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M. JESÚS GUTIÉRREZ / WORD
SALAMANCA
Martes, 11 de junio 2019, 18:49
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El director del Instituto de las Identidades (Ides) de la Diputación de Salamanca, Juan Francisco Blanco, ha defendido en el Simposio 'Patrimonialización de las Mascaradas y su valoración como Patrimonio Cultural Inmaterial', celebrado en Alcañices (Zamora), varias Mascaradas de Invierno celebradas en la provincia de Salamanca.
Este simposio ha sido organizado por Zasnet (asociación integrada por las diputaciones de Salamanca y Zamora, el Ayuntamiento de Zamora y grupos portugueses de Trás-os-Montes y Braganza), dentro de su iniciativa para conseguir que las Mascaradas sean declaradas Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco. De esta forma, especialistas de las tres zonas, Salamanca, Zamora y Portugal, han elaborado un informe para incorporar al expediente, el cual fue defendido en dicho simposio.
Blanco defendió, como especialista, que «la etnografía no entiende de fronteras administrativas», y que lo que podemos encontrar en Salamanca, también lo hay en Portugal, en el norte de Cáceres o en Ávila, por ejemplo. Por ello, «cuando se elaboran propuestas como ésta debe hacerse con rigor y seriedad, y aunque se generen desde un territorio concreto, en este caso Zasnet, debe tenderse la mano al resto de territorios para que se sumen a ella».
En este sentido, el director del Ides hace referencia a la propuesta para conseguir la declaración de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad de las construcciones en piedra seca, que dejaba fuera a Castilla y León. Una vez defendida esta idea, Juan Francisco Blanco habla de la espectacularidad en lo morfológico de las mascaradas de Zamora (el Carocho de Riofrío de Aliste y el Zangarrón de Montamarta, por ejemplo) y Trás-os-Montes; pero también de la importancia de las que se celebran en la provincia de Salamanca, entendiendo por Mascarada un ritual con unas señas de identidad propias, sin necesidad de que los protagonistas lleven una máscara. Se trata pues de «una celebración de tipo tradicional y naturaleza carnavalesca, con perfiles propios en cada lugar, que se celebra en invierno y en la que participan actores (varones), que representan personajes monstruosos y/o grotescos, empleando disfraces y máscaras».
Dentro de las de Salamanca habló de la Horca de Valdecarros, El Perrero de Nava de Francia, las 'vaquillas de Carnaval y la Bufa de Aldeadávila de la Ribera, aunque señaló que en los últimos años su representación no responden al rito original y se han introducido máscaras de otros lugares.
Para Blanco es esencial que las celebraciones se realicen con rigor y respondan a las celebraciones originales, no tiene ningún sentido eliminar los elementos que las caracterizan ni tampoco incorporar otros que nunca han existido, como por ejemplo una máscara en la caracterización de El Perrero, ya que su forma de vestir y los atributos que debe llevar el personaje han sido muy bien documentados por José Luis Puerto (quien también participó en el simposio en Zamora) en uno de sus trabajos, en el que señalaba que El Perrero debe vestir camisola a cuadros, collar de agallas, cencerro al tobillo, cinturón con borlas y látigo, y los alguaciles que le acompañan, varas con remate floral.
Esta fiesta se celebra cada 31 de diciembre en las calles, casas e iglesia de Nava de Francia; y sigue un guión. Los niños utilizan un texto para increpar al Perrero que dice: «Perrero, machuquero, / macha el ajo en el mortero, / me comiste la morcilla, / me dejaste el morral; / anda, goloso, golilla, / que tú volverás». Cuenta, como acompañamiento, con tamborilero y se convida en las casas, finalizando la celebración con un convite para todo el pueblo.
Estos datos fueron ofrecidos por el director del Ides tras hablar de las señas de identidad de las mascaradas, que después aplicó a las cuatro salmantinas defendidas, rompiendo en este congreso el estereotipo de que en Salamanca no existen Mascaradas; «si las hay, aunque sean diferentes» al carecer en la mayoría de los casos de máscaras y utilizarse maquillajes o simplemente atributos en sus representaciones.
Así, la Horca de Valdecarros se celebra el 28 de diciembre por las calles y la Plaza Mayor del municipio, siguiendo un guión fijo que utiliza un texto de burla social versificado que finaliza con un colofón fijo: «Por sus muchas fechorías, / porque ha hecho mucho mal, / a este grandísimo endino / le vamos a ajusticiar». En la escenografía no falta un carro empinado y una escalera, siendo los quintos y un burro los actores y los personajes principales el reo o ahorcado, su mujer, el juez y el verdugo. En el caso del vestuario y atributos, se utiliza ropa vieja y grotesca, leguis y varas de mando. La dulzaina y el redoblante son el acompañamiento musical y se finaliza con La Corrobla, que es una cena.
La Bufa de Aldeadávila es el sábado más próximo al 17 de enero y se celebra en las calles y en la casa del mayordomo, quien obliga a los niños a correr por las calles del pueblo al grito de «¡A bufar!», siendo los personajes los bufadores, la Urga y el Judas que llevan vestido de arpillera, capirote y cencerro en los niños, así como máscaras el Judas y la Urga. El tamborilero no falta en esta fiesta ni tampoco la merienda final.
En el caso de las 'vaquillas' de Carnaval, Juan Francisco Blanco las estudió en los años 80 y documentó 14 tipologías, todas ellas con diferentes nombres: vaca pendona (en Villar de la Yegua), cerniera (El Sahúgo), carpintera (Tarazona de Guareña), campanera (Aldearrubia), embolá (Barreras y Bañobárez), bayona (Valdelosa), torala (San Pedro del Valle) antruejo (Rollán, Escurial de la Sierra), prima (Villavieja de Yeltes), vaca la manta (Guadramiro), vaquilla (Ventosa del Río Almar), blanquilla (Robleda), Tora (Villanueva del Conde), toro pendón (Matilla de los Caños) y mozo-toro (La Alberca). Escalera, cuernos, manta o pellejo y cencerro (a veces) son parte del vestuario de la persona que va detrás del resto, embistiendo sobre todo a mujeres y niños en Carnaval.
Para finalizar, Blanco anima a los pueblos a que mantengan sus Mascaradas y en muchos casos a que las recuperen, como hizo Escurial de la Sierra con su Vaca del Antruejo, ya que se trata de elementos lúdicos que son señas de identidad del pueblo y son fáciles de recuperar.
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