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Un grupo de víctimas de violencia de género en el programa de inserción de Diagrama, impartido por Cristina Ferre. FOTOS: LAYA
Las víctimas recuerdan que la violencia de género «no termina en la denuncia»

Las víctimas recuerdan que la violencia de género «no termina en la denuncia»

Una mujer que ha sufrido maltrato y las asociaciones que atienden estos casos repasan la situación actual en el marco del 25-N

eva cañas / word

Domingo, 25 de noviembre 2018, 11:08

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Detrás de cada estadística vinculada a la violencia de género hay una historia, la de una mujer, y en ocasiones, también sus hijos. Hablan de «infierno» antes de denunciar y después, porque como ellas mismas admiten, los problemas no acaban cuando se acercan a una comisaría de la Policía o a un cuartel de Guardia Civil. Nadie mejor que una víctima para empatizar con una realidad ajena en muchos casos. Cada 25 de noviembre se conmemora el Día Internacional de la lucha contra la Violencia de Género, pero las cifras no descienden, ni de fallecidas ni de las que consiguen sobrevivir a una situación que rasga sus vidas para siempre.

Isabel es una de ellas. Tiene 40 años y un hijo de ocho. Y aunque han pasado cuatro años de la ruptura, ella admite que sigue teniendo miedo, «y lo tendré toda mi vida». Los episodios de violencia de su pareja comenzaron tras quedarse embarazada:«Llevábamos diez años juntos, y a él le vino grande, empezó a beber, a jugar a las cartas, a salir de fiesta...», enumera. Y a esto se sumó, como ella misma añade, que se metiera en deudas y que incluso rehipotecara su casa sin ella saberlo. «Estuve aguantando esa situación durante cuatro años, porque te amenaza, tienes un niño, te pega a ti...», relata. En una ocasión Isabel se acercó a la Policía Nacional para denunciar su situación, lo hizo junto a su madre, pero no obtuvo de ellos una respuesta positiva:«Mi madre les dijo que si mañana me mataba qué».

Pero una noche en la que se produjo una pelea brusca y violenta fue su propio hijo, entonces con tres años y medio, el que la dijo que llamase a la Policía. «Y llamé, y fue entonces cuando empieza otro horror de vida, porque realmente no se sabe lo complicado que es dar ese paso, y las trabas que te ponen luego en todos los lados», resalta esta víctima. Con ello no quiere desanimar a otras víctimas a que no denuncien sino a que el sistema analice si lo hacen bien o no, a que cambien las cosas que están mal.

El primero paso esa noche fue llevarla a Urgencias, donde tras dos horas salió de allí con un parte de lesiones y una fuerte medicación para tranquilizarla:«Fue a las tres de la mañana, y cuando más afectada estaba del medicamento que me dieron, llegaron las preguntas en el cuartel de la Guardia Civil, y no sabes ni qué contestar», admite Isabel. En ese momento a su pareja le detuvieron, «yo sufrí tanto maltrato físico como psicológico, me insultaba, me decía que no valía para nada, de todo».

En la primera semana ella tampoco pudo volver a su casa, «me aconsejaron no acercarme porque todo estaba caliente aún y tenía que esperar a que me dejasen cambiar la cerradura». Después llegó el juicio rápido, antes de las primeras 24 horas tras denunciar, «donde ponen las medidas de protección, como la orden de alejamiento y el horario de visitas del niño», añade. Hasta un año menos dos días después no se celebró el juicio definitivo, y como lamenta Isabel,«me encontré en una situación complicada, tuve que dejar mi trabajo, tenía escolta policial y él se había gastado todo el dinero, no tenía nada». Tras cambiar la cerradura volvió a su casa y durante dos años y medio tuvo escolta, aunque admite que no puedes tener esa protección toda la vida, «somos muchísimas, y es un estrés total».

Ella nunca entendió que a pesar de que pedían condena de cárcel para su pareja, al final pudo pactar y no fue a prisión:«Vas con pruebas, con grabaciones, con partes médicos, y le reducen la condena, no lo entiendes». Esta víctima también critica el sistema actual, porque cuando se termina la orden de alejamiento también finaliza otro tipo de ayudas, «y dejas de ser una víctima de violencia de género, que no digo que lo seamos durante toda la vida, pero en dos años no te recuperas de todo lo que has pasado». En este sentido lamenta que falte conciencia social y más empatía, «falta y mucha», porque en el fondo Isabel asegura que son víctimas de este tipo de violencia para siempre, «aunque no lo queramos ser, siempre lo seremos».

Pasado el tiempo legal ya nadie las ayuda a incorporarse al mundo laboral, ni tienen apoyo económico para salir adelante, que como admite esta víctima,«nunca lo he tenido, ni tampoco la pensión de mi hijo por parte de su padre, que tampoco cumple con el régimen de visitas».

Yessica Joaquín, Ascensión Iglesias, Elena Centeno y Silvia Hernández, de la Asociación de Ayuda a la Mujer Plaza Mayor.
Yessica Joaquín, Ascensión Iglesias, Elena Centeno y Silvia Hernández, de la Asociación de Ayuda a la Mujer Plaza Mayor.

Su calvario actual sigue cada vez que tiene que dejar al niño a su expareja, en el centro de APROME, «donde echo de menos más apoyo cuando no se presenta con el niño o cada vez que no lo recoge». A veces se ha planteado denunciarlo por todo ello pero piensa que no servirá de nada. En su caso, el padre de su hijo chantajea al pequeño contra su madre, algo que se repite en este tipo de situaciones. Asimismo pide que no se abandone a la mujer cuando termine la orden de alejamiento:«En dos años no estás preparada, en mi caso, porque tienes que volver a aprender a que no somos una mierda, a valorarnos, y a conseguir un trabajo», insiste. Y algo que jamás pierde es el miedo a su expareja,«a veces miras para atrás, y pienso que si le vuelvo a denunciar se mosqueará y vendrá a hacerme algo, además, ves lo que pasa en la tele, que se les cruza el cable y te han matado, y no pasa nada, la que pierdes eres tú y tu hijo». Isabel tiene claro el mensaje que lanzaría a otras mujeres en una situación parecida:«Que denuncien, y si tienen hijos que también lo hagan por ellos, aunque sea duro, nosotras somos fuertes y valientes, lo valemos».

Isabel recibe apoyo de la Fundación Diagrama, cuyo principal proyecto en Salamanca es de ayuda a los hijos menores de víctimas de malos tratos, aunque no el único. Y como describe una de las psicólogas de esta entidad,María del Sastre, «se detectó esa necesidad y se implantó el proyecto». Desde el año 2015 ya han atendido a unas 100 madres, y a lo largo de 2018 han llegado 27 nuevas. Estos profesionales atienden en la actualidad a 33 niños de entre 6 y 16 años, «suelen llegar con tristeza, enfado, no entienden lo que les ha pasado a ellos y a sus padres». Esta psicóloga de Diagrama asegura que los niños también se sienten culpables, «piensan que han hecho algo malo para que sus padre estén así». Entre los objetivos de sus terapias con los menores está que entiendan la situación y extraer todos sus sentimientos al respecto, «y que vuelvan a tener el rol de hijos, porque a veces se pierde y se convierten en los protectores de sus madres».

Esta fundación trabaja con sus madres con terapia familiar y para que ellas recuperen su fuerza y autoestima. Además, implantaron una terapia con caballos que quieren ampliar si consiguen el apoyo necesiario. Entre las novedades de este año está la puesta en marcha de un programa de itinerarios de inserción laboral para mujeres víctimas de violencia de género, con el apoyo del Fondo Social Europeo. El objetivo es ayudar a unas 20 mujeres y que se consiga un 50% de inserciones.

No es el único recurso en Salamanca para estas mujeres. En la Asociación de Ayuda a la Mujer Plaza Mayor, donde desde enero han atendido ya a 121 víctimas de violencia de género, creen que ahora se denuncia más, «antes este tipo de situaciones quedaban ocultas en el ámbito privado», asegura su presidenta, Ascensión Iglesias. Terminar con esta lacra no cree que sea sencillo, «las soluciones pasan en primer lugar por una educación en igualdad, porque el machismo puro es el germen de la violencia, aunque no todos los varones lo son, ni todas las mujeres, que también las hay», admite Iglesias. La presidenta de la Asociación Plaza Mayor también ve muchas carencias en la formación de los responsables judiciales, «no tienen preparación en género, y eso conlleva que no vean el caso desde esa perspectiva».

Otra llamada de atención que realiza está vinculada a las denuncias, «a las mujeres les cuesta dar ese paso porque tienen la esperanza de que cambiarán, aunque se trate de una violencia continuada en el tiempo». Esta responsable cree que lo primero que hay que hacer es preparar a la víctima para la denuncia, «física y psicológicamente, que sepa a lo que se tendrá que enfrentar.

Las mujeres que atraviesan esta situación también pueden acudir a ADAVAS, que en el primer semestre del año ya habían atendido a 90 víctimas de violencia de género. Raquel López Merchán es su presidenta, quien también reconoce que dar el paso de denunciar no es fácil:«Cuesta asumir que tu pareja te agreda, a veces sucede de forma sutil, que hasta se normaliza», sentencia. Y asegura que más allá de la denuncia judicial también es importante la social:«Que la mujer detecte que algo no va bien, que solicite ayuda, que recupere su autoestima», argumenta. Al igual que la presidenta de Plaza Mayor, apunta a la educación como clave para el cambio de comportamientos, «hay que enseñar a los más pequeños a que sean personas reflexivas y críticas, que no se acomoden». Para ello ADAVAS cuenta con un programa de sensibilización en los centros educativos.

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