Dos personas observan objetos en un expositor situado en el entorno del Arco de San Basilio.

Un paraíso para los coleccionistas en el acceso a la muralla

El Mercado de Antigüedades, que alcanza su sexta edición, reúne este año a once anticuarios

daniel martín arranz

Domingo, 3 de mayo 2015, 12:55

A finales de los años 80 y principios de los 90 se hizo popular la serie The wonder years, que narraba los acontecimientos sociales de la década anterior y mostraba juegos, libros y otra serie de objetos que con el paso de los años se fueron perdiendo. La irrupción de ferias de coleccionismo y antigüedades ha servido para que piezas genuinas y únicas que habían caído en el olvido tengan una nueva oportunidad.

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En Cuéllar ya son seis años los que se lleva celebrando este certamen, que este año ha reunido a once anticuarios. En el entorno del arco de San Basilio exponen una gama amplísima de productos antiguos y de coleccionismo. Y por supuesto, cada vez hay más gente que decora su casa con este tipo de objetos, que visten muy bien un salón, una habitación o cualquier otra dependencia de cada domicilio.

Francisco Gómez Chavida, de la localidad de Sanchonuño, expone libros viejos y de ocasión, y en su primera participación en este certamen destaca el ambiente que se forma al mezclar varias ferias, e indica que «la juventud de ahora no está tan metida en el mundo del coleccionismo y estas ferias ayudan bastante a que la gente vuelva a recuperar cosas que han hecho sus abuelos». Para él es fundamental esta iniciativa, porque «atrae al público juvenil y que vean que pueden coleccionar cosas».

Jesús Alonso, de Otero de Herreros, también participa por primera vez en esta feria y señala que «está muy animada, y me gusta por el ambiente, y el movimiento que se genera». En cuanto a lo que él ofrece, afirma que lo que más se demanda son «las lentes, los relojes, y los discos de vinilos antiguos».

También se muestra encantada con la feria Mercedes Bodega, de Madrid: «Es el primer año, pero vamos a volver. Hemos notado que la gente del pueblo es muy amable y la experiencia es muy buena, esto no nos ha pasado en todas las ferias». En su stand lo que más están vendiendo «son las cosas rústicas, como calientacamas, ollas grandes, y también muchas antigüedades que a la gente le gustan».

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Luciano Cáceres es un restaurador que cuenta con un almacén en la localidad de Zarzuela del Pinar. Conoce a fondo el certamen, ya que es su tercer año, y ha constatado que «está algo mejor que los anteriores, más concurrido y la gente con más ánimo». Cáceres subraya, además, que cuenta con importantes piezas doradas, aunque no están siendo muy demandadas: «Ahora no están de moda, va por rachas, y a mí me gusta vender lo que me gusta».

Abrirse a otros mercados

Habituales en este certamen son Coleccionismo Baral, que lleva ya cinco participaciones. En su expositor, Hortensia Álvarez y Félix Barderas ofrecen filatelia y numismática, además de nuevos objetos, porque «hay que abrirse a otros mercados». Además, los visitantes se muestran encantados, señala Álvarez, con «los billetes, llama mucho la atención y las monedas de plata últimas también». Félix Barderas apostilla que «aunque se venda más o menos, estamos contentos porque comemos bien».

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Cuentan con una situación privilegiada en el entorno de San Basilio, uno de los accesos a la muralla de Cuéllar y también al recinto ferial. En líneas generales, todos estos expositores son habituales del rastro madrileño, de ahí que estos mercados sirvan también para intercambiar productos y, por supuesto, para su venta.

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