Borrar
Miguel Rellán.
«Los ensayos de 'Novecento' fueron durísimos, no hay ni una frase gratuita»

«Los ensayos de 'Novecento' fueron durísimos, no hay ni una frase gratuita»

El intérprete Miguel Rellán presenta este miércoles en la antigua cárcel la obra por la que ha sido elegido el mejor de 2014 por la Unión de Actores

nacho sáez

Miércoles, 22 de abril 2015, 11:57

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

La antigua cárcel alberga este miércoles (20:30 horas) la representación del monólogo Novecento, con el actor Miguel Rellán como protagonista estelar. Este papel le ha valido al veterano intérprete el premio como el mejor de 2014 según la Unión de Actores y la nominación al Max.

¿Cómo se prepara uno un papel como este?

Soy un tipo y un actor raro; no soy exhibicionista ni tengo demasiada vanidad. Me habían ofrecido muchas veces hacer monólogos y me parecía que era atletismo interpretativo. Y cuando Raúl Fuentes me ofreció esto, y lo leí, enseguida me entraron ganas de contárselo a la gente. Tengo ya muchos kilómetros si te cae mi currículum en la cabeza te abre el cráneo, de lo que he trabajado y nunca había tenido un ensayo tan duro como este; el director y yo solos en una sala de ensayos durante un mes y medio diciéndole yo a él una cosa que se sabía de memoria. Es terrorífico, durísimo. Este papel se prepara con muchísimo trabajo. No hay una sola frase gratuita en esta obra.

¿Siente el miedo al abismo cuando sale al escenario?

Sí, sí. Mira que tengo experiencia y que he hecho esta función noventa veces. Cuando salgo y la sala se queda en silencio, tengo la sensación de que voy a cruzar las Cataratas del Niágara sobre un cable y que hoy me doy la piña. Salgo yo solo sin nada porque no hace falta nada, no porque Raúl [Fuentes] y yo hayamos querido hacer un ejercicio de minimalismo interpretativo de menos por menos es más. Es un tío que lo único que tiene en esta puñetera vida, como sucede muchas veces, es una batalla que contar. Tiene público delante y la cuenta.

¿Empatiza más el público con el actor que se sitúa ahí solo ante el peligro?

Me gusta hacer esta obra en sitios reducidos en los que pueda ver la cara a la gente y ellos me puedan ver bien a mí. La historia tiene tal potencia que la gente entra y no se le va un instante hasta el final. Acaban emocionados y tengo que salir a saludar más veces que Pavarotti en sus buenos tiempos. Se crea una atmósfera poética y de intriga.

¿Es emocionante?

El final es absolutamente emocionante. Es difícil que la gente no se conmueva y que no tenga un nudo en la garganta, cuando no que llore. Que eso ocurra en un teatro es mucho más difícil que en el cine, que tiene muchas más armas para hacerlo. Y es milagroso, como si bajaran los ángeles y se produjera un milagro. Pero la mitad de la belleza del paisaje la pone el que mira, el público, de modo que ya puedo estar yo tocando lo más sublime de Mozart que como el que esté enfrente esté dispuesto a Macarena no hay nada que hacer.

¿Le ha sorprendido el espectacular éxito que están cosechando con esta obra?

Cuando el director y yo pensamos que ya estaba ensayada y lista para servir Novecento, invitamos a veinte o treinta amigos para que la vieran ahí en la sala de ensayos y que nos hicieran una crítica constructiva. Ya en aquellos ensayos nos dimos cuenta de que funcionaba, y en cuanto se estrenó la reacción fue muy buena. Desde entonces, en todas las funciones la acogida es igual de buena. Espero que Segovia no sea la excepción. La gente dice en Twitter y en Facebook unas cosas sobrecogedoras sobre la obra. Tenemos la seguridad de que el artefacto funciona como un tiro.

¿Se plantea hacer un papel similar en el futuro?

No lo sé. Hay otros actores que dicen que su ilusión es hacer Otello u otras obras. Yo voy dejando que la vida me sorprenda. Cualquiera sabe. O no vuelvo a hacer un monólogo nunca o hago quince de aquí a que casque. Estoy abierto a todas las posibilidades. Si me gusta el texto, por qué no, aunque menos mal que esta la estoy compaginando con otra función en la que somos cuatro, porque, a pesar de que viajo con otros dos amigos, los técnicos David Vizcaíno y Carlos Montalvo, estoy muy triste yo solo en los camerinos.

¿Y hay algo que le quede ya por hacer tras tantos años de carrera?

¡Si estoy empezando! Tengo la sensación de que todavía no he hecho nada decente y que a ver si de una vez hago algo como Dios manda. Hago cursos y todos los días aprendo. Charles Chaplin decía que en esta vida solo da tiempo a ser un amateur. Cuando empiezas a saber de qué va esto, tienes 94 años, de manera que hay que estar aprendiendo todo el puñetero día.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios