La covid aumenta las personas en situación de no exclusión atendidas por Ranquines
El proyecto cumple tres años en plena pandemia y con un confinamiento difícil para las personas con trastorno mental
rosa m. garcía / word
Lunes, 28 de septiembre 2020, 11:12
Un día como ayer, San Vicente de Paúl, de hace tres años nació en Salamanca el proyecto Ranquines. una iniciativa enfocada a las personas con ... trastorno mental grave que además se encuentran en una situación de exclusión social. El objetivo «primero, es sacarlos de esa exclusión y posteriormente, favorecer su proceso de recuperación y rehabilitación de su enfermedad mental; y el objetivo final es la autonomía, que esas personas, según su realidad, su enfermedad, alcancen la mayor autonomía personal», explica el director de Ranquines, Francisco Berbegal.
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Este tercer aniversario ha estado marcado durante los últimos meses por la pandemia de la covid-19, no solo en el cambio de rutinas y de organización para poder atender a sus usuarios durante el confinamiento, una situación de riesgo para ellos, sino que el proyecto ha visto cómo se incrementaba el número de personas que necesitaban su ayuda de un perfil que no es habitual. De esta manera, el pasado julio ha sido el mes que más personas (49) han estado atendiendo de estos tres años, explica Berbegal.
El proyecto Ranquines es, de momento, un centro de día con capacidad para 40 personas, aunque «siempre manejamos algunas más, porque no todas las personas vienen todos los días», apunta su director. En estos momentos se atiende a 46 y en lo que va de año han sido 89. «Cuando más hemos tenido es en el mes de julio con este aumento de personas por situación de pandemia; ha sido de los tres años cuando más usuarios hemos tenido en lista».
Berbegal comenta que, aunque «el objetivo principal son las personas en situación de exclusión, desde el principio dijimos que íbamos a estar abiertos a otras, porque en realidad hay muy pocos recursos de salud mental y, más o menos, un 30% de los que atendemos no vienen de una situación de exclusión». Durante este tiempo de pandemia, añade, «ese porcentaje ha aumentado un poco y hemos acompañado a personas en proceso de duelo o con ansiedad por esta situación, que es muy difícil para todos»,
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Por otro lado, para las personas «a las que ya acompañábamos» la situación por la pandemia «también es muy delicada; lo es para cualquier persona, pero si encima tienes una patología o una enfermedad mental de base, es un riesgo muy grande», afirma el director de Ranquines. La mayoría viven solos; lo que «significaba estar en cuarentena y además viviendo solos es una situación difícil y con un factor de riesgo». El equipo de Ranquines tuvo que organizarse y «cada día uno de los trabajadores se encargaba del teléfono y llamaba a todos». De esta manera, pudieron mantener durante los tres meses «un contacto diario con las personas», para ver cómo estaban, también les enviaban material para ayudarles a «gestionar el sueño, ejercicios físicos, habilidades cognitivas para tener la mente ocupada», etc.
Alimentos
Además, añade Berbegal, hubo un grupo de unas seis personas a las que tuvieron que apoyar también con alimentación; les hacíamos la compra y se la llevábamos semanalmente», ya que «sus pensiones son muy bajas y si pagan el alquiler, apenas tienen para comer», algo que habitualmente realizan en el centro de día de Ranquines, donde pueden «desayunar, comer y merendar las personas que no tienen otras posibilidades»y que tuvo que cerrarse durante el estado de alarma.
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Y después del confinamiento, recuperaron las actividades en el centro, pero con grupos más reducidos. «Al principio solo teníamos entrevistas personales, que también aprovechamos para hacer una evaluación y sacar aprendizaje. No es que fuéramos pesimistas, pero pensamos que se podía alargar y podíra haber otro confinamiento, y no podíamos sufrir lo mismo», por lo que «se evaluó a cada persona para saber sus puntos fuertes y puntos débiles, qué aprendizaje había sacado y luego elaboramos las conclusiones, 'un botiquín emocional', es decir, qué necesito si tengo que pasar un confinamiento o una cuarentena para estar lo mejor posible y no sufrir». Había «cosas prácticas y materiales», como pintar o escuchar música, y otras «más de gestión, aprender a hacer esta técnica cuando vea que tiene ansiedad, llamar alguien porque mantenerse en contacto con él le ayuda mucho, etc.. Fue muy interesante esa parte de evaluación y aprendizaje». Posteriormente, empezaron con los talleres, «primero con cinco personas, luego con siete y después con diez».
El centro de día está abierto de nueve de la mañana a seis de la tarde. Hay dos talleres por la mañana y uno por la tarde, además del acompañamiento y la intervención individual con cada persona. También tienen actividades deportivas y de ocio los fines de semana.
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Uno de los retos de Ranquines era extenderse al mundo rural, algo complicado por los desplazamientos, pero «aún así han venido 15 personas (23%) de municipios de fuera Salamanca». Esta línea de trabajo la potenciarán con una furgoneta adaptada.
Historia
Ocho entidades pusieron en marcha hace tres años el proyecto Ranquines: Cáritas, la Diócesis de Salamanca, cinco congregaciones religiosas -Misioneros Paules, Esclavas del Sagrado Corazón, las religiosas de La Consolación, las Jesuitinas y las Hermanas de los Sagrados Corazones- y la parroquia del Milagro.
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El proyecto «se sueña en tres fases», señala su director, Francisco Berbegal. La primera era el centro de día; la segunda, una miniresidencia «en el mismo sitio, porque los Misioneros Paúles nos cedieron tres plantas del edificio y ahora ocupamos dos». Y la tercera era la de los pisos de reinserción. «Para todo eso se necesita mucho dinero y vamos poco a poco; por eso, aunque no podemos conseguir la miniresidencia o los pisos, buscamos otras estrategias».
El tema de la vivienda es uno de los retos del proyecto. «Siempre es muy difícil conseguir vivienda o que le alquilen una habitación o piso, por una parte, por al situación económica y, por otra, por el estigma social que hay sobre la salud mental», lamenta Berbegal. Para cubrir la necesidad de vivienda de algunos de sus usuarios, han animado a que varios de ellos compartan piso y «ahora tenemos a tres que viven juntos; nosotros los acompañamos en su proceso y garantizamos que el proyecto está también para asumir si algún mes alguno de ellos no puede pagar». La iniciativa «ha ido bien y el mes que viene vamos a iniciar otro piso así con otras cuatro personas».
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El 65% de los usuarios de Ranquines son hombres y el 35% mujeres, de las que el año pasado alrededor del 35-40% habían sufrido maltrato, comenta Berbegal. «Nos preocupa mucho la realidad de las mujeres», ya que «un alto porcentaje de las que pasan por nuestro recurso con un trastorno mental, en su origen tienen una situación de violencia o maltrato; lo que pasa que a veces la enfermedad surge cuando han pasado varios años del maltrato y ya no tienen acceso ni derecho a los recursos que hay para la protección de la mujer, y de repente, está sola con la enfermedad mental y con pocos apoyos». Es «una problemática muy grande, que intentamos también acompañar».
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