la vida de casi tres mil personas. El Juan Bravo abrió con una obra, 'La alcaldesa de Hontanares', escrita por el poeta segoviano José Rincón Lazcano. La representación corrió a cargo de la compañía de la actriz Ana Adamuz, que «hizo una alcaldesa afortunada, vistiendo con gran propiedad, y poniendo en el acento y en la actitud toda la altivez de una rica hembra castellana», según la crítica de El Adelantado de Segovia publicada dos días después.

El respetable salió encantado con la obra, pero, sobre todo, con el nuevo teatro, acostumbrado como estaba al viejo Miñón, sin apenas capacidad y muy modesto. El día de la inauguración dice la prensa el aspecto de la sala era «brillantísimo», pues «una copiosa iluminación hacía resaltar con vivas claridades los tonos blanco y oro de las balaustradas y los cortinones de peluche rojo que cubren el fondo de los palcos». En el techo, las pinturas de Lope Tablada Maeso ponían el toque de distinción.

Las primeras estrellas

El teatro arrancó con mucha fuerza a pesar de la gripe española y de la competencia del cine, cada vez más demandado. El Juan Bravo recogió la tradición dramática del Miñón, y a las pocas semanas de abrir, el público pudo disfrutar con una artista de primer orden, Encarnación López Júlvez, 'La Argentinita', contratada para festejar los actos de la Academia de Artillería en honor de Santa Bárbara. La presencia de la artista en la ciudad causó sensación.

La Argentinita, amiga de Federico García Lorca años después, fue la primera estrella de cartel que pisó las tablas del Juan Bravo; la primera de un largo rosario de artistas que llega a nuestros días. Margarita Xirgú fue la siguiente. La actriz, quizá la mejor en el panorama nacional del momento, protagonizó en Segovia 'Alimaña' el día 2 de octubre de 1920. La crítica no pudo ser mejor: «El trabajo de la estupenda y lindísima actriz catalana fue sencillamente asombroso».

El 13 de enero de 1924 es otra fecha grabada en oro en la dilatada historia del Juan Bravo. Esa tarde debutaba en el teatro un joven guitarrista nacido en Valverde del Majano que se llamaba Agapito Marazuela. El artista en ciernes celebró un breve concierto de guitarra en uno de los intermedios de la sección cinematográfica de aquel domingo. El guitarrista no percibió remuneración alguna, pero sí atronadores aplausos.

La política tuvo en el Juan Bravo una caja de resonancia de magnitud. Al igual que lo fuera el Miñón en su época, el nuevo teatro albergó desde el principio mítines que han quedado en la pequeña historia de la ciudad. La conferencia que Miguel de Unamuno pronunció en 1922, invitado por la Universidad Popular, dejó pequeño el coliseo de la Plaza Mayor. Pero hay un mitin que ha pasado a la posteridad como testimonio de una época. Se trata de la presentación de la Agrupación al Servicio de la República, que tuvo lugar en el Juan Bravo el 14 de febrero de 1931, justo dos meses antes del advenimiento del nuevo régimen. El teatro ya estaba en manos de Aurelio García, militante republicano que saldría elegido concejal en las elecciones del 12 de abril, los comicios que provocaron la caída de la Monarquía. Aurelio hizo de anfitrión, pero también Antonio Machado, que estuvo acompañado de los fundadores de la agrupación, José Ortega y Gasset, Ramón Pérez de Ayala y Gregorio Marañón.

El Juan Bravo también fue cine. En 1918 funcionaba el Ideal, una sala muy modesta ubicada en la Bajada del Salón, pero los empresarios acondicionaron el coliseo de la plaza para pasar cintas cinematográficas. En 1921, por ejemplo, proyectó en cine mudo la película 'Tarzán o el hombre mono'. El teatro se llenó hasta la bandera.

El Ideal acabó desapareciendo, pero surgió otro competidor más temeroso, el Cervantes, inaugurado en septiembre de 1923. Hubo no obstante años en que ambos coliseos estuvieron gestionados por la misma empresa, con lo cual la competencia era inexistente. Esto pasó entre 1925 y 1927. Según Mariano Grau, el Cervantes asumió casi en exclusiva la proyección de películas, mientras que en el Juan Bravo actuaban las compañías dramáticas, cada vez más escasas.

La coyuntura viró en 1928, cuando el industrial Aurelio García, que ya atendía el café-bar Juan Bravo, compró el teatro a los Villoslada. El espectáculo que inauguró la nueva etapa fue el estreno de la obra 'Desdichas de la fortuna o Juanillo Valcárcel', de los hermanos Machado. La representación sirvió para rendir homenaje a Manuel y Antonio, que estuvieron presentes.

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