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Noemí García Carlos es religiosa de los Sagrados Corazones. ANTORAZ
«He ido confirmando mi opción de vida y siendo cada día más feliz»

«He ido confirmando mi opción de vida y siendo cada día más feliz»

Noemí García Carlos: Religiosa de los Sagrados Corazones

EVA CAÑAS / WORD

SALAMANCA

Domingo, 5 de noviembre 2017, 12:26

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A la hora de presentarse a sí misma lo tiene claro:«Soy religiosa de los Sagrados Corazones, tengo 36 años y allí por donde he estado he disfrutado muchísimo y sigo disfrutando con lo que hago. Soy una persona que he encontrado su sitio y su vocación en el mundo y eso me hace especialmente feliz». Noemí García Carlos reconoce que ha encontrado el sentido de su vida:«Soy religiosa y soy feliz».

Procede de un pueblo de Cáceres, Galisteo, donde nunca se planteó ser religiosa, aunque con 16 años vivió un momento clave para ella. Fue en segundo de BUP, cuando en la asignatura de Literatura estudiaron la figura de Santa Teresa de Jesús. «Para mí siempre ha sido una mujer que me atrajo, pero en aquel momento la vida religiosa no caló en mí, no era capaz de comprender esa opción de vida con 16 años», precisa. Pero reconocía ya en ese momento que se trataba de un referente, «me parecía valiente».

Unos años más tarde llegó a Salamanca para iniciar su carrera universitaria, y su primer acercamiento a la vida religiosa al alojarse en la residencia de los Sagrados Corazones. «La vida allí era sencilla, hacíamos la vida de cualquier estudiante pero compartíamos algunos momentos con las religiosas, como la comida, o veíamos todas las mañanas cómo la comunidad iba a rezar», relata Noemí García Carlos. De esa etapa destaca también las conversaciones con ellas, que estaban muy implicadas tanto en el barrio de Puente Ladrillo como en el centro de acogida de Padre Damián. A ella le llamó la atención una vida tan cercana y familiar, y la hizo plantearse quién era Dios en su vida y qué tipo de cristiana era.

«Yo veía a unas religiosas que no me daban discursos, no me decían que rezaban, sino que yo les veía rezar, ni tampoco me pedían que fuese voluntaria sino que me compartían la razón y la importancia de estar comprometidos con los más pequeños», precisa.

Y en ese momento,Noemí tuvo la necesidad de cuidar más su vida de oración, porque hasta entonces era de rezar en momentos puntuales. «A medida que compartía la vida con la comunidad de los Sagrados Corazones necesité cuidar el espacio de la oración para buscar quién era Dios en vida y qué quería de mí», detalla.

En ese momento sufrió una gran decepción en el primer año de carrera, de Derecho, «yo me había imaginado que era otra cosa, que iba a poder luchar por la justicia, y me encontré con una carrera muy interesante pero que no daba respuesta a lo que yo llevaba dentro. Para Noemí García fue un año especialmente complicado en el que decidió dar un giro académico a su vida y decantarse por Historia del Arte, «porque siempre me había gustado, aunque no tuviera futuro».

Noemí recuerda también de esos años de universitaria una conversación con una de las religiosas de los Sagrados Corazones, Nuria Lobo, donde asegura que por primera vez habló sobre lo que para ella era importante:«Pude tener una conversación honda y me sentí acompañada en mi búsqueda».

Otro de los momentos clave en su inicio de la vida religiosa fue en el segundo año de carrera, cuando un profesor les invitó a cuidar la eucaristía y leer la Biblia para entender bien la asignatura de arte medieval y la iconografía. «Eso me puso en contacto directo con el Señor, y una Pascua que viví marcó mi vocación y ahí me encontré directamente con el Jesús de mi vida», relata.

En el año 2001 solicitó la entrada al prenoviciado en Salamanca, en el barrio de Puente Ladrillo, y confiesa que a partir de ese momento, «he ido confirmando mi opción de vida y siendo una mujer cada día más feliz».

La etapa de prenoviciado se prolongó durante un año, en el que estuvo muy implicada en la parroquia de Puente Ladrillo, junto a sus sacerdotes,Paco y Antonio, así como en la asociación juvenil PuertaPuente. Después,NoemíGarcía se fue a Sevilla, donde estaba el noviciado, durante dos años. «Para mí fue la etapa clave, de crecer interiormente y comprender cuáles son los acentos de la vida religiosa, y pude entender mucho mejor que en esta vida no es hablar mucho sino vivir cada uno desde donde está lo mejor posible con la gracia de Dios», añade. En esa etapa también tuvo que optar por quedarse con la enseñanza en el noviciado como un tiempo de roca o de arena, «nosotros decidimos qué queremos que sea, si una experiencia que nos haga fuertes y convencidas o algo sin más». En su caso fue roca, «así lo pedí».

Esos años estuvieron marcados para esta religiosa por la figura de la samaritana, «donde pasé tiempo gratuito con el Señor, y donde considero que me he ido haciendo la religiosa que hoy soy».

Tras terminar el noviciado, Noemí regresó a Salamanca para terminar su carrera de Historia del Arte, ya con sus primeros votos, y a la vez comienza el tiempo de lo que denominan juniorado. «Dos años en Puente Ladrillo y otros tantos como directora de la residencia de Sagrados Corazones, que para mí fue una etapa preciosa para poner en práctica aquello que por mí habían hecho», argumenta, y donde se asomaba toda la pasión por estar con los más pequeños, «y cuidar el corazón de la persona que tenía delante y de una etapa muy feliz».

Y poco a poco fue sumando más experiencias ya como religiosa, como por ejemplo, el año que vivió en Irlanda, en Dublín, en una congregación de los Sagrados Corazones, «donde además de mejorar el inglés, el objetivo era convivir con hermanas de otra provincia y experimentar que no importa en la comunidad donde vivas porque la espiritualidad es la misma», así como la sencillez con la que viven, «la manera de relacionarse con la gente, la esencia se nota no por la cruz que llevas en el pecho sino por tu manera de vivir».

Tras esa estancia en el extranjero, se trasladó a un colegio de Madrid, donde permaneció seis años. Allí ejercía de profesora de diversas materias y etapas académicas, desde Primaria, la ESO o Bachillerato, dando talleres de Informática, Literatura, Ciudadanía o Historia Contemporánea. A ello se sumaba otras tareas pastorales, como los cursos de Primera Comunión a tercero y cuarto de Primaria o catequista de Confirmación en tercero y cuarto de la ESO.

Cuando llevaba tres años en ese colegio de Madrid, Noemí se hizo cargo de la coordinación de la Pastoral Juvenil, y tuvo que interrumpir en ese momento sus estudios de Teología que realizaba por las noches. «Fue una etapa preciosa donde pude estar con los chicos e interiormente ser religiosa dando clase, que no me vieran como una profesora más», sentencia. En ese momento quiso poner en práctica lo que muchas mujeres de la congregación le habían enseñado a lo largo de su vida:«No hablar mucho sino vivir mucho».

Y llegó su momento actual, cuando en el año 2012 regresa a Salamanca, donde comienza a trabajar en el centro de acogida de Cáritas Diocesana de Padre Damián. Para ella ha sido un regalo, «porque es abrirme a un mundo donde mi deseo es ser una mujer sencilla y coherente con ellos, no decirles que tienen que vivir con poco porque no tienen sino hacerme una de tantos».

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