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Control de seguridad en una calle de Pekín. WORD

Lecciones de un salmantino en China

Un vecino de Salamanca que vive y trabaja en Pekín explica cómo es el día a día en una ciudad en cuarentena y sometida a medidas draconianas ante el coronavirus

daniel bajo / word

Domingo, 15 de marzo 2020, 16:50

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China empieza a ver la luz al final del túnel. El coronavirus nació allí y se expandió por las cuatro puntos cardinales. Los países occidentales luchan contra él con todos los recursos de los que disponen y se preguntan cómo librarse de la pandemia. China podría tener la respuesta.

En Pekín reside y trabaja un salmantino que pide no ser identificado. En Salamanca llevamos una semana peleando contra el Covid-19 pero en China hace dos meses que empezaron con las medidas de control y vigilancia. Su testimonio es una muestra de lo que podría esperarnos durante los próximos meses. Nadie aprende en cabeza ajena, pero siempre está bien saber cómo habituarse a convivir con un enemigo invisible.

El coronavirus empezó a llamar la atención a finales de enero, coincidiendo con el año nuevo chino. Estos dos meses «no han sido una experiencia agradable. No se la recomiendo a nadie», afirma. China lleva ocho semanas «de vida monacal, pero lo que han hecho ha funcionado».

Recuerda que el 20 de enero ya había gente con mascarilla en el metro y que el 23 impusieron una cuarentena en Wuhan, a más de 1.000 kilómetros de Pekín. Tres días después, el 26, cuando todo el país hablaba del Covid-19 y nadie sabía muy bien a qué se enfrentaban, llenó el carro de la compra «hasta arriba» y se preparó para lo que se avecinaba. En este sentido España va por delante, porque ya conocemos cómo lucharon contra el coronavirus en otros países.

China no contaba con esa ventaja, pero los responsables sanitarios recordaron las lecciones aprendidas durante el brote de SARS(Síndrome Respiratorio Agudo Severo) en 2013 e impusieron «medidas de contención y una disciplina para quitarse el sombrero. En España no existe esa disciplina».

Las medidas aprobadas sobre el papel se tradujeron en teletrabajo, control de la temperatura, calles desiertas y muchos pequeños inconvenientes cotidianos, pero perece que han dado resultado. Pekín vuelve «poco a poco» a una aparente normalidad. «Se ve más movimiento» en la calle, hay «muchos restaurantes abiertos» (aunque aún no todo el mundo está dispuesto a comer en público) y, en general, la ciudad vuelve a la vida.

Día a día

El día a día aún sigue lleno de rituales sanitarios y de autoprotección. El teletrabajo es casi una religión «y si puedes, usas una aplicación para comprar». Los repartidores de comidas son uno de los colectivos que más ha prosperado en esta crisis, pero hasta recoger un envío tiene sus inconvenientes. «El repartidor no llega al edificio. Baja el vecino, pasa junto a una garita de seguridad, le toman la temperatura, recoge la compra y al entrar le vuelven a tomar la temperatura». Cada vez que pisan la calle les toman la temperatura en la muñeca. Es algo que todos, chinos y extranjeros, tienen «interiorizado».

Y además «intentamos escapar de los vecinos». No se trata de mala educación ni de falta de habilidades sociales, sino de mera cautela. Si coinciden en el ascensor se colocan lo más lejos posible. Incluso comprueban por la mirilla si hay alguien en el rellano antes de salir.

Entre sesión y sesión de teletrabajo se impone el ocio 'online', la compra por internet «que es el deporte nacional» y las películas y series a través de la red. Algunos negocios se han reinventado y ofrecen sus servicios a través de teleconferencia, como los gimnasios. En los casos en que no queda más remedio que salir de casa se impone la mascarilla y los guantes. Algunos taxis «van forrados de plástico por dentro» para separar al conductor del pasajero.

El coronavirus también se inmiscuyó en otras actividades diarias como ir al banco o incluso a la peluquería. La experiencia de este salmantino es reveladora. El banco ICBC ha acotado el número de visitas. «He tratado de ir en dos ocasiones y no he podido hacer las gestiones» porque no dejan entrar más que a un número limitado de personas. En cuanto a la peluquería «llevo dos meses intentando cortarme el pelo y están todas cerradas».

La situación, insiste, parece que mejora poco a poco, pero las autoridades no han relajado aún las medidas de control. «Si vives con alguien y esa persona sale de China tienes que decírselo a la empresa y, cuando vuelva a Pekín, ambos tenéis que pasar 14 días de cuarentena». Esta cuarentena es una imposición 'extra' de la municipalidad de Pekín contra el Covid-19. Según sus palabras «hay una situación de aparente normalidad, pero las medidas de control siguen» por todas partes. El mayor miedo que tienen las autoridades ahora mismo son los casos «importados», de ahí que a corto plazo no parece que vayan a aflojar el ritmo.

Y una curiosidad para terminar: los divorcios se han disparado en estos dos meses. «Algunos han convivido demasiado tiempo».

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