Las protestas ciudadanas en Segovia se cobran una manifestación cada 43 horas
Las protestas a pie de calle se han disparado a raíz de la reforma laboral, pasando 52 a 202
César Blanco Elipe
Lunes, 18 de agosto 2014, 12:20
La calculadora de la crispación ciudadana no falla, como el algodón del anuncio. Si el desencanto crece, la calle se lo cobra en protestas. Cuando el propio Gobierno sale a la palestra y entona el mea culpa redentor de unas medidas que considera necesarias, pero que a su vez tilda de «impopulares», sabe a ciencia que tamañas decisiones siembran de manifestaciones de rechazo el calendario. Y cuando se habla de una desafección hacia la clase política directamente proporcional a las vueltas de tuercas ejecutadas en los más diversos ámbitos profesionales y materias domésticas, la calle también ha tomado el pulso de las movilizaciones
Discrepancias hay de todos los colores (y nunca mejor dicho). Está la marea verde por la educación pública, en contra de los dichosos recortes en el sistema y más centrada últimamente en el rechazo a la Ley Orgánica de Mejora de la Calidad Educativa (Lomce) que ha puesto al ministro José Ignacio Wert en el centro de la diana de sus quejas y reproches.
Por otro lado, avanzan las batas de la marea blanca que enarbola la bandera de la universalidad, la gratuidad y de la equidad de un modelo sanitario público. También están los de la oleada naranja, que son los trabajadores de Servicios Sociales, o los bautizados Viernes negros de los empleados públicos... Y suma y sigue en la lista de quienes se sienten damnificados: profesores, alumnos, sanitarios, pensionistas, funcionarios y hasta abogados y jueces han salido a la calle a hacer escuchar su voz de disidencia.
El volteo del calendario se paró en febrero de 2012. La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, por fin desveló lo que se venía barruntando desde la llegada al poder del Partido Popular. La reforma laboral del Ejecutivo de Mariano Rajoy recibía la luz verde. La portavoz ya lo definió en aquella comparecencia junto a la ministra de Empleo como «un antes y un después» en la legislación laboral. Y también lo ha sido en las protestas ciudadanas.
Los frentes se multiplican
El altavoz de la oposición popular subió los decibelios del descontento en una población que por otro lado ya se venía revolviéndose como podía contra la acuciante crisis y las corruptelas. Y en este totum revolutum llegaron los tijeretazos oficiales: salarios menguantes en lo público y la ampliación de las causas objetivas del despido procedente, entre otros caldos de cultivo para la indignación.
La espoleta detonó y las movilizaciones promovidas fundamentalmente por los sindicatos se multiplicaron. Las calles y plazas han sido y son el escenario de ese descontento. El año pasado en Segovia se contabilizaron 202 manifestaciones, de las que 124 estuvieron amparadas en la oposición a «las medidas políticas y legislativas» emprendidas por el Gobierno o la Junta, según refleja el Anuario Estadístico del Ministerio del Interior correspondiente a 2013.
La media del frenesí reivindicativo es de una cada menos de dos días. Una cada 43 horas, más concretamente. El año anterior ya se había notado el efecto contestatario desencadenado por la reforma laboral. Entre 2011 y 2012 los llamamientos a manifestarse se duplicaron en la provincia de 52 a 166. Y esa progresión al alza de la queja popular prosiguió en 2013 con un aumento del 21% de las marchas.
Los frentes y causas por las que enfundarse la camiseta, sacar la pancarta, la cartelería y corear consignas y eslóganes también se han reproducido en los últimos tiempos. Los desahucios, las hipotecas, la reforma educativa de Wert, la judicial y sus polémicas tasas y sobre todo el ingente paro. Son chispas comunes que prenden las mechas de las manifestaciones a lo largo y ancho del país.
Los detonantes locales
Y a mayores hay que contar con los detonantes locales, la combustión de conflictos autóctonos: el cierre que al final no lo fue de las urgencias rurales, las concentraciones ante entidades bancarias para parar un alzamiento, la movilización por el controvertido proyecto del palacio de congresos de La Faisanera o las protestas reclamando la libertad de expresión después de que ocho activistas fueran multados en un acción anterior.
La marea verde de la educación ha sido una de las más proclives a tomar las calles. Los conflictos en la enseñanza motivaron 19 manifestaciones el año pasado en Segovia. Los temas laborales empujaron otras 23 marchas, mientras que las demandas en sanidad estuvieron detrás de siete de esas acciones.
Como curiosidad, más de la mitad de las manifestaciones se concentraron en la primera mitad de 2013. Enero fue el mes más reivindicativo, con 36 concentraciones, a más de una por día. Por el contrario, y como parece lógico, las vacaciones también influyen a la hora de sacar la pancarta y agosto del año pasado fue el más tranquilo del curso, con cinco protestas.
Los sindicatos se aúpan como las organizaciones más combativas (134 manifestaciones fueron convocadas por ellos), aunque también las asociaciones ciudadanas como los movimientos de Stop Desahucios o Parados e Acción se han rebelado como partes beligerantes a la ahora de sumar 44 convocatorias.