El soldado salmantino Adrián López Serna. A la derecha, ruta en isla Decepción y módulo taller que montaron. El Norte
Salamanca

Misión a 13.000 kilómetros de casa y 20 grados bajo cero

El soldado salmantino Adrián López ha pasado tres meses y medio en el corazón del Polo Sur junto a otros tres militares del REI-11 como miembro de la última Campaña Antártica

Eva Esteban

Valladolid

Martes, 3 de mayo 2022, 00:30

Cuando el teniente Mario Garzón propuso –hace ahora nueve meses– al soldado salmantino Adrián López Serna formar parte de su equipo como miembro de la ... Campaña Antártica del Ejército de Tierra no lo dudó. No se lo «creía», pero su respuesta fue inmediata: «Cuente conmigo para lo que necesite», le dijo. Era «consciente» de las condiciones climáticas extremas –con hasta veinte grados bajo cero y rachas de viento de cien kilómetros por hora– a las que se enfrentaría durante los cuatro meses que se prolonga el operativo, pero era una «oportunidad única» para él. «Al Mando de Ingenieros, al que pertenezco (forma parte del Regimiento de Especialidades de Ingenieros Nº 11, también denominado REI-11), le dieron la oportunidad hace dos años de ir para hacer un muro de contención; esta vez nos ofrecieron ir a renovar un módulo taller y el teniente hizo su equipo, eligió a su gente, y tuve la grandísima suerte de poder formar parte de él», reconoce López.

Publicidad

Dicho y hecho. Comenzaron tres intensos meses de trabajo para prepararse –física y mentalmente– para la misión, a 13.000 kilómetros de España y en el gélido entorno de la Antártida: la base española Gabriel de Castilla, situada en isla Decepción (la otra base antártica española es la Juan Carlos I y las separan 38 kilómetros).

La clave

  • 1.000 son los kilómetros que separan la base Gabriel de Castilla de la ciudad más cercana.

Las pruebas se basaban principalmente en adaptaciones a la realidad con la que iban a encontrarse y adversidades a las que podrían enfrentarse, como una hipotética erupción volcánica. «Hacíamos continuamente marchas por la sierra de Béjar, días de navegación por Salamanca, pruebas de montaña en Zaragoza y también estuvimos unos días en Gerona aprendiendo el proceso de montaje en el que se basaría nuestra misión», concreta este soldado salmantino de 34 años, en el Ejército desde 2008.

El 13 de diciembre, tras una estricta cuarentena, Adrián López y sus compañeros del REI-11 de Salamanca (el teniente Garzón, el brigada Rafael Benito y el sargento Óliver Arnau) pusieron rumbo al Polo Sur para afrontar uno de los operativos más emblemáticos en los que participan las Fuerzas Armadas.

Publicidad

Por su mente rondaban innumerables preguntas y curiosidades como, por ejemplo, con qué iban a encontrarse. Imaginarse cómo sería isla Decepción era un auténtico ejercicio de ingenio y creatividad para el soldado López. «Se me pasaba por la cabeza cómo sería aquello, no podía imaginármelo, tenía mucha curiosidad», cuenta, al tiempo que admite que, si se le presentara la ocasión, participaría de nuevo en la Campaña «con los ojos cerrados». «Es una experiencia única e inolvidable; para mí es el paraíso», comenta.

«Volvería con los ojos cerrados, es una experiencia única e inolvidable; para mí es el paraíso»

A su llegada a Gabriel de Castilla después de catorce horas de viaje y varios trayectos en barco y avión, la nada. Un anillo de tierra en torno a una caldera volcánica inundada, a mil kilómetros de la ciudad más próxima.

Publicidad

La aclimatación, dice, fue rápida gracias al «gran compañerismo» entre las 38 personas que convivían en la base entre militares y científicos (entre ellos especializados en la predicción de la Agencia Estatal de Meteorología). «Lo más duro fue separarme de la familia y la pareja, pero al final hicimos un buen equipo, había muy buen ambiente y nos ayudábamos entre todos; fuimos como una gran familia», considera. De hecho, dieron juntos la bienvenida al 2022 –incluso por partida doble, dada la diferencia horaria– y tres de ellos cumplieron años durante la operación.

Nuevo taller para maquinaria

Nada más llegar a Decepción comenzó además una carrera contrarreloj para cumplir con la misión por la que habían recorrido 13.000 kilómetros: construir un nuevo módulo taller (de 140 metros cuadrados de planta) para «invernar toda la maquinaria», además de una zona de oficina para los especialistas de talleres de futuras campañas.

Publicidad

Fueron jornadas maratonianas, un verdadero ejercicio de fuerza y resistencia a la intemperie que se prolongaba toda la semana. No había margen de error ni improvisación. «Se han movido 28 toneladas de hormigón para hacer la cimentación y se han picado 52 zapatas entre cuatro personas a mano, además de construir el taller; había veces que se nos ponía a nevar y tapaba todo como de repente salía el sol. Había ocasiones que el tiempo no nos permitía trabajar, por eso teníamos que dar el máximo cada día», sostiene López, que antes ya había participado en una misión internacional, aquella en Afganistán en 2009, de carácter humanitario –denominadas operaciones de mantenimiento de la paz–.

Regresó Adrián López Serna de la «experiencia» de su vida el 28 de marzo, unos días antes que el resto de compañeros por cuestiones logísticas, con la mochila cargada de aprendizaje. El más importante, revela, es aprender a valorar lo cotidiano. «Somos muy pequeños en el mundo, vivamos y disfrutemos sin hacer daño», sentencia el soldado salmantino, en el REI-11 desde 2019 (antes estuvo en Burgos y en la Unidad Militar de Emergencia en León).

Este contenido es exclusivo para suscriptores

3€ primer mes

Publicidad