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Los visitantes contemplan la belleza de 'Cristo bendiciendo' de Fernando Gallego. PAULA HERNÁNDEZ
Fernando Gallego, entre los grandes

Fernando Gallego, entre los grandes

La muestra 'Museo del Prado, 1819-2019', conmemorativa del bicentenario, presenta una obra del salmantino

PAULA HERNÁNDEZ

SALAMANCA

Miércoles, 26 de diciembre 2018, 11:25

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Celebrar también es desperezar a la vida adormecida, que desconoce, olvida o ignora. Tal sucede con 'Museo del Prado, 1819-2019. Un lugar de memoria'. La gran pinacoteca inicia, en las postrimerías de este 2018, las conmemoraciones del bicentenario de su creación con esa muestra. Y ahí, entre los grandes, en diálogo con unos y otros, clásicos y modernos, tiene un sitio el salmantino Fernando Gallego, que aparece representado con 'Cristo bendiciendo', pintura en técnica mixta sobre tabla, propiedad del centro cultural.

La obra fue realizada entre 1494 y 1496, según apuntan los especialistas, y perteneció a la iglesia de San Lorenzo, de Toro. Cristo, que viste túnica roja y sostiene la bola del mundo en su mano izquierda mientras sacraliza con la mano derecha, figura entronizado. La buena técnica lleva a los expertos a hablar de «estilo depurado». Los visitantes a la exposición, en un día frío de luz del invierno madrileño, observan el cuadro en silencio (señores, estamos en un templo de la cultura) y, en algunos casos, reparan en la composición y el colorido. No faltan quienes son selectivos (quieren contemplar esta o aquella pieza). Otros, por el contrario, no dejan cartela para atrás. Se marcharán bien informados. Parejas, familias, amigos, expertos, grupos, desfilan con orden, sin precipitaciones. Un grupo de escolares japoneses, alegres pero educados, lo ejemplifican a la perfección. Tienen ante sí 168 obras de primera categoría (piensen en los nombres más sonoros). Y no son pocos, cierto, quienes terminan el recorrido artístico en la tienda el museo. Un recuerdo, ya ves.

Esta galería de galerías reúne un inmenso patrimonio artístico: 33.228 piezas integran su colección. A la vista se exhiben 1.300 de su fondo, si bien otras 3.000 se hallan, como cedidas o en depósito, en distintas instituciones nacionales y provinciales. En los almacenes se quedan más de 27.000. En este amplísimo grupo tienen acogida las creaciones de los salmantinos y de los restantes artistas castellanos y leoneses. Y en esa gran muestra globalizadora, con obras maestras y de las otras, Salamanca está representada por 10 autores, que suman 70 creaciones, según fuentes del museo. Los originarios de Castilla y León son 72. Valladolid aporta la cifra más elevada, con 17 nombres. Burgos figura con 12. Por su volumen numérico, después de Salamanca, aparecen Palencia (9), Segovia (7), Ávila y León (5), Zamora (4) y Soria (3).

Diez artistas con 70 creaciones representan a Salamanca en la gran pinacoteca nacional

El salmanticense de mayor notoriedad artística, presente en la muestra conmemorativa y en la historia del arte, es el citado Gallego, gran representante del estilo hispano-flamenco en las tierras de la Meseta, de quien se documenta su estancia en la ciudad helmántica de 1468 a 1507. Toda la etapa de su producción: una suma de 39 años. Su magisterio es patente en los trazos del dibujo y en la riqueza del colorido, además de la buena caracterización de los tipos representados y la composición. Su aportación al Prado, atribuciones al margen, es de 3 obras: 'Martirio de Santa Catalina' (óleo, de 125 x 109 cm; algunos lo adscriben a su círculo o taller), 'La Piedad' (técnica mixta sobre tabla de madera de pino, 108 x 111 cm) y el citado 'Cristo bendiciendo' (igual técnica y soporte, 169 x 132cm, que habitualmente se encuentra en la sala 51 b), que pertenecen a distintas etapas. En 'Un lugar de memoria' aparece en buena compañía: Pedro Berruguete (o su círculo), Juan de Sevilla y el aragonés Maestro de San Jorge y la Princesa (sala dedicada a 'La Edad Media: de la arqueología a la historia del arte').

Trayectorias y pinceladas

Doscientos años dan para mucho. Vida repensada, historia nacional y artística, cultura abierta. Evolución. Y una relación de nombres y obras, con sus memorias. Unas rápidas pinceladas nos acercan las trayectorias. Los salmantinos más representadas en el Prado son Antonio Carnicero y Tomás Francisco Prieto, con 36 –aguafuertes, óleos, dibujos, aguadas– y 15 obras, respectivamente. Carnicero Mancio (Salamanca, 1748-Madrid, 1814) fue dibujante, grabador y miniaturista. Estudió en la Academia de San Fernando, en dos etapas. Vivió en Roma durante 6 años. A su regreso se encargó de las ilustraciones de dos ediciones de 'El Ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha', publicadas por la RAE en 1780 y 1782. Como pintor de cámara, realizó los retratos de Carlos IV con armadura (en 1789) y de Manuel Godoy (1801-1806), además del titulado 'Un infante con tambor y pandereta'. Los expertos en su obra destacan, no obstante, 'La alegoría de la Vigilancia', hoy de propiedad particular.

En cuanto a Prieto (Salamanca, 1716-Madrid, 1782), se inició en el dibujo, el grabado y el modelado con Lorenzo de Montemán, que tenía su taller en la capital charra. Abandonó la ciudad en 1747. Se trasladó a Madrid, donde obtuvo la plaza de grabador principal de la Casa de Moneda. Fue, asimismo, director de esa disciplina en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Posteriormente (1761), ocupó el puesto de grabador general de las casas de monedas de España e Indias, así como de su majestad y de su Real Casa. Está considerado como una de las personalidades más destacadas de la ilustración artística española de la segunda mitad del XVIII.

El Prado recibe a los visitantes con grandes carteles anunciadores del bicentenario.
El Prado recibe a los visitantes con grandes carteles anunciadores del bicentenario. PAULA HERNÁNDEZ

La aportación salmantina incluye otros siete nombres, que tal vez el paisanaje -en algunos casos- desconoce, no valora o tiene en ese trastero donde va a parar el olvido. Así, en el extremo opuesto, con la menor contribución numérica (una sola pieza, aunque notable), se encuentra el maestro Bartolomé, coetáneo y colaborador de Gallego (dispuso de taller propio, intervino en la hechura de los retablos de mayor entidad contratados por Fernando), que se inscribe en el estilo hispano flamenco. Hay expertos que ven su mano en algunas tablas del retablo mayor de la Catedral de Ciudad Rodrigo. 'La Virgen de la Leche', realizada en técnica mixta sobre tabla hacia 1490, es su contribución a la gran pinacoteca del Estado. Francisco Hernández Escudero (Salamanca, ¿…?-Madrid, 1747) se inició artísticamente en la urbe charra, en los talleres del escultor José de Lara y del grabador Montemán y Cussens. En 1736, fue nombrado ayudante de tallador de la Casa de Moneda; en 1740, tallador de Madrid. Permaneció 6 años en ese puesto, con el desarrollo de una gran actividad. Falleció el 22 de diciembre de 1746. Dejó una plata en el Prado: 'Advenimiento de Fernando VI al trono'.

Lorenzo Albarrán Sánchez (Alaraz, Salamanca, 1874-Villadiego, Burgos, 1938) se especializó en el paisaje y los asuntos costumbristas, sin desdeñar el retrato. Formado en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, sus obras merecieron menciones en las exposiciones nacionales (años de 1904, 1906 y 1908). Está representado por el óleo 'La muerte del niño' o 'Un ángel más'. Y Manuel Iglesias Recio (Villares de la Reina, Salamanca, 1880-1920), que estudió en la Escuela de San Fernando y cultivó, artísticamente, el retrato. Obtuvo algunas distinciones en muestras nacionales. El Prado solo posee, de su autoría, una cabeza en bronce, realizada en 1911.

Figuran en esa lista el pintor Enrique Estevan y Vicente (Salamanca, 1849-Madrid, 1927, con 2 obras), el dibujante Antonio Guerrero (Salamanca, 1777-¿…?, con 6), el pintor y escultor Manuel Álvarez de la Peña (Salamanca, 1721-Madrid, 1797, con 4). El último se formó con Simón Gabilán Tomé y, después, con Alejandro Carnicero. En 1748 se trasladó a la capital de España, donde compaginó el trabajo en un taller de escultura y los estudios en la Real Academia de Bellas Artes. Realizó las estatuas de los monarcas visigodos Witerico y Égica de la balaustrada del Palacio Real. Ocupó la dirección (1784) y la dirección general (1786-92) de la Academia. Su legado más reconocido está formado por las cinco esculturas de la fuente de Apolo, en el paseo del Prado.

Importancia real

El Museo, que nació como colección real –mucho le debe a Isabel de Braganza, segunda esposa de Felipe VII– y creció como museo nacional, exhibe un patrimonio que atesora calidad e historia. En una tierra que, tradicionalmente, desatiende a la cultura… Decía Azaña que «el Prado es más importante que la Monarquía y la República juntas». Y algo sabía de esos negocios. Contenedores de arte hay muchos. La pinacoteca nacional, sin embargo, va más lejos: sus obras animan, desde la contemplación serena, a la reflexión estética e histórica. Porque conserva bien la memoria, aún con los nombres aparentemente más borrosos. Y tiene en depósito 36 obras en Salamanca y Ciudad Rodrigo.

La fiesta del bicentenario acaba de empezar. Queda un año por delante. El Prado abre más sus puertas. Al entendimiento de un pueblo, una vida compartida y pugnada, una cultura que asume mestizajes. A la mirada limpia y, a la vez, renovada. Es la impronta de los tiempos.

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