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La bendición final a cargo del obispo de la Diócesis, Carlos López, en el atrio de la Catedral.

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La bendición final a cargo del obispo de la Diócesis, Carlos López, en el atrio de la Catedral. MARÍA SERNA

Día de Corpus: 'Ego sum panis vitae'

La custodia volvió a recorrer las calles de la ciudad tras la eucaristía en la Catedral

EVA CAÑAS / WORD

SALAMANCA

Lunes, 4 de junio 2018, 12:06

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«Todo tiene su origen en la eucaristía y en el gran tesoro que Jesús nos ha dejado», anunciaba en su homilía el obispo de la Diócesis de Salamanca, Carlos López, durante la celebración del Corpus Christi en la CatedralNueva.

Decenas de niños que han tomado este año la Primera Comunión escuchaban atentos las palabras del prelado en la fila central del crucero:«Según comprendamos a Jesús, así nos comprenderemos a nosotros», apuntó. Asimismo, el obispo invitó a los presentes a que volviesen a la tradición de la Iglesia para comprender el significado del Corpus Christi, «que surge como finalidad de promover la adoración del Santísimo y confesar la fe pública por las calles».

Carlos López aseguró que esta festividad «es un acto de reconocimiento de alguien que está por encima de nosotros», y cree que el peligro del Corpus es que tan solo se convierta en un acto estético y cultural, «y si nos limitamos a eso, lo perderemos». Antes de terminar su intervención quiso recordar la sequé de vocaciones en el ministerio sacerdotal, «y sin resurgimiento vocacional, el mandato del Señor no se podrá cumplir». Por último, puntualizó que esa jornada es la fiesta del amor, al igual que el Jueves Santo, y la importancia de la labor de Cáritas Diocesana.

Una vez finalizada la eucaristía dio comienzo la procesión minutos antes de las siete y media de la tarde, con salida del cortejo por la Puerta del Obispo. En primer lugar, la cruz guía junto a los faroles, y detrás, los representantes de las parroquias, las cofradías de gloria y las penitenciales. Además, también estaban presentes las diferentes órdenes religiosas de la ciudad.

El obispo recordó que esta festividad no puede convertirse solo en algo estético

La basílica tuvo alguna dificultad en la salida para sortear los escalones situados junto a la Puerta del Obispo, algo que tampoco facilitó la movilidad de las personas mayores que participaron en la procesión. Los niños de la Primera Comunión eran los siguientes en abandonar la Catedral, y tras ellos, los sacerdotes diocesanos. En ese momento, el cielo amenazaba lluvia aunque los rayos de sol llegaron a salir iluminando la tarde del Corpus.

La campana del tintinábulo anunciaba la llegada de la custodia, bajo palio que portaban seis personas. La nube de incienso daba paso al Santísimo, que recorría las calles en una concurrida tarde de domingo. La Agrupación Musical de la Cofradía del Cristo Yacente ponía la nota musical al acto, intercalado con la oración y las canciones religiosas que entonaban los participantes en la procesión y que se podían escuchar en los diferentes altavoz ubicados en el recorrido.

En la plaza de Anaya, la custodia pasó por encima de la alfombra que habían confeccionado los integrantes de la Hermandad del Cristo del Amor y de la Paz, y al lado de los altares que para la ocasión habían montado la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Despojado y la Archicofradía del Rosario. El primero de ellos, en la puerta de la iglesia de SanSebastián, con las imágenes de Santa Teresa de Jesús, Santo Tomás de Aquino, San Pedro Nolasco y la Purísima Concepción de María. Junto a la Puerta de Ramos estaba la imagen de Jesús de la Redención. En su dosel se podía leer la frase que resume el día:'Ego sum panis vitae'.

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