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El poeta y profesor universitario Alfredo Pérez Alencart. JOSÉ AMADOR MARTÍN

Alencart: «Le falta sentido común a la parte enriquecida de la sociedad, no a los poetas»

Álfredo Pérez Alencart - Poeta y Profesor de la USAL ·

'Tríptico de la indignación' es la nueva obra de A. P. Alencart, que incluye tres poemas traducidos a quince idiomas y pinturas de Jose Carralero

SANTIAGO DEL MOLINO

SALAMANCA

Jueves, 10 de septiembre 2020, 17:53

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Fértil va resultando este tiempo de pandemia para la difusión de la obra poética de Alfredo Pérez Alencart, autor peruano-salmantino con notabilísima proyección en muchos países del orbe. A su libro bilingüe 'Encumbra tu corazón / Innalza il tuo cuore' (Tiberíades Ediciones - Pellicanolibri), distribuido recientemente, ahora se suma 'Tríptico de la indignación' (Trilce, Salamanca, 2020), una pequeña y llamativa obra que alberga poemas traducidos a quince idiomas de Europa, Asia y América.

-Me sorprende ver que tenemos un nuevo poemario de poesía firmado por usted.

- «Nada te turbe, nada te espante», diría Teresa de Cepeda y Ahumada. Nada le sorprenda, pero debo confesarle que lo mío no es algo nuevo, al menos en lo que respecta a los tres poemas allí insertos, los cuales se publicaron en mis libros 'Cartografía de las Revelaciones' (2011), 'Regreso a Galilea' (2014) y 'Los éxodos, los exilios' (2015). Pero sucedió que por el Día Mundial de los Refugiados, el pasado 20 de junio re-publiqué en mi blog el poemita 'Campo de refugiados'. Luego envié un correo electrónico con el enlace a mis amistades y conocidos que tengo por el mundo, pues nunca olvido que soy producto de varias migraciones y que mi corazón siempre está con el que sale de su tierra por causas ajenas a él. Sin solicitarlas, a los pocos días fueron llegando traducciones del poema, con el danés Helge Krarup a la cabeza, sumándose luego Margaret Saine con sus versiones al alemán e inglés. Y así fue la génesis de esta plaqueta, que no poemario, el mismo que también contiene otros dos textos, 'Ojalá que nunca te suceda' y 'Humillación de la pobreza. Niño de tres años vendiendo chiclets'. Lo realmente novedoso son esas hermosas traducciones a tantos idiomas; lo realmente maravilloso es la extrema generosidad y la pasión de los traductores a la hora de trasvasar mi clamor a sus lenguas de origen.

-Entonces, ¿cuál fue su motivo de fondo para reunir estos tres poemas?

-El 'simple' hecho de la potenciación de la pobreza que a nivel global generará esta pandemia, el intentar advertir que peores desastres vendrán si aumentan las desigualdades en los países y continentes. Si la crisis de 2008 fue dura y se sintió bastante, también en España, no hay que ser augur para saber que ahora se perderán decenas de millones de puestos de trabajo, que se precarizarán bastantes más y que el aumento de la pobreza extrema generará unas desigualdades inasumibles por la inmensa mayoría de la población mundial. Recordemos el caso chileno, muy reciente, un país con indicadores económicos aparentemente positivos, un aparente oasis de estabilidad en la convulsa América Latina. Pero su gente no aguantó más las nefastas políticas que dejan de lado lo social. Considero que a la parte enriquecida de la sociedad, al capitalismo, le sobra mucho neoliberalismo y le falta sentido común, obnubilado por las ganancias y las codicias. Luego dicen que los poetas estamos alejados de la realidad. Los millonarios son cada vez menos pero su riqueza se incrementa de forma imparable; los pobres o los trabajadores empobrecidos aumentan exponencialmente, un cóctel cuyo estallido puede ser mayor que cualquier bomba atómica. César Vallejo tiene un verso que condensa lo manifestado: «La cantidad enorme de dinero que cuesta ser pobre». Hay, qué duda cabe, una pobreza de valores, de misericordia, de humanidad, de sentido común, cuando el dinero es el único dios reverenciado.

-Lo entiendo desde el plano económico y hasta ideológico, ¿pero no cree que la poesía social está desfasada?

-Eso es un tópico que debemos cuestionar. Como Terencio, todo lo que atañe al hombre me interesa, y eso incluye sus dramas, el no tener cómo alimentar a sus hijos, el que se mueran por no contar con sistemas sanitarios públicos y eficaces… La poesía y los poetas no deberían ser ajenos al mundo en el que viven, no deberían ser desafectos a los sufrimientos o injusticias de los demás. Creo que en esta vertiente de denuncia profética hace falta incluir más política en los versos, entendida en su sentido etimológico, que trata de la polis (ciudad) y que también está enraizada a la educación (paideia). A diferencia de otros, no estoy contra las distintas vertientes de la poesía, sea intimista, amatoria, telúrica, épica, elegíaca, didáctica, espiritual… Nada de eso, pues he escrito y escribiré en casi todas las vertientes o registros mencionados. Pero soy reacio a quedarme callado cuando se vitupera, menosprecia o estigmatiza a la poesía social. Y no me callo, especialmente porque tengo como máximos referentes a los poetas-profetas bíblicos, comenzando por Jesús y terminando por Amós, tras haber pasado por Miqueas, Habacuc, Oseas, Jeremías o Isaías, quien, por cierto, supo aclarar que Dios no quiere ayunos, oraciones o escenificaciones religiosas de supuestos creyentes que, mientras eso hacen, también siguen oprimiendo a todos sus trabajadores y no los liberan del yugo, ni dejan ir a los quebrantados, ni parten su pan con los hambrientos, ni ofrecen hospitalidad a los errantes…

-Bien, pero eso en poesía puede dar lugar a panfletos ¿No sería mejor escribir un artículo o un ensayo?

-Claro que llevar al verso las buenas intenciones de solidaridad social pueden dar como resultado un panfleto, pero también cualquier pésimo poema de amor puede ser un bodrio esperpéntico, o un supuesto poema en defensa del medio ambiente convertirse en cualquier cosa menos en poesía. Creo que nadie cuestionará que César Vallejo es uno de los poetas cimeros de nuestro idioma en todos los tiempos. Y él también escribió poesía social y todo un libro dedicado a la guerra civil española. Por ejemplo, Vallejo en un largo poema confiesa que ya no puede «con tanto cajón», el cual pareciera escrito ante los féretros que deja esta pandemia: «Y, desgraciadamente,/ el dolor crece en el mundo a cada rato…// Señor Ministro de Salud: ¿qué hacer?/ ¡Ah! desgraciadamente, hombres humanos,/ hay, hermanos, muchísimo que hacer». Claro que el lenguaje importa, y mucho, para lograr el voltaje poético necesario; la estética y la forma son necesarios, pero también es necesario ofrecer un poema de resistencia, unos versos que partiendo desde la sensibilidad social del poeta atento a las vicisitudes e injusticias, luego trascienda el yo y se haga colectivo, que sea asumido y compartido por muchos, que les sirva al menos de amparo y comprensión de su sufrimiento o carencia. Entiendo que estos tres poemitas míos han logrado esa condición, por el eco que tuvieron allí donde los leí o publiqué. También conmovieron a los traductores y los hicieron suyos 'motu proprio', pues son realidades que se comprenden y asimilan en cualquier lugar del mundo.

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