Javier Alonso, en una reunión con amigos. WORD

Javier Alonso Torrens, el sociólogo de la pobreza

Sociedad. Retrato de uno de los primeros investigadores de la realidad menos amable de Salamanca y Ciudad Rodrigo, como la prostitución, fallecido recientemente en Madrid

ignacio francia

Lunes, 18 de enero 2021, 11:22

Es probable que el nombre de Javier Alonso Torrens deje indiferente a la mayoría de los salmantinos y también quizá su nombre y su obra encuentren más eco en el ámbito nacional. Desde luego, sí ocurre en el terreno de la sociología, en el que alcanzó gran prestigio por su trabajo comprometido en esa profesión. Ahora, Javier Alonso ha fallecido en Madrid a los 82 años y recibió sepultura en el cementerio de Salamanca, junto a los restos de su madre, Micaela, y de su abuelo Leopoldo Alonso, el primer director salmantino de cine y prestigioso cámara, además de fotógrafo oficial de la aviación española.

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Aunque mirobrigense de alma y corazón, Javier Alonso nació en Salamanca el 12 de agosto de 1938, en la casa que hace pared con el antiguo Colegio de San Pelayo, hoy facultad de Geografía e Historia, en la que había residido su abuelo que en esos momentos faenaba con la cámara de cine por los campos de batalla en la zona republicana. Cuando tuvo edad, aquel muchacho mirobrigense ingresó en el seminario de su ciudad, de donde salió para realizar los estudios teológicos en la Universidad Pontificia de Salamanca, estudios que años después ampliaría en torno a la sociología en la Gregoriana de Roma. El sacerdote que fue Javier mantuvo posiciones avanzadas que le motivaron algunos conflictos en la levítica diócesis de Ciudad Rodrigo. Como ejemplo, valga el caso de ser detenido por la Guardia Civil –junto con su compañero Matías Castaño- cuando en Lumbrales ofrecían una charla sobre cooperativismo (los guardias preguntaban por qué hablaban «de comunismo»), y después se supo que la denuncia había partido de su propio obispo. A los catorce años de cantar misa dejó el sacerdocio.

Formado ya como sociólogo, Javier Alonso emprendió un prestigioso recorrido en ese terreno, que lo llevó a poner en marcha el Equipo de Investigación Sociológica Edis. Ese equipo se definió muy pronto en sus estudios en torno al campo de la pobreza, de la exclusión social, de la marginalidad, de la precariedad, de la diferenciación social, de la despoblación, de la prostitución, de la juventud, del mundo rural..., con los diferentes frentes que ofrecían todos esos estratos. Con frecuencia se trataba de estudios que no agradaban o molestaban a los poderes públicos, como consecuencia de sus resultados que ponían en evidencia problemas arraigados en la sociedad. El amplio número de sus publicaciones reflejan esa dedicación, al igual que sus trabajos con los informes Foessa, la intervención en cursos y actos en universidades y foros sociales.

Desde el principio de su actividad, Javier Alonso también dedicó su trabajo a Salamanca. Una de esas tareas profesionales se relacionó con los informes sociológicos encargados por el primer Ayuntamiento democrático presidido por Jesús Málaga. Entre otros trabajos sobre Salamanca, cabe mencionar 'Aproximación a la realidad de la prostitución femenina en la provincia de Salamanca. Año 2001', o 'Salamanca: retos, posibilidades y esperanzas' (2006), editado por Cáritas y la Fundación Foessa. Con Cáritas trabajó intensamente, y bien sabe de ello Carmen Calzada, al igual que conoce su dedicación Emiliano Tapia, el cura del barrio de Buenos Aires, a quien apoyó con su amistad y trabajo en los esfuerzos que realiza con gentes que encajan de lleno en los enfoques sociológicos de Javier Alonso.

Ciudad Rodrigo

Y, desde luego, donde se volcó Javier Alonso –de modo especial en los últimos tiempos- fue en Ciudad Rodrigo. Una referencia clave en esa tarea son las que se denominaron 'Las conversaciones de La Colada', jornadas sobre sensibilización social, que promovió junto con Cáritas y en las que implicaba a sus muchos amigos, en las que durante siete años se analizaron problemas en torno a «la realidad de la gente» en la diócesis civitatense, jornadas a las que en los últimos años acudía con el apoyo de su cayada heredada del abuelo Torrens porque las vértebras habían introducido el dolor en su vida, que luego intensificaría el cáncer que lo ha llevado a la tumba. Otra muestra de esa dedicación se plasmó, entre otros estudios, en el trabajo titulado 'Observatorio de realidad social de la diócesis de Ciudad Rodrigo', cuyos resultados «hacen temblar», como él comentaba, a causa de la situación de despoblación y limitaciones en los núcleos de esa zona del oeste provincial.

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De esa entrega mirobrigense sabe también quien fue rector del seminario, Juan Carlos Sánchez, porque una buena parte de su dedicación y generosidad la empleó en los últimos años Javier Alonso en investigar y marcar pautas de análisis de la documentación del centro. Entró en los archivos y empezaron a saltar gran cantidad de datos notables sobre las gentes que se habían matriculado en seminario y colegio de San Cayetano. Después, Javier tuvo la enorme paciencia y entrega de tiempo para sectorizar la identificación por profesiones y posiciones sociales de esos alumnos que desfilaron por allí durante 250 años. También se dedicó a recuperar la figura de su abuelo Leopoldo, aquel director de cine que en 1920 se llevó a París al coro salmantino de Bernardo García-Bernalt para sonorizar la primera película española sonora, 'Salamanca'.

Se ha ido un gran experto en el campo sociológico, que en lugar de dedicarse a ganar dinero empleó sus capacidades en auscultar y exponer los problemas más preocupantes y molestos que ofrece la sociedad española. Era riguroso en su trabajo, desde su bonhomía, desde su generosidad y despego, desde su disposición para la charla, las bromas y la sonrisa, que no excluía los comentarios ácidos hacia los bergantes que salen al camino. Y, por supuesto, que no le quitaran la feria taurina de San Isidro, ni los Carnavales mirobrigenses, ni la procesión del patrono San Sebastián, ufano con la vara hacia la catedral si le correspondía ser mayordomo. Javier Alonso Torrens fue un hombre rico: cultivó la amistad y ahora somos muchos y en muchos lugares los que no olvidaremos su figura y su obra.

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