Ciudad Rodrigo: Hacer del defecto, virtud, a través del teatro

Con la mirada en el retrovisor, echando en falta a la gente y sobre todo con el pensamiento en los mayores». Así vive este verano tan particular, Manuel Jesús González, persona pegada a los movimientos culturales y, sobre todo, al teatro. Su vida es la animación sociocultural, la militancia social y la Feria de Teatro de Castilla y León, ligada a la salmantina Ciudad Rodrigo. Todo ello sin olvidar su apuesta por la dinamización en los pueblos pequeños ya que es la asociación que él preside, Cívitas, la que se encarga de gestionar el teatro León Felipe de Sequeros, donde desarrollan el proyecto 'Requeteverano' que llevará representaciones a varios pueblos de la Sierra de Francia.

Director del certamen escénico, que se celebra desde 1998, lleva a gala inundar de este arte la bella Miróbriga. En tiempo de reinvención, Manuel, habla «de hacer del defecto, virtud» después de una crisis sanitaria que ha golpeado con fuerza el lugar donde disfruta del verano y de su trabajo. La cita es del 25 al 29 de agosto, con todas «las incertidumbres» que uno pueda imaginar.

El virus no parará la función, aunque la condicionara. El espectáculo debe continuar a pesar de los pesares porque «siempre hemos sido muy creativos para sobrevivir y hemos superado mil obstáculos con la pérdida de nuestra directora, de espacios y de presupuestos». «Este año tenemos que hacer las cosas de forma diferente para adaptarnos a un verano que es también diferente», reflexiona mientras habla de «formatos nuevos» para llevar su pasión del teatro a las calles, palacios o el Teatro Nuevo de Ciudad Rodrigo.

Manuel explica que ha vivido en Ciudad Rodrigo (13.000 habitantes) veranos en los que bajaba la población en la segunda quincena de agosto, algo inédito en la mayor parte de los pueblos de la comunidad autónoma. «Se hizo un estudio y lo que ocurría era que los vecinos se iban de vacaciones a otros lugares y para revertir la situación creamos la feria teatral», explica para concluir que «lo logramos y ahora hay unos 35.000 espectadores, aunque veremos en esta oportunidad cómo responde el público ante lo vivido».

La incertidumbre preside todo el trabajo previo a la cita de finales de agosto. «Toda la planificación la hemos hecho con mucha cautela, porque es mejor pecar por exceso de medidas que por defecto», afirma. «Tenemos que conseguir normalidad en la cultura, la educación y la dinamización social, porque lo que buscamos con la feria es la socialización en tiempo de distanciamiento social», señala para añadir que «con el público separado va a ser una situación extraña».

Cambio de espacios para evitar aglomeraciones y previsión de menos gente es el vaticinio de Manuel que transmite su temor por lo vivido «ya que en Salamanca el virus ha golpeado con mucha fuerza con casi más fallecidos que en toda Andalucía». «Trabajamos mucho con mayores en la Asociación de Amigos del Teatro y lo han pasado muy mal en esta crisis y por eso sé de muchos que no se atreverán a venir».

Manuel es un entusiasta de sus pueblos «pese a que quienes trabajamos en el medio rural tenemos condiciones más difíciles, por las conexiones y la comunicación». «Es una realidad muy dura y pediría que se nos tratase igual que a la ciudad», apunta. Considera que la pandemia «puede servir para que la gente se replantee la vida y, sobre todo, para reforzar el sentimiento de autoestima de quien se queda en el pueblo, que se ha considerado un fracaso». «Es replantearnos dejar de ser gregarios al vivir en la ciudad». El verano tan particular que atravesamos es un buen termómetro para ver ese gusto por el pueblo «porque espero que a lo largo del verano venga más gente que otros años, aunque no tengo claro que el público desee asistir a la feria o, por el contrario, piense que quizá mejor no ir por las limitaciones de aforo;no me atrevo a decir», asegura.