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Turistas entre las gigantillas y cabezudos, en la plaza de Medina del Campo.

Las vísperas de la traca final

Los encierros infantiles y la Comparsa de Gigantes y Cabezudos toman las calles

miguel ángel lópez

Lunes, 29 de junio 2015, 11:47

No les importaba mojarse. Después de mediodía, cuando comenzaron los encierros infantiles, la temperatura era ya de 30 grados. Los niños que corrieron delante de los carretones de Tirotateiro esquivaban las embestidas de los toros simulados, llevaban capotes, muletas rojas y pañuelos al cuello, y hacían el gesto de encoger la espalda al ser alcanzados por el chorro que les lanzaban, pero el refresco aliviaba el calor y el sofoco de la carrera. Decenas de niños y padres (estos detrás, con el teléfono y la cámara para captar a sus hijos) corrieron ayer a lo largo de la avenida de Fernández Ladreda, entre San Millán y la plaza del Azoguejo, en los encierros infantiles de las Fiestas de San Juan y San Pedro.

Casi a la misma hora salió de La Alhóndiga la Comparsa de Gigantes y Cabezudos acompañada por la música de dulzaina y tamboril de Los Silverios, que coincidió después en la céntrica avenida segoviana con los encierros infantiles. Los gigantones, sin correr, con el paso lento que deben llevar los porteadores, cumplieron así con una tradición que tiene más trescientos años, pues ya salían en el siglo XVII por las calles de Segovia en las procesiones del Corpus y, los dos más grandes, el alcalde y la alcaldesa, Frutos y Fuencisla, desfilan desde finales del XIX en las fiestas de la ciudad.

Gigantones, gigantillas y cabezudos fueron la atracción y el fondo de las fotografías para muchos de los turistas que se encontraron con ellos en la Calle Real y la plaza del Azoguejo. Un buen número de segovianos asistió a la salida de la comparsa de La Alhóndiga, dirigida por Juan Antonio Sanz para reducir al máximo el riesgo de que las figuras sufrieran daños al sacarlas de espaldas, ya que son más altas que la puerta del antiguo almacén de grano, que tiene más de tres metros; Sanz y los porteadores que llevan sobre sus hombros a los gigantones (algunos cada año, desde que eran niños) tienen todo el cuidado porque las figuras son de un valor inestimable y su restauración es continua.

Después, la víspera del día de San Pedro fue una jornada de nuevo con música en lugares emblemáticos de la ciudad; la étnica que presentó en la plaza de San Martín el grupo ILGI de Letonia, cortesía de la Embajada del país báltico, y al caer la noche, con la temperatura todavía bochornosa, el rock de M-Clan en la Plaza Mayor, repleta para escuchar al grupo veterano y para disfrutar luego con el fin de la velada que ofrecieron los segovianos de La Banda del Búho.

Hoy terminan las fiestas, y en el programa hay citas tradicionales: la Tajada de San Andrés a partir de mediodía, el concierto de San Pedro con la Banda de la Unión Musical Segovia, a la una de la tarde; la paella popular en la alameda de La Fuencisla una hora después; la actuación de Nuevo Mester de Juglaría, ya de noche, y para echar el cierre, los juegos pirotécnicos desde los Altos de la Piedad que harán sonar la traca final cuando haya empezado el martes.

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