Placer y sabor 'azul' de la Sierra
LINARES DE RIOFRÍO ·
Un matrimonio salmantino dejó la banca y la ganadería para centrarse en el cultivo del arándano en pleno bosque de la HonfríaBEATRIZ JIMÉNEZ / ICAL
Lunes, 6 de enero 2020, 11:50
Entre castaños centenarios, avellanos y cerezos se encuentra el bosque de la Honfría, en el municipio salmantino de Linares de Riofrío. En este paraje singular tienen un terreno María Ángeles Martín y José Martín, con un pequeño refugio entre arroyos y su «maravillosa» plantación de arándanos. Este matrimonio salmantino, decidió hace cinco años lanzarse a la aventura y probar con el cultivo este fruto rojo, que apenas era explotado en la zona.
Cuentan que todo comenzó a raíz de unas charlas organizadas por la Diputación de Zamora, a las que acudían María Ángeles y José, en las que se informaba de cómo plantar árboles y donde asistían para hacer microrrizadas y favorecer el nacimiento de las setas. En una de las reuniones se habló de la posibilidad de cambiar el cultivo en Castilla y León e introducir alguna variedad de frutos rojos, y ellos se quedaron «con el toque». Este matrimonio tenía una finca en el municipio de Cuatro Calzadas con una explotación de vacas al cuidado y dedicación de María Ángeles. Allí intentaron también apostar por el cultivo del arándano, pero como relatan, no saben si el clima, al ser un terreno de mayor altitud «no era muy apto» o las mismas plantas pero «no se adaptaron».
José Martín es natural de Linares y ambos subían a menudo a la Honfría y siempre bromeaban con que «el mejor lugar para sus arándanos era ese terreno», como dice María Ángeles entre risas «le convenció». Además, cuenta que coincidió a la vez, que en las ferias ofrecieron un pincho «con algo de arándanos» y comentando con conocidos hablaron que en el pueblo de Madroñal ya habían salido las primeras remesas de este fruto. Y «no se lo pensaron dos veces». Se fueron hasta allí para informarse de todo lo necesario para comenzar su aventura. Aseguran que «el clima y las condiciones no son las mismas», pero «cada uno debe adaptarse a lo que tiene», dice José. Al parecer, todo fueron coincidencias, porque pudieron vender la ganadería y comenzar con la agricultura, «era difícil compaginar las dos cosas» comenta María Ángeles, ya que de este modo debían estar todo el día en carretera. Además, su marido se dedicaba a la banca y trabaja en la ciudad, por lo que la ganadera era ella.
Apredizaje desde cero
Este es el quinto año desde que se iniciaron en esto de los arándanos. Todavía «va poco a poco», explica José. Comenzaron «desde cero», de hecho tuvieron informarse y asesorarse de todo lo necesario. Antes de plantar valoraron las opciones para la comercialización, porque no sabían si contaban con la distancia necesaria, cómo debía ser el riego o si el cuidado iba a ser el mejor. «Tuvimos que estudiar, pensar e informarnos de todo», avanza este salmantino. Aún así, «no ha sido fácil», porque «el terreno es irregular y cada planta necesita la misma cantidad de agua». De modo, que se pusieron a pensar y consiguieron diseñar una serie de medidores, con sus propios esquemas para elaborar el sistema de riego perfecto para cada una de las plantas.
Las dificultades vienen cuando hay ataques de jabalíes en la zona, que como relata este matrimonio, ya les ha pasado en varias ocasiones. Entran en la finca y «destrozan lo que pillan a su paso». Recuerdan que el primer año «fue desastroso», entre «el otoño que llegó muy seco y además los jabalíes entraban cada dos por tres» y podían levantar hasta 100 plantas.
De la banca al campo
Para este salmantino, dedicado a la banca toda su vida, esta experiencia constituye una forma de «cambiar el rol de vida y de trabajo». Los fines de semana dedicaba junto a su mujer su tiempo a ir poco a poco aprendiendo y mejorando la cosecha. Prejubilado hace tan solo unas semanas, se muestra muy contento de poder dedicar más tiempo a esta actividad que «le llena enormemente». En este terreno de la Honfría también tienen un par de surcos dedicados a las frambuesas, que este año en especial ha sido muy bueno y la producción «más de la esperada», también unas parras y algunas fresas, pero eso solo para consumo propio. «Hacemos muchos zumos, eso sí», añaden. Tanto María Ángeles como su marido han sabido transmitir esa pasión por el campo, la agricultura y desde hace cinco años por el cultivo de arándanos a sus dos hijos, quienes les ayudan siempre que pueden y afirman que «ellos están encantados». Los cuatro «arriman el hombro».
Rentabilidad de futuro
La variedad de arándano que mejor se da en este terreno son la 'Ozarkblue' y la 'Bluecrop', que son procedentes del Norte. Se diferencian en la época de maduración, entre julio y septiembre. María Ángeles Martín señala que «alguien entendido distingue su acidez y sabor», ya que el color, con su gama de azueles, es siempre muy similar. Ambos esperan que este proyecto «sea rentable con el tiempo», porque una vez adecuada la instalación, el trabajo será «más fácil». Se trata de nuevas experiencias y formas de vida y ellos «están muy contentos con su decisión». La mayor producción sostienen que suele dar mayor rentabilidad a partir del séptimo año, por lo que aún les queda «tener un poco de paciencia». Sin duda, son conscientes de que es una inversión a largo plazo que han estudiado y que confían en que de «su fruto», entre risas bromean con su 'arándano Martín Martín'.
Este matrimonio salmantino señala que por otra parte, al ser un cultivo minoritario, «su salida en el mercado es muy rentable para los agricultores», aunque hay que tener en cuenta que «da mucho trabajo» en las épocas de recogida y que aún es un producto poco introducido en el mercado, «aunque el que los conoce los valora mucho por sus propiedades y porque tiene muchos beneficios para la salud». «Lo que no es fácil es encontrar mano de obra para recogerlos», aseguran, ya que hay que recogerlo «uno a uno», pasar varias veces por la misma planta y escoger el maduro.