El alcalde Roberto Martín sostiene en sus manos unos cheques-bebé para los vecinos.

Donde hay jamón, hay alegría

UN JULIO DIFERENTE ·

El virus no golpeó en primavera a Guijuelo, regido por Roberto Martín, pero «por prudencia» el Ayuntamiento decidió no abrir las piscinas y otras instalaciones municipales

Jaime Rojas

Valladolid

Sábado, 25 de julio 2020, 09:25

Decir Guijuelo es decir jamón; y al contrario, que tanto monta. Pocos pueblos se identifican de tal manera con un producto como la localidad salmantina con el manjar derivado de las patas del cerdo. Dicen que donde hay jamón, hay alegría y ni el virus ha conseguido introducir una excepción a esta regla. El pernil es poderoso en vida, todo lo opuesto al maldito patógeno.

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El alcalde de Guijuelo, Roberto Martín, se congratula de la fuerza del jamón «y de que la industria haya continuado con su trabajo en los meses del confinamiento por la pandemia, porque al ser cárnica se consideró esencial». «De marzo a mayo es la época alta de producción y los mejores tiempos para la venta son ahora, en verano», explica mientras anima «a que la gente consuma nuestro producto estrella», porque también dicen que siempre es buen momento para comer jamón.

Roberto, de 36 años, es nuevo en la Alcaldía –accedió al cargo hace un año, después de las últimas elecciones locales–, aunque no en la Corporación municipal, de la que ha sido concejal de Medio ambiente. «Vaya momento para comenzar esta nueva etapa», bromea este licenciado en Derecho por la Universidad de Salamanca y que trabaja en el sector de los seguros.

El regidor de la localidad salmantina cuenta que se anticiparon al tiempo oscuro que venía. «Actuamos pronto y cerramos la residencia diez días antes del estado de alarma y cuatro días antes todas las instalaciones públicas y municipales», afirma para agregar que «eso unido al esfuerzo de la población ha supuesto que el resultado haya sido bueno, si en este asunto se puede decir algo así». «No ha habido contagios en el pueblo y solo 68 en el centro de salud al que están adscritos 24 municipios de la zona; lo único que lamentamos es el fallecimiento de dos personas del pueblo que vivían en una residencia de Salamanca», relata.

Guijuelo fue uno de los primeros en anunciar que en este verano raro no se abrirían las piscinas. «Lo hicimos por prudencia y porque resultaba muy complicado cumplir las normas de seguridad», asegura. Del cierre generalizado se ha salvado la biblioteca y aún quedan resquicios para que se puedan celebrar «actividades culturales en la plaza de toros o en lugares muy abiertos y seguros».

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El reino del jamón, ubicado en el Campo Charro, «con sus 5.860 habitantes censados, recibe un millar más en verano, que son hijos del pueblo que en su día emigraron y que pasan esta temporada con nosotros». «Con lo que hemos sufrido, aunque más en las ciudades, podemos aplicar la frase de hace años de 'me vuelvo al pueblo'», indica Roberto que espera la evolución de la situación para impulsar «unas cosas u otras» en la programación cultural que por tradición se hace en agosto. «No hay fiestas, pero tratamos de que haya actividades», señala.

La oportunidad de que haya personas que abracen el 'me vuelvo al pueblo', del que habla el alcade, para sentirse más seguros frente al virus está ahí «porque si contamos con buenos servicios, es posible que alguien lo considere, en Guijuelo y en sus tres pedanías Cabezuela, Campillo y Palacios».

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Roberto añora en estos tiempos extraños «salir con tranquilidad, con libertad y sin medidas de seguridad, porque ahora cualquier decisión, como ir por ejemplo al bar, la debemos tomar con mucha precaución para evitar que nos contagiemos; a mí me pasa cuando voy con mis hijos o con los compañeros del Ayuntamiento».

Su mayor deseo es que no haya contagios «y que disfrutemos del verano, a pesar de que sea tan atípico». Seguro que con la ayuda de la prudencia de la población la temporada veraniega resulta al final como el más ilustre de sus vecinos: el jamón y la alegría que lleva consigo.

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