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Una familia china en el parque Tuanjeiu de la capital. WORD

China «no tiene nada que ver con meses atrás»

Un salmantino residente en Pekín explica cómo vuelve a la normalidad el país en el que surgió el coronavirus, aunque la pandemia ha dejado secuelas que podrían anticipar lo que nos espera

d. bajo / word

Domingo, 10 de mayo 2020, 11:45

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Mirar hacia el Este es mirar hacia el futuro. China empezó a tomarse el serio el coronavirus a finales de enero. Declaró la cuarentena en regiones enteras, confinó en sus casas a millones de personas e impuso medidas sanitarias tajantes para tratar de detener lo que se avecinaba. Y parece -porque después de todo sigue siendo una dictadura y es imposible verificarlo-, que lo peor ha quedado atrás. Si todo va bien (crucemos los dedos) y España empieza a ver la luz al final del túnel, esto es lo que nos podríamos encontrar al otro lado.

Un salmantino residente en Pekín por motivos de trabajo y que pide no ser identificado explica cómo es el día a día 'potscoronavirus' en una megalópolis. «En Pekín se rebajó el nivel de alerta hace 10 días. Se puede viajar a otras provincias sin guardar cuarentena a la vuelta, excepto si se vuelve de Hubei o Wuhan». Wuhan es la capital de la provincia de Hubei y la ciudad en la que apareció el coronavirus.

Pekín parece haber recuperado parte de la normalidad. «La gente está mucho más despreocupada», explica, hasta el punto de caminar por la calle retirándose las mascarillas para hablar, a pesar de que son obligatorias. Los chinos «están muy sorprendidos de que las mascarillas no sean obligatoria en Europa de forma general».

La tranquilidad también se aprecia en los detalles más mundanos. Por ejemplo, los transportes públicos de Pekín van llenos al 75% (antes no se permitía más del 50%), los mensajeros ya pueden subir a las casas (antes no podían ni acceder al edificio), los colegios vuelven a dar clases «paulatinamente» desde finales de abril y en el barrio de las embajadas «hay extranjeros y chinos tomando café tranquilamente. No tiene nada que ver con meses atrás».

Si embargo, también hay 'peros' que recuerdan que el virus no se ha marchado. Tenemos ejemplos en todos los campos: la Asamblea Legislativa «debió celebrarse hace dos meses» y se retrasó por primera vez en la historia. Y a los millones de pekineses que se fueron de puente para celebrar el Día del Trabajo les esperan 14 días de vigilancia «para ver si han podido coger la enfermedad. A cada trabajador le preguntaban si salía de Pekín, con quién se iba, a dónde, en qué medio de transporte, el número de tren si viajaba en tren, los horarios de salida y de vuelta... y controlan si vives solo o con alguien. Si vives con alguien debes decir si tus compañeros han salido de Pekín para hacerles un seguimiento a ellos».

Este salmantino también nota «cierto nerviosismo» y «recelos puntuales» hacia los extranjeros porque los chinos piensan que «podemos estar trayendo el virus». Las autoridades «tienen miedo a los casos importados de chinos que quieren volver», pero el temor hacia los forasteros es infundado, porque hace casi dos meses que China impide la entrada de visitantes a su territorio. Y si ya viven allí y viajan a sus países de origen, no podrán regresar a China. Además, el precio de los billetes de avión desaconseja hacer excursiones: un vuelo Pekín-Madrid, con tres escalas y casi 41 horas de vuelo sale por «unos 2.300 euros»,

La resaca del covid-19 se nota en otros campos. «Aparentemente todo está funcionando» pero ha habido «muchos despidos» en hoteles y restaurantes y «muchos pequeños comercios han cerrado». Además, aunque la mayoría de empleados ya acuden físicamente a su puesto de trabajo «algunos extranjeros», sobre todo si trabajan en cuestiones relacionadas con la informática o similares, prefieren continuar en sus domicilios. Los gimnasios, los bancos o la administración aún no abren al 100% y en algunos negocios hay cupos diarios de clientes «Eso no ha vuelto a la normalidad», comenta.

Luz verde

El mayor cambio que ha traído el covid-19 está en el bolsillo de los residentes en China. Una aplicación para el móvil 'decide' si el portador del teléfono puede acceder a recintos cerrados o debe guardar cuarentena. «Vas a WeChat (el WhatsApp chino), te descargas la aplicación del código y la configuras. Metes el nombre, el pasaporte y una foto», explica este salmantino.

Escaneos de los códigos de salud para entrar al parque. WORD

La aplicación genera «un código de salud rojo o verde» en formato QR «en función de los movimientos que hayas hecho. Si me hubiera movido a zonas problemáticas o si hubiera pasado una cuarentena recientemente no tendría un código verde hasta que no me hubiera hecho un examen médico de ácido nucleico». Pero hecha la ley, hecha la trampa «Lo configura cada uno y eso me hace un poco de gracia, porque nadie lo certifica. Se basa en el rastro del móvil y en función de su movimiento te lo dan o no», asegura. «Cada vez que entras en un centro comercial», por ejemplo, hay que seguir el mismo ritual y enseñar el código QR. Luz verde, adelante; luz roja, no entras. Y para colmo «la temperatura la siguen tomando en todas partes».

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