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El encargado del obrador, Félix Rincón, sostiene el roscón más grande.

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El encargado del obrador, Félix Rincón, sostiene el roscón más grande. MANUEL LAYA

Un manjar con sabor a limón y azahar

Más del 90% de los roscones que elaboran en Confitería Gil tiene algún relleno

eva cañas / word

Viernes, 5 de enero 2018, 11:34

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Sus 16 ingredientes lo hacen único entre los productos de repostería. No hay nada parecido al tradicional roscón. Porque además, es el único que en su interior tiene una sorpresa no comestible que forma parte de la magia del día de los Reyes Magos.

En las calles cercanas del obrador de la Confitería Gil, en el polígono de Los Villares, ayer ya se respiraba el aroma característico del roscón. Sus empleados llevan días trabajando en el proceso, pero desde ayer y hasta el día 6 de enero son las jornadas más intensas. El obrador funciona las 24 horas repartidos en tres turnos diferentes. Según las previsiones que maneja el encargado, Félix Rincón, elaborarán cerca de 20.000 roscones. De ellos destacar que más del 90% estarán rellenos, que es lo que más demanda la gente. Sobre todo, de nata, pero también existen las opciones de crema o de trufa. Como recuerda este responsable, hace décadas justo era lo contrario,«la mayoría no llevaban relleno, lo que ahora supone tan solo el 10% del total». El encargado del obrador lleva en la empresa 49 años, que dan para haber visto elaborar millones de roscones.

Y nadie mejor que Félix Rincón para dar a conocer cómo se elabora ‘in situ’ el roscón de Gil, porque como confiesa, «cada maestrillo tiene su librillo». Este bollo de Reyes tiene hasta 16 ingredientes. Algunos de ellos, los principales los enumera:«Mantequilla, huevos, harina, leche, levadura, azúcar...», a los que se suman los que dan el sabor propio y la personalidad al roscón, como las ralladuras de limón y naranja o el agua de azahar. Y en Gil también tienen su toque propio que mantienen en secreto, como un ingrediente especial.

«Nosotros lo hacemos con masa-madre, y todo el proceso es natural», añadeRincón. Y como detalla este encargado, en el obrador de Gil están a pleno rendimiento estos días, «haciendo roscones, cociendo y rellenando, por eso nosotros le damos recientito y calentito, como decía el Señor Gil», asegura. De hecho, para cubrir toda la demanda refuerzan la plantilla que estos días llega a unas 90 personas.

Trabajadores de Gil rellenan con nata los roscones de reyes.
Trabajadores de Gil rellenan con nata los roscones de reyes. MANUEL LAYA

El primer paso de elaboración es el amasado de todos los ingredientes, y después, pasa a la máquina divisora, donde se fijan de forma automática los gramos de masa que van. «Esa masa entra a la máquina grande denominada el tren de reposo, para que tome la forma», aclara Rincón. Después llega una labor totalmente manual para formar el roscón, en redondo, el momento elegido para introducir la figura en su interior. En los de menor tamaño va una sorpresa, pero a medida que crece en dimensiones, también se introducen más artículos. Muy variados. También en forma de viajes, porque en los roscones de Confitería Gil pueden encontrar hasta dos viajes a Tenerife, uno aRoma y uno a París, para dos personas y de diferentes días. Además, de dinero.

Una vez formado se pasa a la denominada estufa, donde la masa de levadura crece. «Y una vez se completa este paso, se lleva a una cinta, donde se colocan encima las frutas: naranja, melón verde y rojo, y guindas», enumera el encargado.

Próximo destino del roscón: el horno, que según su tamaño estará entre 30 y 45 minutos, en unos carros con una capacidad aproximada de 60 unidades. Y una vez que sale del horno se pasa al relleno. «Se pone encima de la mesa, se abre, se emborracha con una brocha, y se rellena bien de nata, de crema o de trufa», describe Rincón. Ya por último, se colocan sobre unas blondas para su distribución a las tiendas.

Desde 800 gramos

En Confitería Gil tienen hasta seis tamaños diferentes. El más grande de 3,5 kilos (más de 12 raciones), y el más pequeño, de 800 gramos (para entre dos y cuatro raciones). «Los tamaños están establecidos desde hace bastantes años, para todos los gustos y los bolsillos», insiste el encargado del obrador. En cuanto a los precios, desde los 11,50 hasta los 53 del más grande.

Dentro de los rellenos, el que más tirón tiene es el de nata, y casi por igual, el de crema y de trufa. «Lo que más quiere la gente es la nata», asegura junto a un carro lleno de roscones de dicho ingrediente. De Félix Rincón puede confirmarse que lleva 49 navidades haciendo roscones, y que en su elaboración ha cambiado la maquinaria, «que es más sofisticada», porque sus ingredientes principales no han cambiado en estos años, «sigue siendo artesanal y con productos de calidad». Han cambiado las demandas del consumidor, como preferir el relleno, justo lo contrario de hace décadas. «El roscón es de lo que más me gusta y es una de las cosas que más tradición se tiene de comerlo», subraya. Un último detalle, no busquen el haba, no tiene.

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